Cantango por dentro
"Cantango por dentro: leve autopsia"
Por Daniela Renjel
El viaje, punto de inicio y generador de un “a partir de…”, es el suceso que pone en movimiento la experiencia de Cantango por dentro. Un viaje que revierte la idea de viaje, ya que no hay ningún tipo de aterrizaje. Se trata de un viaje al revés, como tantas cosas en la novela, donde lo importante es deambular en torno a centros y colapsarlos, a tiempo de mostrar lo que había estado tanto tiempo pobremente explorado en la narrativa contemporánea boliviana. Julio de la Vega actúa, desde un imaginario común, pero no tanto; un narrador (¿acaso?) inteligible, pero no tanto, y una escritura que relatando sucesitos detrás de una aparente inocencia, desfonda la normalidad de la vida de un adolescente enamorado y mal correspondido – el tipejo- y una mujer infiel: Blackie Clair.
Cantango por dentro se constituye en el punto culminante de la ruptura que De la Vega ya había iniciado con Matías, el apóstol suplente con la narrativa excesivamente referencial que todavía se venía haciendo en Bolivia. A partir del viaje al revés que ofrece Cantango por dentro desfilan ante nosotros dos aspectos básicos: la polifonía humorística y crítica con que el autor trabaja la narración, la historia, la literatura, los valores y los problemas que hacen hombres a los hombres y, por otro lado, la creación de un momento histórico que tiene la facultad de insertarse como tal, pero escaparse, al mismo tiempo, de la propia historia. El mayor logro de la novela es el de establecer un diálogo paródico con el texto universal desde lo eminentemente boliviano. Lo mismo ocurre con los personajes: todos se dan la mano –cuando no más (ya que ¡de portarse mal se trata!, como señala Marcelo Villena en Las Tentaciones de San Ricardo)- con mayor oxígeno, al establecer relaciones en espacios distintos al costumbrista o reivindicacionista. Las cosas son como son y no pretenden ser cambiadas, sino recorridas. El motor de esta propuesta es el adolescente que a partir del viaje –lo que representa el desgarro con su lugar y pasado- se inicia en amores buscando ser correspondido, pero también sufrido, para poder cantar mejor por dentro sus desdichas bajo la influencia sincrónica de Gardel, el cine y las tonadas criollas. Pareciera así que todo se reduce a una búsqueda poética, pero hay más. Si “el tipejo” es el sujeto de evolución que cuestiona a todos los lectores, es debido a su peculiar educación sentimental llevada a cabo por la vecina –la nunca bien ponderada Blackie Clair, símbolo de la sexualidad inteligente, del humor en la cama y la reflexión a partir de la infidelidad-, lo que termina por ilustrarlo en el discurso de la cantidad, la variedad, la alteridad y el lado amable de lo que significa tener muchas caras, muchos cuerpos y muchos discursos para, lejos de hacernos simplemente ambiguos, consolidar una proyección universal desde todos los códigos nacionales que nos constituyen
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home