Mauricio Rodríguez es el ganador del concurso de relato corto El mejor viaje de mi vida con cuento llamado "Jilaña"
Página Siete / La Paz/2011
Cada año, los escritores nacionales son tentados a incursionar en el mundo del microrrelato, gracias a los varios concursos que hay en este género, que de a poco se abre espacio en la actual literatura boliviana.
En estos días, el escritor paceño Mauricio Rodríguez ganó el concurso de relato corto El mejor viaje de mi vida, organizado en el marco de la campaña Ser boliviano es, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El certamen fue convocado vía internet e invitaba al público a escribir relatos de 800 palabras acerca de sus experiencias.
La obra ganadora lleva el título de Jilaña, palabra aymara que significa “crecer o madurar”. El jurado estuvo conformado por personalidades de la literatura y el periodismo nacional, y representantes de la ONU.
“En el relato hablo de un viaje que fue muy significativo en mi vida y en la historia contemplo el hecho de madurar”, dice Rodríguez, quien cuenta que en la aventura que narra el protagonista reflexiona acerca de la soledad y el futuro. Confiesa que la historia fue inspirada en varias anécdotas de sus viajes en 2003.
Rodríguez decidió incursionar en el género del relato corto porque considera que es un desafío para todo aprendiz de escritor estructurar una historia con sólo 800 palabras.
Ese desafío no fue nada fácil porque su obra Jilaña tuvo un proceso de creación de dos meses, según el autor, porque en narraciones cortas hay que lograr que la historia sea “contundente”. “Hay que pulir hasta quedarse con el hueso del relato para evitar las divagaciones”, comenta Rodríguez, quien recibirá de premio un lector de libros Kindle 3G con wi-fi.
El joven escritor dice que otra de las características que no deben faltar en un relato corto es la “intensidad”, porque una de las desventajas de este género es que los lectores tienden a olvidar fácilmente la historia.
Adolfo Cárdenas, escritor y docente universitario, considera que la “contundencia” es uno de los requisitos indispensables que nunca debe estar ausente en un microrrelato o microcuento.
“Son textos que tienden a olvidarse fácilmente y la contundencia es relevante para que la historia no sea olvidada por el lector”, expresa Cárdenas.
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