Roberto Caceres es un joven escritor paceño que intenta plasmar la mitologia andina de su eterna ciudad llamada El Alto en cada uno de sus escritos,recientemente ha publicado un cuento llamado Linea 257 en la editorial Yerba Mala Cartonera y nos cuenta que su pasión por la literatura es algo cronico y yo celebro que se asi
Por: Miguel Lundin Peredo
1 ¿Podrías contar cuál es la historia que cuenta Línea 257?
Se trata de un niño voceador que tiene sus aventuras en La Paz y El Alto. Es un relato conformado de fragmentos. No hay narrador omnisciente, no cambios temporales, no puntos de vista, no media res, no dialogismo. Se lo puede leer también como si se tratara de un quipus.
2 ¿Desde qué edad dedicas tu tiempo libre a escribir?
En el colegio detestaba los libros, los boté en una caja. Luego de unos años, eso debe ser a los 18, abrí esos libros y hasta lloré luego de leerlos. Desde entonces leo y escribo. Lo hago no sólo en mi tiempo libre, también es trabajo. Creo que tuve suerte de tener siempre un trabajo literario, ya sea como redactor, guionista o negro, y eso me ayuda mucho.
3 ¿Tu narrativa trata de mostrar una visión descarnada de la realidad que se vive en La Paz en cada una de sus calles?
No. La realidad que pretendo dar es otra. Mi texto mal competiría con esa realidad de las calles, sólo tienes que pararte en la Ceja de El Alto y ya está. Sería un insulto que mi texto se lo reduzca a un objeto antropológico, uno al que las ONGs tengan que consultar para saber cómo es la realidad de la ciudad o algo así. Cruzo los dedos.
4 ¿Cuáles son tus lecturas favoritas dentro de la literatura boliviana?
La obra esquiva de Crispín Portugal, y la fantástica de Darío Luna. Todavía no logro desentrañar sus recursos de escritura, tan eficaces para mí. Desde luego, también leo la vanguardia andina de Gamaniel Churata, Arturo Borda y Jaime Saenz. Me interesan todos estos autores talvez porque no repiten estéticas y porque son vanos y marginales, igual que yo.
5 ¿Estás escribiendo algo nuevo?
Estoy escribiendo la historia de un comerciante minorista que vende en la Feria 16 de Julio de El Alto (algunos dicen que es la feria más grande de Sudamérica). Una historia con el tono de fuckowski, en homenaje a Victor Hugo Viscarra, con una profunda reflexión sobre la escritura. Comprenderás que tendrá que ser muy sutil, pero se puede.
6 Cuéntanos un poco sobre ti mismo, sobre tus orígenes y primeros pasos en el arte de la literatura....
La literatura comenzó cuando niño, en el gobierno inflacionario de la UDP. Una tarde nos enviaron a mi primo y a mí a comprar panes. La fila era enorme. Cuando ya llegábamos donde el vendedor, mi primo me dijo que si preguntaba si éramos parientes, debía decir que no lo éramos. Le dije por qué, por qué decir semejante mentira. No me pudo responder, el vendedor esperaba mi turno. Para mi mala suerte, el vendedor preguntó si el que estaba detrás de mí era mi pariente. No sabía qué decir, todos me miraron atentos y dije la verdad. Sólo pudimos comprar cinco panes; no diez.
Desde entonces prefiero las mentiras, la literatura, la ficción, pues no sólo me sirven para comer un pan, sino para vivir todo lo que quiera.
7 ¿Seguirás publicando motivado por la calidad admirable de las publicaciones de la joven editorial boliviana Yerba Mala Cartonera?
Yo me pregunto si podré seguir publicando otras obras en Yerba Mala. Por un principio de peculiaridad, de libro objeto, de formato único, al igual que mi punto de vista sobre la literatura, es la editorial ideal, acaso imposible en un mundo de fábrica y homogeneidad. De veras deseo seguir publicando ahí.
8 ¿Una pregunta indiscreta... Cuándo tendré el privilegio de leer alguna novela tuya?
El privilegio será mío, Lundin. Todavía estoy trabajándola, pero esa es una excusa como tantas otras. Gracias por esta entrevista de preguntas tan simples, que me costaron tanto responder