domingo, julio 03, 2011

MAGNÍFICAS Y MISES, DESECHABLES



Desde que Pablo Manzoni (Pablo Mamani en aymará) con la mochila al hombro, se le ocurrió eso de las magnificas y a la señora Gloria Limpias (muy seguros no estamos de su pristino apellido), los concursos de belleza para mises de todo y de nada, los bolivianos, no hemos dejado de tener chicas para consumir, para anunciar, para mirar, para criticar (como fue el caso de la Piñeiro y los añitos que se rebajó para ganar el mis Bolivia 2010). Tenemos chicas para colgarlas en un almanaque, para enseñar sus dotes, para corromper a políticos y empresarios. Tenemos ya las chicas necesarias para el siglo, para todo el año, para el mes, para la semana, para el día. Pero, menos mal que existen quienes no caen encandilados por esa farsa mercantil, de las magnificas y mises, luciendo sus magníficos troncos. María Galindo, la versión femenina de Bukosky, les ha dado dura pelea a los magnates de la belleza plástica (incluida la cirugía) en Bolivia: el señor Manzoni y la señora Limpias.

Eso de la aceleración postmoderna ofrecida en los concursos, ya va siendo cada vez más una tontería; nada más consiste en hacer creer a las niñas ingenuas, que pueden cambiar de ropa interior tres o cuatro veces cada día; de coche tres veces cada dos años y de hombre una vez cada fin de semana, por supuesto, dependiendo del pavo. Claro, y lo más aberrante es que les hacen creer a las pobres que debemos cambiar de presidente cada 20 o 30 años.

Bueno, visualmente uno cambia de apetencias (chicas) a cada rato. Pero eso del negocio de la belleza está de buen tamaño. Y claro, como en Bolivia ya somos muy modernos, nos damos cuenta muy rápido de las diferencias en las chicas mercancía de un año a otro. Las magníficas y candidatas a mises del año pasado, eran un poco más domésticas; las de este año, como que las quieren hacer ver un poquito unas duquesitas, pobres pero progres, como si sus madres les hubieran bordado en los pañales una corona. Así, los eventos de belleza terminan siendo un festín de merluzas, una aglomeración para los ambiciosos, cuando la gran ambición que deberíamos tener los bolivianos debería ser la libertad.

Qué bien has dicho María G., que la liberación femenina, no pasa por un modelo nuevo de auto, un peinado carísimo, un vestido de lentejuelas, un contrato fotográfico para un almanaque o la imagen de una empresa o una portada para un desnudo, ni tampoco la chequera de algún sadomasoquista magnate. Pablo Manzoni y Gloria Limpias hacen chicas para echarlas al basurero, como esas toallas higiénicas que anuncian en la tele. Pablo Manzoni y Promociones Gloria, sólo le ponen precio a la belleza boliviana, en pocas palabras, promocionan rosas para que caigan en el wisky, la droga, la liposucción, la carnicería plástica o una aventura nocturna bien recompensada. A ver qué hacemos con tantas magníficas y mises, desechables y una democracia aparente.



Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filósofo
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