Crónicas de un investigador : La historia novelada de Julio César Quiroz Veliz
Por Juan Pablo Rodríguez Camacho
Policial. Crónicas de un investigador
Julio César Quiroz Veliz es un detective que decidió publicar sus casos más destacados desde su época como oficial de la Policía y cómo investigador privado. Con una trayectoria de más de 30 años, revela la intimidad de uno de los oficios que la literatura convirtió en un género cautivante. Brújula hace una revisión de Crónicas de un investigador.
Cuando se llega a la escena de un homicidio se hace un rauteo (marcar el lugar donde se encuentra el cadáver), para que el investigador regrese al lugar y realice el peritaje. El detective revisa el sitio e imagina lo que haría si quisiera victimar a alguien y qué conducta tuviera si fuera atacado, o sea, tiene que suponer tres personalidades: la de atacante, la de víctima y la de investigador. Todo esto para atar cabos.
Durante 20 años, Julio César Quiroz Veliz realizó este ejercicio. “incluso hay que hablar con el muerto”, explica este ex sub oficial 2do., que esclareció crímenes desde 1978 hasta 1998 en la División Homicidios en la Policía Nacional. “Vengo de una familia de investigadores, mi padre y mi madre trabajaron en la Policía, es mi esencia”, agrega Quiroz, que a partir de 2000 es detective privado, en su propia Agencia de Investigación.
Y a pesar que desde 1996 publica novelas policiales como Con las horas contadas, El Sueño de la libertad (1998) y Operación en Rhode Island (2005), es la primera vez que decide narra hechos verídicos que esclareció, revelando casos que durante años permanecieron bajo el rótulo de ‘Confidencial’. “Me llevó muchos años decidirme a escribir esta serie de relatos; luego de meditar por algún tiempo, pude reunir el suficiente valor para aceptar el riesgo profesional”, afirma.
En Crónicas de un investigador, libro que contiene 19 historias más un glosario de términos policiales y del hampa criminal, Quiroz narra en primera persona casos que bien podría protagonizar Santiago Blanco, el personaje que el escritor cochabambino Gonzalo Lema ideó en su saga policial (Un hombre sentimental, Dime contra quién disparo y Fue por tu amor, María). Blanco es una especie de Sherlock Holmes criollo, dijo alguna vez Adolfo Mier Rivas.
Y es que las historias policiacas son muy seductoras, no por nada los célebres escritores argentinos Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges eran aficionados al género. Es más, editaron una selección de sus ficciones favoritas con el título de Los mejores cuentos policiales, una antología que reúne obras de Agatha Christie, Eden Phillpotts, H. Bustos Domecq, Graham Greene, William Faulkner, Arthur Conan Doyle, Edgar Allan Poe, Gilbert K. Chesterton, Robert Louis Stevenson, Anthony Berkeley y Georges Simenon.
Además, cabe destacar a otros maestros del género como Raymond Chandler, James Ellroy, Maj Sjöwall, Robert Bloch, Dashiell Hammet, Stieg Larsson, Henning Mankell, Hillary Waugh, Ross McDonald. Y en Iberoamérica resaltan Alicia Giménez Bartlett, Francisco González Ledesma, Vázquez Montalbán, Milton Fornaro, Fernando López, Lucio Yudicello y Ramón Díaz Eterovic.
La literatura policiaca es un género poco cultivado en la narrativa boliviana, sin embargo sobresalen obras de Juan de Recacochea, Wilmer Urrelo, Edmundo Paz Soldán y Gonzalo Lema.
Sin embargo, en Crónicas de un investigador no hay un uso literario del lenguaje como en las ficciones de escritores, sino más bien, una narración parecida a la que se utiliza en un informe policial o en actas judiciales, esto hace que el lector tenga una sensación de revelación.
Y vaya que son revelaciones. Quiroz se atreve a develar la aprensión que hizo a tres ‘novios de la muerte, un grupo de mercenarios extranjeros comandados por el alemán Klaus Barbie, un criminal de guerra nazi, que manejó la inteligencia del país en la dictadura de Luis García Mesa.
Quiroz se ocupó por casualidad de la detención del francés Jean Leckler, de la captura de Fernando Monroy Mungia, que según Quiroz, dirigió el ataque a la sede de la COB en la ciudad de La Paz, el 17 de julio de 1980, donde fue asesinado Marcelo Quiroga Santa Cruz. Y la del alemán Herbert Koplin, un armero nazi líder de ‘los novios de la muerte’.
Además de casos como el de Los Metralleta, una banda que atracó librescambistas y los asesinó, o el de Julio Calvimontes Schulber, un extorsionador de homosexuales, que fue calificado como psicópata ya que declaró: “para mí matar a un hombre es como aplastar un mosquito”; o la protección a los informantes. “Los informantes son los oídos y los ojos del policía en la calle”, señala.
Pero no todas las historias están relacionadas con sangre, de su etapa como investigador privado, Quiroz relata los casos una empresa familiar que sufrió el robo de $us 100.000 por uno de sus propietarios, la falsificación de una marca famosa de shampoo o el descubrimiento de la homosexualidad de un ministro de estado por parte de su esposa. Obviamente, Quiroz se reservó los nombres reales de estos casos.
El investigador dice no tener enemigos. “He tratado de concientizar a los aprehendidos, reflexionan y se van con un apretón de manos a la cárcel”, explica.
Finalmente, Quiroz afirma que su oficio es como el juego del bandido y el policía. “Si te tocó perder, pierdes, no hay vuelta
Fuente de la informacion : "Artículo publicado en Brújula, suplemento cultural del Diario Mayor EL DEBER Santa Cruz de la Sierra - Bolivia, Sábado 8, enero de 2011"
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