domingo, julio 24, 2011

JINETES Y BESTIAS APOCALÍPTICAS


El gobierno actual cabalga, adormecido, sobre cinco bestias del Apocalipsis que son, a saber: narcotráfico, contrabando, corrupción, fraude e improvisación, por este orden de importancia y de gravedad para el país o por el orden que mejor ustedes prefieran. Y los cinco jinetes del Apocalipsis masista son también cinco señores que creen, por el momento, tener la sartén por el mango o por donde quieran, lo cierto es que lo controlan todo; creen que hasta el aire que respiramos los bolivianos es un regalo del pequeño y miserable dios “evonadas”. La historia, lo dije ya, acaba dejándolos sin nada a quienes lo quieren todo. Pero, bueno vamos a seguir charlando sobre los jinetes: a la cabeza marcha, la ingenua ignorancia con cabeza de adobe y paja; lo secunda, una golondrina afeminada hasta el pico; ahora, va como tercero el estrabismo autonomista, sapo tan feo, dirían los Karjkas; y sigue impertérrito, el niño de culito blanco de la seguridad nacional y patético como sólo un canalla puede serlo, y, finalmente, la expresión más carnavalesca y folclórica del gobierno -los tentáculos del ejecutivo- como es la señora justicia entregada al mejor postor de turno. Y los indígenas, nada más para la foto.

Yo no veo cambio ni proceso (sí judiciales a quien no comparte la ideología masista-leninista) porque los señores ministros del apocalipsis, no apellidan Parihuancollo, Uskamayta, Chubirú, Chonono, Colque, o algo así; pero no, los apellidos siguen siendo tan contundentes como Banzer, Berzain o Sánchez de Lozada. Ahí están: Llorenti, Romero, Morales, García Linera, etc. No cabe duda de que la dialéctica entre apellidos contundentes/plebeyos no ha cambiado en absoluto en Palacio de gobierno. Claro, cómo un Huanca podría ser marxista-leninista, pues, sería ir contra natura, no en vano dicen, que el señor Canciller no le tiene buena leche al Vice, por algo será no. Para mí y gran parte del pueblo, estos merluzos ministros, eso de querer aparecer como mártires de la democracia se les ha caído de la cara; lo más notable de su gestión, es que muestran unas misericordes figuras de rebeldes sin causa subidos en sus caballos apocalípticos.

El estrabismo económico y visual del ministro de la presidencia, de apellido tan contundente, además español, le ha llevado a afirmar no hace mucho eso de que en dos años más, Bolivia, dejará de ser considerado un país pobre; habrá querido decir, más bien, que la masa empleada del Estado del brazo del narcotráfico será el nuevo cártel tan rico y violento como el de Sinaloa. A pesar de que muchos de los males no nos vienen sólo del narcotráfico sino, también, del contrabando. Y no es que queramos un Estado aduanero ni abstemio en drogas. Por lo menos, el gobierno, debiera de ayudar -no a controlar- a construir un sistema jurídico que impregne toda nuestra sociedad, empezando por el poder judicial. Ya basta de la parafernalia discursiva sobre el pasado y eso de las heridas históricas; los culpables de que muchos se mueran por falta de atención médica o un seguro social, eficiente, gratuito y universal, no es Pizarro y su banda de saqueadores, sino el gobierno y los gobiernos que no supieron llevar adelante políticas económico-sociales y culturales serias. No es posible combatir el narcotráfico, el contrabando, el hambre, el desempleo con programas nimios como entregar canchas de futbol, canchas de básquet, mercaditos y piletitas públicas. Los jinetes y bestias del Apocalipsis están estrangulando al país ¿Va acaso el señor Vicepresidente echarse el fusil al hombro y la k’ulawa para derribar el narcotráfico? A lo sumo con eso alcanzará a desplumar tan sólo patos y pavos para su cena de navidad. Porque políticos avestruces sobran en el nuevo Estado Pluri.



Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo
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