Benjamín y el canto de los bosques
Benjamín y los bosques, canto
Por Pedro Rivero Mercado | Director de EL DEBER
Canto, por lo dulce y tierno de su lenguaje, eso es, ni más ni menos, el libro de Sarita Mansilla que con un todo gratificante cayó en mis manos en uno de estos días descoloridos que nos tienen conturbados por lo insólitamente desapacibles. Benjamín y el canto de los bosques es en realidad el título del libro de Sarita, concebido a todas luces con mentalidad fresca, con intenciones plenas de ternura y, a la par con diestro manejo del idioma, del que logra exquisitas y ensoñadoras resonancias.
Leyenda, fábula notable, historia, novela incluso, algo de cada género literario hay en el volumen de la autora, de quien ya conocíamos, porque somos afortunados, facetas de sus riquezas espirituales y de su gracia natural de mujer cruceña.
Temerosos a la hora de encuadrar la obra en el género adecuado sin acertar con la precisión debida, optamos por sostener que de cada uno de los tales géneros guarda un ‘substratum’ elocuente y siempre colmado del buen amor.
No hemos concluido la lectura de Benjamín y el canto de los bosques, pero no pudimos resistir la necesidad de dar cuenta de la emoción que se instaló en nuestro pecho desde que empezamos a hojearlo. Seguiremos gozándolo sin pausas ni renuncias, seguros de que Sarita nos depara aún, con su Benjamín, nuevos y más estremecedores goces y ensoñaciones que suponíamos no correpondían más en estos tiempos de torpes y amargos avatares.
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