lunes, junio 13, 2011

Paz Soldán : " Norte refleja la lucha entre las pulsiones de crear y destruir"




Por Sandra Arias


En una primera impresión y bajo el antecedente de que uno de los personajes, apodado en la vida real Railroad Killer, es un asesino en serie que estuvo entre los más buscados del FBI, parecería que el lector está ante una novela de corte policial; pero a medida que avanza, el temor, la incertidumbre, el desarraigo, la sensación de eterno vacío y de soledad van apareciendo en una obra en la que los personajes, que en primera instancia parecen tan disímiles entre sí, van entrelazándose a través de símbolos, a través de su sentimiento de desarraigo. Jesús, el migrante mexicano convertido en un asesino despiadado y obsesionado con su hermana; Michelle, la estudiante de Literatura que mientras trabaja de camarera lucha por crear un cómic y con su relación autodestructiva con su maestro, y Martín Ramírez, el migrante ilegal que dentro los muros de un manicomio da rienda suelta a su creación artística que es lo único que lo libera de sí mismo.



Esos son los personajes de “Norte” donde Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967) quien se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de Alabama-Huntsville (EEUU) e hizo un doctorado en Lenguas y Literatura Hispana en la Universidad de Berkeley. Aactualmente es maestro de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell.



“Días de papel” , “El delirio de Turing”, “Las máscaras de la nada” y “Amores imperfectos” son algunas de las obras de este autor cuya producción literaria le ha hecho merecedor de premios como el Premio Juan Rulfo y el Premio Nacional de Novela de Bolivia.



Lecturas (L): ¿Cómo fue el proceso de “concepción” de “Norte”?



Edmundo Paz Soldán (EPS): Estados Unidos es un país inmenso y yo quería escribir sobre esos seres que se pierden allí. Esos inmigrantes que vienen con muchos sueños y terminan perdiendo el ancla de su comunidad de origen, su lenguaje, sus afectos.



Quería escribir sobre ese desarraigo vital presente en la sociedad contemporánea. En mis primeras versiones había siete historias de personajes que se cruzaban, pero eran historias muy dispersas así que la novela no iba a ningún lado. La dejé, y luego de un tiempo me topé con Martín Ramírez y volví a la idea original de la novela, pero de una manera más acotada, con solo tres historias principales, quizás no conectadas al nivel de la trama pero sí al nivel de la temática y los símbolos, todas girando en torno a la violencia, a la frontera, a la locura.



L: ¿Por qué combinar violencia, migración y creación artística en una obra?



EPS: Desde mi anterior novela, “Los vivos y los muertos”, que me interesa explorar las raíces de la violencia en los Estados Unidos. Pero en “Norte” no quería repetirme, así que busqué otro espacio donde la violencia es fundamental, y apareció la frontera. La creación artística es el reverso de la violencia. La novela, en el fondo, presenta la lucha entre esos impulsos que nos definen, las pulsiones de creación y las de destrucción.



L: ¿Hay una relación inevitable entre la migración, el sentimiento de fracaso y la violencia que domina el mundo de los persona



jes? ¿No sintió temor de alentar el prejuicio de que el migrante es violento?
EPS: Un novelista no trabaja en base a generalizaciones sino en base a personajes individuales. Jesús está basado en un personaje real, lo que quería es meterme en la complejidad de su conciencia siniestra; que alguien generalice a partir de ahí que yo indico que el migrante es violento es problema más del que generaliza que mío. Son riesgos de la escritura y hay que asumirlos. En cuanto a la relación inevitable que mencionas, por supuesto que no lo es, de hecho yo creo que la historia de Martín es la de un gran triunfo personal. Aislado y todo, con todas sus limitaciones personales, el logró construir una obra artística que ha quedado. Él para mí es el grado cero del creador, tan obsesivamente dedicado a su creación que nada de su entorno tan duro importa.



L: Son 20 años afincado en Estados Unidos ¿qué hay de personal en la obra?



EPS: Supongo que lo más personal tiene que ver con los capítulos que giran en torno a la vida en la universidad. Pero hay otras formas indirectas de que una novela sea personal, y tienen que ver con los miedos y los deseos que aparecen en las secciones de la novela aparentemente más alejadas de mi cotidianeidad.



L: A pesar del tiempo transcurrido ¿todavía siente la ansiedad y el temor que reflejan sus personajes?



EPS: No sé si ansiedad y temor. Sí algo de desasosiego existencial, y también la sensación de estar siempre mirando las cosas de manera extrañada, con un pie adentro y otro afuera, lo cual no sé si es bueno para la vida cotidiana pero sí sirve para la literatura.



L: La forma en la que se describe el sadismo de Jesús, el asesino serial, es bastante cruda y su discurso deja entrever rasgos de locura ¿cómo construyó el personaje?




EPS: Me costó encontrar un tono. En las primeras versiones no quería describir la violencia con minuciosidad, pero sentía que faltaba algo. Jesús era un asesino muy culposo, muy melancólico. Luego leí un par de libros sobre la mentalidad de los psicópatas, y descubrí que lo clave para entender a un psicópata es que carecen de empatía. A partir de ahí entendí que Jesús no sentía culpa por sus crímenes y más bien se creía un iluminado del mal. Era claro que sufría de trastornos mentales. Y la crudeza de la violencia la vi como necesaria para poder trasmitir de manera visceral la perversidad de un personaje así.



L: ¿Por qué el pintor loco, la escritora casi frustrada y el asesino en serie, todos separados por el tiempo, tienen como obsesión común los trenes?



EPS: No quería una novela en la que las historias de los diferentes personajes estuvieran conectadas a través de la trama.



Quería algo más suelto, que las conexiones ocurrieran a partir de símbolos. El tren, en ese sentido, es un símbolo clave. Esta es una novela de desplazamientos y cruce de fronteras, el tren representa eso.



L: ¿En qué ha cambiado la percepción que tiene del migrante la sociedad norteamericana?



EPS: Cuando la economía está en crisis el migrante es demonizado como alguien que le quita trabajo al ciudadano legal. Aparte de eso está el hecho de que esta nueva migración es masiva y se trata de gente que no quiere perder su cultura, su lenguaje. Por eso el migrante es visto en Estados Unidos como sospechoso de no querer integrarse a la sociedad.



L: En “Norte” y en “Los vivos y los muertos” (2009) priman el drama y la complejidad interna de los personajes ¿marcan una nueva tendencia para su producción literaria?



EPS: Me interesa cada vez más explorar la subjetividad de los personajes. Me atraen los estados alterados de conciencia, por lo difícil que resulta narrarlos. Quiero contar el horror de la violencia, y para eso hay que sumergirse en patologías y psicopatías oscuras.



L: ¿Qué cree que prima en la narrativa actual latinoamericana?



EPS: Una fascinante variedad.
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