Gonzalo Lema : "“El policial analiza a la sociedad desde su cloaca”
Por: Sergio de La Zerda
Las posibilidades estéticas, políticas y hasta culinarias del género literario policial fueron ayer expuestas por Gonzalo Lema (Tarija, 1959), en el V Foro de Escritores Bolivianos que se realiza hasta mañana en el Centro Patiño (Av. Potosí No. 1450). Sobre su ponencia “La verdad a prueba de balas” dialogó con OPINIÓN el Premio Nacional de Novela 1998 y autor de sabrosos relatos policiales protagonizados por el detective “cholo” Santiago Blanco.
P. Dijo que el policial es un género que todavía está “gateando” en Bolivia ¿A qué se debe esto?
R. Hemos accedido a este género de la mano de la criminalidad en aumento en el país. Estamos viviendo la masificación de las ciudades. Los tarijeños por ejemplo se quejan de la criminalidad, ni hablar los cochabambinos. La masificación hace que las ciudades se vuelvan anónimas y, al no conocerse la gente, la delincuencia campea, desde la menuda hasta la grande. De la mano de la criminalidad en aumento, se ha abierto esa veta para el escritor boliviano, masivamente.
P. Reconoce al policial un alto potencial político. A la vez dice que los administradores de cultura pretenden una literatura despolitizada. ¿El policial podría ser el nuevo género del escritor políticamente comprometido?
R. Sí, porque el policial tiene la mirada de abajo hacia arriba. Empieza a analizar a la sociedad desde su cloaca, desde el calabozo, desde la mugre, y también a sus instituciones. Normalmente el escritor se ubica en una atalaya. Cuando escribe en tercera persona, mira todo desde arriba. Y sabe o debería intentar saber qué es lo que va a pasar en el cuento o en la novela, desde arriba. En cambio, el escritor de policial mira todo desde abajo, desde la mugre, y eso lo aproxima a las miserias de la sociedad, le involucra con todo aquello que normalmente no se cuenta. El escritor de policial además se encuentra con un nuevo lenguaje, el coba, que poco a poco, con los informativos, va siendo de conocimiento general.
P. Acerca del coba, ¿cómo puede el escritor utilizar este lenguaje sin renunciar a ser universal?
R. Esta sí que es la gran apuesta de cómo -ya lo dijo García Márquez- hablando de la comarca volverse universal. Se puede tocando ciertas claves que pueden ser de interés de públicos de más allá de nuestras fronteras. No está claro el camino, pero tal vez no debería preocuparnos. El escritor tiene que formarse de adentro hacia fuera y no al revés, volviendo al país y diciendo “Soy famoso allá”. Es el país el que en cierto momento, ante el volumen de la obra de un escritor, debe promocionarlo. No tengo claro cuáles son los escritores que han prescindido del país, de su país. Debe haber, pero en todo caso no es una receta general o universal.
“Para ser famoso hay que ser cantante”
P. Se refiere en su ponencia a escritores que se prestan a “la fama y mimos” de los administradores de cultura ¿Podría dar algunas pistas de a quiénes se refiere?
R. Preferiría nunca dar nombres, pero es una conducta que a mí me ha molestado desde siempre. Yo conozco gente que con los mismos premios míos se ha vuelto famosa. Es como promocionar un producto. Ya Borges se quejaba en los años 50 del siglo pasado de la intromisión del valor de la promoción del escritor como si fuera un producto del mercado. Y él estaba hablando de una ciudad como Buenos Aires, donde el shampoo, el jabón y las gaseosas, en fin, empezaron a hacerse campo gracias a la publicidad. Algo de eso ha mencionado el miércoles (en el Foro) Víctor Montoya. Estoy de acuerdo con él. No se trata de ser famoso, porque para eso creo que hay que ser cantante de rock. Hay que trabajar la literatura y esperar pacientemente que la literatura te abra paso en el chiquitísimo público lector de nuestro medio.
P. Afirma que la Policía es “la no moral al servicio de la eficiencia”. Sin embargo apunta también que usted prefiere a los personajes detectivescos que tratan de evitar las balas e incluso los puños. ¿Ha sido difícil construir este equilibrio en el caso de su personaje policial, el detective Santiago Blanco?
R. No, porque tú ves personajes en cualquier literatura y tienen una suerte de biografía del autor decodificada. Todos los personajes contienen algo del autor. Y mi apuesta es por la conciliación, por la transacción, por los pactos sociales menuditos o grandes, pero diarios, permanentes. Es la única manera de vivir en sociedad. La reacción violenta nos provoca únicamente grandes problemas, fracturas del cuerpo social. Mi apuesta, en el caso de la literatura, va por los detectives reflexivos, pensantes, y no básicamente brutales.
P. Señala que el detective policial ya no es un “ingenuo” que cree en mundos mejores. No obstante, ¿cree que la literatura policial puede mejorar el mundo de alguna manera?
R. La literatura policial enseña, es pedagógica a su manera, es poética también, precisamente porque está codeándose con lo marginal, con lo olvidado por la sociedad y el Estado, en fin, con el desamparado en general. Entonces, yo creo que abre los ojos a los lectores con cierta sensibilidad. Desde ese punto de vista creo que es un aporte de la literatura al probable lector. Aunque no pienso que el escritor debe hacer moral, debe hacer literatura, pero uno de los resultados puede ser ese.
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