miércoles, junio 25, 2008

La sangre de todos







"La Sangre de todos: la ambición, el arma de la victoria"

Artculo literario por María Belén Mendivil Saucedo


Titulo del libro: La sangre de todos

Autor: Ramiro Velasco RomeroLugar de publicación: La PazEditorial: PluralAño: 2003 La sangre de todos es una novela escrita por Ramiro Velasco Romero (1937-2006). Este intelectual ha compuesto varios ensayos políticos e historiográficos. En la obra examinada, el autor se inclina por darle fuerza a la historia novelada, característica que asoma por primera vez en su producción. Representante diplomático boliviano en Cuba, falleció el 20 de marzo del año 2006, un día después de haber presentado sus cartas credenciales ante las autoridades de La Habana.
El volumen trata de la Guerra Federal, conflicto que se desató al final del siglo XIX (1898-1899) en Bolivia, entre La Paz y Chuquisaca (Oruro es mencionado en esta lidia, pero fue sólo un punto estratégico para la confrontación). El motivo de la discordia entre estos Departamentos fue la pelea por la capitalidad del país. El gran crecimiento económico, el ansia de hegemonía y la sed de poder fueron las razones primordiales que llevaron a los representantes paceños a arrebatar la sede de gobierno a Sucre.


Hay dos grandes personas que son dadas a conocer en este libro, empleándose para ello un estilo que ha sido construido entre lo biográfico y lo novelesco: Severo Fernández Alonso Caballero (1849-1925), millonario aristócrata, conservador chuquisaqueño y Presidente de la República durante la mencionada guerra; y José Manuel Pando Solares (1848-1917), coronel paceño, senador por Chuquisaca, jefe del Partido Liberal y Primer Mandatario del país desde 1899 hasta 1904. Aunque Pando fue el líder victorioso de la Guerra Federal, más que militar guerrero, expedicionario y geógrafo, tenía reservado un destino de glorias y tragedias.

Lo que generó la convulsión en La Paz fue el fraude perpetrado por el Partido Conservador en las elecciones de 1897. El voto había favorecido mayoritariamente a los liberales en todo el país; no obstante, en La Paz, de manera ilegal, el partido oficial proclamó la victoria de sus seis candidatos. Los liberales impugnaron la decisión; el jurado electoral departamental revisó el escrutinio y comprobó el fraude. Multitudes de paceños tomaron las calles en apoyo a los cuatro concejales liberales e impusieron su decisión. El oficialismo quedó con sólo dos concejales. Debido a esto, el presidente Fernández Alonso perdió el control de la ya efervescente La Paz. En 1898, la bancada parlamentaria sucrense presentó el Proyecto de Ley de Radicatoria del Poder Ejecutivo, en el cual se disponía que el Poder Ejecutivo debía radicar en Sucre. Este proyecto agudizó la situación, enfureciendo a La Paz; como respuesta, la bancada paceña presentó el Proyecto de Ley Federal. El 26 de septiembre de 1898, el diputado paceño Isaac S. Campero leyó un proyecto de ley de necesidad de la reforma constitucional para declarar a Bolivia una República Federal Representativa.
El 29 de Noviembre, la Ley de Radicatoria fue promulgada. El 12 de diciembre se había constituido la Junta de Gobierno Federal, encabezada por el prefecto Serapio Reyes Ortiz, el coronel José Manuel Pando y Macario Pinilla. Tras esto, la guerra se desencadenó. En estas circunstancias, el coronel Pando contactó al jefe indio Zárate Willca para pedir su apoyo, quien le aseguró su respaldo con la condición de que aquél le proporcionara armas. El coronel Pando no se negó a esta petición, pero le pidió paciencia, ya que las armas estaban por llegar desde Lima, Perú. Benedicto Goytia llegó el 6 de enero de 1989; los cajones lo hicieron en número tal que cualquiera podría preguntarse por qué este paradójico país no se había armado con el mismo esmero en la triste contienda del Pacífico.

Mientras tanto, el presidente Fernández Alonso, consciente de lo que la posteridad le deparaba al país, movilizó a su ejército. Muchos jóvenes sucrenses de la alta sociedad se alistaron en las tropas constitucionales, ellos estaban totalmente convencidos de que conseguirían la victoria. El destino cambiaría pronto su triunfalismo por descorazonamiento.El escuadrón Sucre sufrió, por parte de la indiada, el primer ataque y la primera derrota el 22 de enero en Corocoro, de donde sus integrantes tuvieron que salir huyendo, dejando a los compañeros heridos. Así fue toda la trayectoria de los defensores de Chuquisaca: fracaso tras fracaso, no pudieron corroborar en los hechos la superioridad militar que poseían; derrocharon sus mejores ocasiones, les faltó inteligencia y coraje; no supieron tomar decisiones a tiempo y, cuando las tomaron, fueron desastrosas. Esta vez fueron los revolucionarios quienes tuvieron suerte, puesto que se fue organizando un ejército casi de la nada, forjado con una moral más alta y, gracias a los rifles Mannlicher, estaban en una posición envidiable.
Del 1 al 2 de marzo de 1899, en Ayo Ayo se consumó una masacre atroz por parte de los indios, quienes descuartizaron a sus víctimas sin piedad, causando el temor de sus propios aliados, los del Partido Liberal.

El 10 de abril de 1899 fue el día elegido casualmente tanto por el coronel Pando como por el presidente Fernández Alonso para poner fin a la disputa. El Ejército Federal abandonó Caracollo; sus miembros tenían previsto llegar a Oruro antes que terminara el día y entrar sorpresivamente en la ciudad. José Manuel Pando había movilizado a los indios para establecer un cerco invisible en Oruro. Por su parte, Severo Fernández Alonso y su tropa habían abandonado esa mañana Oruro, ya que tenían planeado llegar a Paria y pernoctar allí para atacar de sorpresa, presuponiendo que encontrarían al enemigo durmiendo en Caracollo.
Ambos bandos ignoraban que se encontraban en camino en sentido contrario, pero en una misma dirección. De repente, los soldados constitucionales comenzaron a disparar contra un grupo de indios que estaban en las proximidades de Paria. A medida que éstos se acercaban, pudieron divisar una gran masa de soldados mezclados con indios que se movilizaban en las leves alturas de dicha localidad orureña. Se pudo llegar y cruzar el pueblo, se anduvo una legua cuando se encontraron frente a frente con los federales. Fue así que, en “La batalla del Segundo Crucero”*, entre los caminos de La Paz y Cochabamba, ambos bandos encarnizados y sin cuartel pelearon por la victoria.

Los hombres del Presidente se encontraban desorganizados. Éstos carecían de disciplina. Los espacios que dejaban de soldado a soldado se notaban y se sentían; esta falta de andar compactos y moverse correctamente fue lo que debilitó a este ejército, aunque, al principio, lograron neutralizar y causarle bastantes daños al enemigo. Hubo un momento crucial en que el Ejército Federal empezó a retroceder debido a la superioridad absoluta de la artillería enemiga. Inexplicablemente, el batallón Sucre no entraba en combate, tardaba en contestar el fuego y retrocedía en vez de avanzar; los soldados empezaron a desparramarse en lugar de compactarse, lo mismo sucedió con los demás escuadrones. El escuadrón Alonso avanzó imprudentemente, llegando a tener un contacto cuerpo a cuerpo con el adversario, anulando de este modo la acción de las ametralladoras.
Esto dio la oportunidad a los federales de tomar la iniciativa. Comenzaron a avanzar, matando sin piedad al enemigo, adueñándose de las ametralladoras y cañones, de fusiles y municiones, de mulas y caballos que corrían despavoridos. Al notar que su batallón estaba siendo masacrado, Fernández Alonso bajó de la colina y se incorporó a la primera fila, esforzándose en señalar con el ejemplo e instando a continuar con el combate. El Presidente se negaba a aceptar la derrota que se hacía cada vez más evidente.

Paulatinamente, los gritos de victoria se confundían con las suplicas de rendición de los vencidos. El triunfador, sabedor de su victoria, ardiente de fe y sediento de sangre, seguía disparando a mansalva, y grupos armados perseguían a enemigos que habían tirado las armas al suelo y pensaban sólo en salvarse. Fernández Alonso estuvo hasta el último momento en una de las primeras líneas. Como éste se negaba a parar el fuego, el general Herrera se le acercó y le dijo: “Señor, vamos a ver si en Paria o siquiera en Oruro podemos rehacernos”. Destruido, aquél respondió: “¡Ése es nuestro deber!”. Incapaz de contener su sentir, un torrente de lágrimas se vació sobre su rostro. Seguidamente, todos empezaron la retirada, encabezada por el último presidente conservador.
Ya en Oruro, Severo Fernández Alonso quiso reorganizar su batallón, mas le hicieron notar que ya todo estaba perdido. No tuvo otra opción que mandar una orden a su banquero para que se pagara los gastos que había demandado la atención a los heridos y familiares, y proporcionar un estipendio a los soldados para que retornasen a sus hogares. Firmó su último decreto traspasando el mando y el cargo de Presidente de la República al Vicepresidente en ejercicio, don Rafael Peña.

El 11 de abril de 1899, el ex presidente Severo Fernández Alonso Caballero partió rumbo a Chile con su mujer, doña Filomena. El mismo día, el consejo Municipal aprobaba una ordenanza proponiendo el rango de General de División para el coronel Pando, con cargo de aprobación de la futura Asamblea Constituyente; asimismo, se voceaba una felicitación para la Junta de Gobierno y el Ejército Federal, vencedores en la causa del federalismo. Otra ordenanza proponía que la Junta de Gobierno declare la capital de la República a la ciudad de La Paz y citaba a todo el pueblo para los comicios del día siguiente, 12 de abril. El 14 de abril de 1899, la Junta de Gobierno decretó: “Artículo Primero, la ciudad de La Paz es la capital de la República de Bolivia. Artículo Segundo, el 6 de agosto próximo se reinstalarán en esta ciudad las altas corporaciones judicial y administrativa, con el mismo personal que actualmente funcionan”. Pando no estaba de acuerdo con este decreto, pues creía que el cambio de la capital de la República implicaría decretar una nueva guerra civil y ceder a los caprichos de un Departamento que deseaba saciar sus ambiciones hegemónicas de clase y de región. Amenazó con renunciar a la Junta de Gobierno Federal si esto se realizaba. Al final, se hizo la voluntad del general Pando, pues él había ganado la Guerra Federal, y no La Paz. Consolidado el poder, integrado nacionalmente el régimen liberal, liquidado el sistema conservador, y sus representantes humillados y vencidos, Pando renunció a la Junta de Gobierno, pidió la convocatoria a la convención constituyente y se alejó de las funciones administrativas, a la espera de su consagración constitucional. En rigor, el jefe de los liberales no quería federalismo en un país tan desigual en sus rentas, recursos y culturas. Pensaba que el federalismo sería suicida para las regiones pobres del país. Sin embargo, mantenía su hipótesis de aplicarse un centralismo bien entendido con un ejecutivo fuerte. En la Convención Nacional de 1899, en Oruro, José Manuel Pando fue elegido Presidente de la República por 55 votos sobre un total de 57. Fue aquí que, con el voto de desempate de quien ejercía la presidencia, se decidió postergar el asunto de la forma federal del Estado para una futura legislatura. *El Segundo Crucero era una pampa uniforme en la que la cebada crecida y la cebada cosechada formaban cuadros simétricos de contrastes oscuros y claros. Se encontraba en la intersección de los caminos de La Paz y Cochabamba.
Por: María Belén Mendivil Saucedo
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