Metal del Diablo : La novela minera de Augusto Céspedes
La historia es que el Rey del Estaño regresó a Bolivia. Ausente de su tierra natal las últimas cuatro décadas de su vida, no dejó de cumplir una vieja promesa y regresó a sus 89 años de edad, vestido de smoking, cuello duro, corbata negra, la condecoración de Gregorio VII, maquillado con un ligero tinte rosa en los pómulos y los labios. Y embalsamado.
Retornó triunfante a sellar con sus restos inmortales el aplastamiento de la Revolución Nacional abatida el año anterior por alborozados tumultos de la Democracia restaurada entre banderas norteamericanas, damas hemófilas y el sanguinario entusiasmo de una banda anónima que invadió el Palacio presidencial, acuchilló al Presidente Villarroel y le arrojó por un balcón sobre la muchedumbre que arrancándole el saco, la camisa, los pantalones, los calzoncillos y los zapatos le arrastró hasta colgarle en un farol poniéndole un mandil a manera de taparrabos
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