martes, julio 26, 2011

Víctor Montoya :“Sigo creyendo en el autor comprometido”






Daniel James / Los Tiempos

De las facetas de su cuentística, la discriminación y el racismo como fenómeno globalizado y persistente, del “Tío de la mina” presente en sus obras para rescatar la tradición oral de la zona andina de Bolivia y de la necesidad de que los escritores sean capaces de romper esquemas, habló ayer el escritor paceño Víctor Montoya, en una conversación previa a la inauguración del V Foro de Escritores Bolivianos, organizado por el Centro Simón I. Patiño.



Efervescente, apasionado, impetuoso y demostrando un conocimiento de la situación del país inesperado en alguien que salió exiliado a Europa hace 34 años, Montoya comenzó hablando sobre la ponencia preparada.



Los Tiempos (LT): Háblenos sobre el tema de su disertación “Cuentos de un escritor repatriado”.



Víctor Montoya (VM): Mi cuentística se divide en dos facetas. La primera tiene que ver con la represión política que se vivió en Bolivia, en las décadas del 70 y 80. Refleja las torturas aplicadas en el Cono Sur dentro la “Operación Cóndor”. Es un testimonio personal, porque lo viví en carne propia; pero también es un testimonio colectivo porque la represión política la sufrieron miles de latinoamericanos. La segunda faceta tiene que ver con los cuentos en el exilio, donde retrato la experiencia de ser un boliviano desterrado. Además me permite reflejar la discriminación social y racial en la Unión Europea, donde ha resurgido el nazismo y las primeras víctimas son los migrantes. Una tercera faceta surge al haber rescatando al “Tío de la mina”, un personaje que sintetiza el mestizaje cultural y el sincretismo religioso y que vivía en mi subconsciente. El “Tío” es ambiguo y ambivalente, con él rescato lo mágico del mundo minero.



LT: ¿Entonces su producción siempre es testimonial?



VM: ¡Claro que sí! La obra de un autor es siempre testimonial. Uno escribe sobre lo que le gustaba, lo amaba o lo que odiaba. No hay un solo autor apolítico, así escriba sobre ciencia ficción, nada viene de la nada, ¡sigo creyendo en el autor comprometido!



LT: ¿El compromiso con el mundo minero en el que se crió es el que le hace rescatar la figura del “Tío”?



VM: ¡Claro! El “Tío” proviene de las entrañas mineras, igual que yo. Mi abuelo era catador (explorador) de minas y un cuenta-cuentos por naturaleza. Una noche de tormenta me habló del “Tío” y desde entonces él vivía en mí, aunque nunca pensé que podía ser un personaje literario. Lo rescaté de mi infancia y hasta tengo un “Tío” en Suecia al que le ch’allo cada 15 días. Escribo mis diálogos con él, sobre diferentes temas. Creo que constituye la vena más vigorosa de mi producción literaria, con él hago realismo fantástico.



LT: ¿Para quién escribe?



VM: Creo que un escritor primero escribe para sí mismo, luego, si gusta a los lectores tiene doble satisfacción. Soy diferente a los escritores de las editoriales que venden libros como artículos de lujo, inaccesibles para la gente que no tiene dinero. Mi literatura no es comercial, soy un escritor moderno, digamos, porque mi obra se ha difundido gracias a las nuevas tecnologías, entonces mi producción se hace más accesible.



El escritor debe ser un trabajador de la cultura, no una estrella. Busco es contribuir rescatando la historia del país, que queden estampados los procesos históricos en mi obra.


“Escribo sobre antihéroes;mis finales no son felices”



“El laberinto del pecado”, editado por Escritores Unidos, es el libro que Víctor Montoya presentará en la Feria del Escritor Boliviano, que forma parte del foro de escritores.




César Verduguez, editor de Escritores Unidos, señala que la primera edición salió en 1983, en Suecia y esta es la primera edición para Bolivia.




Sobre la obra, Montoya explica que escribió sobre algo que hace 30 años era tabú (que actualmente lo sigue siendo) y es la relación amorosa entre el patrón y la empleada india. “En esta obra no hay acoso, hay amor sincero que crece pero está condenado al fracaso porque la sociedad de la época no lo acepta. Tiene un contenido altamente sociológico, de denuncia de un concepto heredado de la época colonial donde lo blanco era mejor que lo negro”.




Añade que además denuncia a la Iglesia católica que aplica “una moral condicionada, haciéndonos creer que las relaciones sexuales prematrimoniales son un pecado, como también el que el blanco pueda tener un hijo con una india”.




Señala que es una novela corta, pero intensa y que no le importa la opinión de la crítica porque no escribe para los críticos, ya que “quien puede romper esquemas hace literatura de validez”.




“Soy una especie de antiescritor porque escribo sobre antihéroes, mis personajes son los que al final mueren, no escribo con finales felices, sino sobre situaciones reales”, apunta
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