viernes, abril 25, 2008

El Señor de Eldorado




El personaje central de la novela de Alcides Parejas es Juan de la Riva y Cuevas, español, nacido en 1527 en un pequeño pueblo de Extremadura, que a los 17 años decide dejar todo para cumplir su gran sueño. Lo que anhela con todo el alma es viajar al Nuevo Mundo, a forjarse un futuro diferente. “Desde el primer momento en que me acerqué a la historia de América, me llamó la atención todo lo que estaba alrededor del hombre europeo conquistador, esa extrañísima mezcla de hombre medieval y renacentista, que está anclado en el medioevo, en las leyendas y que sin embargo propone ideas revolucionarias y modernas”, expresa Parejas, intentando explicar el porqué de la temática de su obra.
En la novela también hay un personaje paralelo, que a finales del siglo XX y principios del XXI retorna a España, convertido en un ‘sudaca’, para encontrar los orígenes de Juan de la Riva y Cuevas, su antecesor.
En medio de toda esa fascinación por llegar a las tierras descubiertas por Cristóbal Colón y por desandar la historia, está la leyenda de El dorado, aquella que inspiró muchos hombres y que fue causante de infinidades de aventuras a lo largo y ancho de nuestro continente. “Es una leyenda que salta por toda Sudamérica, que tiene diferentes versiones pero que siempre gira en torno a una sola cosa, el hombre que se realiza a sí mismo”, explica el escritor.
Si bien se trata de una ficción, la obra de Parejas navega sutilmente entre dos aguas, entre lo que ha sido fruto de su imaginación y lo que forma parte de la historia de la conquista y colonización de América. Así, a lo largo de su travesía, Juan se encontrará con personajes ‘de carne y hueso’, como el rey Felipe II (“monarca del imperio moderno más grande del mundo”) o el mismísimo Ñuflo de Chaves, “un conocido de su padre y originario de una aldea que quedaba a pocas leguas de la suya”. Es más, Juan será uno de los testigos y fundadores de Santa Cruz de la Sierra, aquel 26 de febrero de 1561. Y al final de la obra, encontrará Eldorado al que anhelamos todo y se lo dirá de tú a tú a Felipe II, a través de una carta, que sirve de epílogo en la narración.



(Información tomada de el periodico boliviano llamado El Deber)
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