martes, diciembre 15, 2009

La polifonía en “Breve poesía desde Santa Cruz"

por: Haydee Nilda Vargas Guerrero



Ochenta y cinco voces de autores y autoras de diferentes regiones de Bolivia integran el coro poético de “Breve poesía desde Santa Cruz”, libro publicado el pasado 7 de agosto.

Esta polifonía poética constituye un testimonio de lo que se está creando en el país, especialmente en el oriente boliviano donde convergen, por diversas razones, habitantes de todas las latitudes de Bolivia.

“Breve poesía desde Santa Cruz” es el tercer volumen de la serie “Breve poesía cruceña I”, 1990 y “Breve poesía cruceña II”, 2005; libros que recrean lo fugaz, la síntesis de la experiencia diaria en sintonía con la filosofía de un colectivo pluricultural y el arte de vivir.

El discurso de los ochenta y cinco poetas suscribe temas de las dicotomías universales: amor-odio, vida-muerte, día-noche, pobreza- riqueza sin excluir la realidad social y política de Bolivia o el rescate de temas populares y citadinos.

Luis Andrade inicia el recorrido del libro con el juego de grafías en “Arthe poétika” y aspira a una comunicación hiperlingüística relacionando grafia y significado profundo en su poesía concreta “Constelación”. Gustavo Cárdenas logra un espacio lingüístico-estético en sus “Erratas de fe”: “Qué culpa tiene la “a”/ de ser el principio/ del amor y del adiós/ o el fin/ de la nada”. La poesía visual , simbiosis de la palabra y la imagen, en cambio, está representada por el poeta pintor Henry Flores.

La relevancia poética de “Breve poesía desde Santa Cruz” alcanza el clímax con el juego intrépido, sentencioso, a veces anecdótico de la mayoría de los autores. David Acebey en “Graffiti firmado por un esperma” afirma “Las cigüeñas no existen”; Blanca Elena Paz, en “Bloque II” sentencia: “Nada tuyo será mío/ que no sea tu nombre breve/ cuando lo devuelva el eco”. Sigue la misma tendencia Rosse Marie Caballero en “Hasta antes de nacer/ me llevaba bien/ con todo el mundo”.

Resultaría imposible reproducir las ochenta y cinco voces del coro. Sus versos comparten amores, tragedias e ironías del colectivo boliviano y universal. Las voces líricas cantan desde variados ámbitos: la oficina del empresario, desde el escritorio de un jubilado; los hay, también, quienes desnudan su alma en el camino, en la trinchera de la faena, donde se libra la batalla por el sustento diario.

En algunos se advierte la ruptura con la poesía nerudiana, dando paso a un lenguaje prosaico que se acerca a lo coloquial contemporáneo “intencionalmente”, tal es Fantoche de Rosario Arzabe: “Estoy al borde de la taradez/ me creo capaz de hacer el ridículo/ en nombre de su amor/ ./ Dormida,/ yo parecía más inteligente. Alejandra Barbery es más agresiva en “Poema 3”: “¡Ojalá!/ tu tristeza entienda/ que aquí no la queremos, que compre un boleto/ y sola se marche./ ¡Que se case!/ Nos cansa/ Nos colma de hastío. Una “Propuesta” peligrosamente sugerente lanza Paola Senseve: “Si me desabotonas la blusa…/ … puedes llevar una sorpresa./ Inténtalo/ y verás cómo entre mis pechos/ salen volando mariposas/ y caen sin remedio jazmines.

Además de los citados, Homero Carvalho, Oscar Barbery, Gary Daher, Humberto Quino figuran, en una reducción extrema de nombres, entre los poetas que hacen eco en el escenario nacional. Sin duda el trabajo desinteresado de los poetas Rolando Parejas, Blanca Elena Paz, Mario Alberto Herrera, Eugenio Verde-Ramo, Luis Andrade y Víctor Irusta en la selección de los poemas, es un valioso aporte a la literatura boliviana.
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