lunes, septiembre 19, 2011

Entrevista a Víctor Montoya : "Si no retorné antes fue por varias razones; por una parte, porque no se dio la mejor oportunidad para hacerlo"




Por Emilie Beaudet*


Victor Montoya nació en La Paz en 1958, pero pasó su infancia en Llallagua y Siglo XX. En 1976 fue torturado y encarcelado por la dictadura de Hugo Banzer. En 1977, tras una campaña de Amnistía Internacional, logró su libertad y salió exiliado a Suecia, donde vive hace más de tres décadas.



En Estocolmo, estudió pedagogía, dictó clases, coordinó proyectos culturales en una biblioteca y dirigió talleres de literatura infantil y publicó “Cuentos de jóvenes y niños latinoamericanos en Suecia”, en 1985. Se dedica actualmente al periodismo cultural y a la literatura.



Hace poco estuvo en Bolivia, en el marco del V Encuentro de Escritores Bolivianos, invitado por el Centro Simón O. Patiño de Cochabamba. También ingresó como miembro honorario a la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil, en La Paz, y promocionó sus libros “Cuentos de la mina” y “El laberinto del pecado”, reeditados por Editorial Kipus. En esta entrevista aborda aspectos de la realidad sociopolítica del país y comenta las impresiones de su retorno a Bolivia después de más de treinta años de ausencia.




-Emilie Baudet (EB): ¿Por qué señala que su viaje a Bolivia se realizó en un momento oportuno?



-Víctor Montoya (VM): Retorné en mi condición de escritor y en un momento en que me sentía maduro para hacerlo, tanto desde el punto de vista emocional como profesional. Cuando me refiero al “momento oportuno”, no me refiero a la situación política del país, sino a un factor de carácter personal. No hubiera sido lo mismo retornar por mis propios medios e iniciativa, que invitado por una institución interesada por promover mi obra en el contexto de la literatura nacional. Es este caso, me siento un “repatriado” por una institución cultural y no por el gobierno. El momento fue oportuno porque tenía ya muchas ganas de compartir con los lectores bolivianos, pues formo parte de esa generación de escritores latinoamericanos que sufrieron la persecución de las dictaduras militares y fueron lanzados a la diáspora del exilio.



- EB: ¿Por qué esperar tanto tiempo?



-VM: No esperé tanto tiempo. Simplemente, al menos en mi caso, se dio así. Si no retorné antes fue por varias razones; por una parte, porque no se dio la mejor oportunidad para hacerlo y, por otra, porque me acostumbré tanto a Suecia que incluso, como a las plantas, empezaron a crecerme raíces. Cuando volví a Bolivia, que es la tierra que me vio nacer y la que formó tanto mi personalidad como mi identidad nacional, sigo cantando la canción de Matilde Cazasola, que dice: ”Desde lejos yo regreso…” De manera que ahora que ya tengo cadenas que me atan a la Pachamama, no tengo más remedio que retornar a sus montañas una y otra vez.



- EB: ¿Qué cosas de Bolivia extraña más en su país de adopción?



-VM: En Suecia, donde la geografía y la demografía son diferentes a las bolivianas, he vivido siempre añorando a mi gente y mi cultura, debido a que nunca he dejado de sentirme un boliviano allí donde he estado. Es más, siempre dije que yo tenía una Bolivia portátil, que me acompañaba allí donde iban mis pasos. Y allí donde hacía un alto, abría la maleta, donde estaba metida mi Bolivia portátil, y de su interior se escapaban los mil rostros de mi tierra, la sinfonía de voces multilingües, los sonidos musicales y, junto a todos los colores, olores y sabores, mis chuños, mis charques, mis hojas de coca, mis botellas de singani y hasta un Tío de la mina que me acompaña noche y día.



- EB: ¿Qué mirada tiene de la situación actual de Bolivia? ¿Cuáles son las evoluciones más importantes?



VM: El cambio más notable es la inclusión de los sectores más marginales de la sociedad a la vida del Estado boliviano. Creo que, por primera vez después de más de quinientos años de coloniaje, se ha procurado que las naciones originarias, mediante sus representantes, hagan escuchar su voz en todos los niveles de la vida política, económica y cultural de la nación. Ésta me parece que es una de las evoluciones o avances más significativos del actual gobierno. La lucha abierta contra la discriminación social y el racismo me parece que es otro de los aciertos. No obstante, para acabar de una vez y para siempre con este mal de todos los tiempos, será necesario estructurar una sociedad más equitativa y menos competitiva. Es decir, una sociedad donde se acabe con la gran propiedad privada y donde los medios de producción, como la administración de los recursos naturales, estén en manos de los mismos trabajadores.



- EB: Acaba de publicarse allá una reedición de «Cuentos de la mina». ¿Tiene otros proyectos en Bolivia?



-VM: Efectivamente, se reeditó “Cuentos de la mina”, pero también mi novela “El laberinto del pecado”. Ahora existe la posibilidad de que la Editorial Kipus edite el resto de mis libros para su distribución a nivel nacional, pues tengo la sensación de que mi obra es todavía desconocida para la mayoría de los lectores, debido a que las instituciones culturales del Estado no estimulan la labor de los escritores bolivianos ni las editoriales hacen lo suficiente para dar a conocer la obra de los autores nacionales.



- EB: ¿Cuál es el papel que tiene la imagen del Tío de la mina en su casa, en Suecia?



- VM: El Tío de la mina, sin lugar a dudas, me mantuvo en contacto permanente con la realidad boliviana. Este personaje de la mitología andina, que tiene la propiedad de ser dios y demonio al mismo tiempo, está muy vinculado a lo más hondo y telúrico de las minas, donde los trabajadores del subsuelo le rinden pleitesía ofrendándole hojas de coca, cigarrillos y aguardiente. En mi casa tengo la estatuilla del Tío. Él me permite respirar la tradición más auténtica de las culturas originarias y me permite comprender que estoy hecho de barro nacional. Y, así como forma parte del sincretismo religioso entre el catolicismo occidental y el paganismo ancestral, es un personaje que posee una enorme sabiduría y un gran sentido del humor. Con él me divierto mucho y, como si fuera poco, él es el personaje central de una de las vertientes más significativas de mi creación literaria. El Tío de la mina es el mejor nexo que tengo con mi tierra y mi cultura.


*Entrevista hecha en Francia
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