sábado, agosto 28, 2010

He de morir de cosas asi



PERSONAJES. Ellas, en una casa alejada, irán tejiendo y destejiendo las sensaciones que urden la trama de las vidas cotidianas. Alrededor de ellas, sus circunstancias. Adriana, irrefrenable y fresca, seguirá el hilo conductor de sus instintos que también deberán seguir por voluntad natural Michelle, su amante, y Marion, a la que conquistará con su espíritu de aire y razones de fuego. Junto a ellas, el recuerdo cercano de sus familias. La una, católica militante con un hijo, Francis, sacerdote, liberal, atrayente, controversial y delicado. El simbolismo de las represiones conceptuales de nuestro tiempo. La otra de estirpe militar y la drasticidad de sus acciones, de las órdenes que no pueden incumplirse, de los destinos prefijados. Y la tercera desarrollada en un ámbito aristocrático, con sus taras, sus veleidades innecesarias, su teatro mundano, sus poses y sus ámbitos deformados, visitados por el dolor y también, cómo no, por la muerte.

Pero, “hay miradas femeninas que tienen algo de la triste perfección de un soneto”. Y acaban por representarnos una esperanza o quizá un consuelo, una nueva percepción sensual se aviene, no la perdamos de vista, sin prejuicios.

Toda esta trama está impregnada de un sólido bagaje de erudición casi borgiana. Las obras nombradas en el texto son innumerables, los autores escogidos con pericia obsesiva y delicada: literatos, filósofos, pensadores y obras de arte y artistas se nos presentan como en un catálogo profundo. Un “Curso Délfico” como lo llamó Lezama Lima, que si lo seguimos con esmero puede llevarnos una vida el transitarlo. Obras pictóricas y musicales hacen parte de este entramado sugestivo y exquisito, digno de un festín para iniciados.

Más allá de los personajes principales, existen otros, que son logrados por el autor en forma contundente y ágil. Es el caso de las dos vecinas de la casa en la playa donde transcurren la mayoría de los hechos que la novela describe. Twinka una niña con síndrome de down y su madre adoptiva la señora Mapplethorpe. Ambas representan la posibilidad de que las buenas acciones puedan convertirse en forma casi perversa en actos que conlleven represión y vejamen.

Deberemos comprender la vida desde su sentido primigenio, como un ámbito de desarrollo de las cosas simples, los placeres cotidianos, las pequeñas alegrías de todos los días. Debo expresar pues mi regocijo y mi positivo asombro ante esta nueva obra de Eduardo Scott, puesto que al explorar en esos sentimientos, todavía no bien comprendidos en muchos ámbitos nuestros, desentraña una poética de lo cotidiano con insuperable sentido.


Fuente de la informacion:(Articulo del escritor Juan Jose Pacheco)
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