“Desquiciados, maníacos, diferentes” : Lo nuevo de Jaime Nisttahuz
Nisttahuz, ajuste de cuentos (o reseña de su libro “Desquiciados, maníacos, diferentes”, de la editorial Correveidile)
Por Ricardo Bajo H.
Jaime Nisttahuz escribe en primera persona. La de un viejo verde, con un estilo escueto y directo para retratar la cotidianeidad de su universo narrativo: oficinas, funcionarios, culos, chequeadores infieles, asesinatos, pistolas, viajes y secretarias cachondas. Y trago, plomeros, hogares aburridos, barrio, puestos de libros en el callejón y noches paceñas de alcoholes y mujeres. “Desquiciados, maníacos, diferentes”, su nuevo libro de cuentos publicados por la editorial Correveidile, nos trae de vuelta las dosis habituales y características de humor sarcástico, de “ajuste de cuentos” con el pequeño microcosmos de la literatura boliviana, de pesimismo existencial, de retrato del hastío, de nostalgias y sexo, mucho sexo.
El humor (“Mi mujer hizo el famoso locro, demasiado nombre para una sopa de pollo con huevos entremedio”) es un rasgo de la literatura de Nisttahuz, salpicado siempre por los paceñismos inconfundibles como ése que dice “vamos a heladearnos un cacho” en las tardes soleadas de La Paz. El humor irónico, negro, “sui generis” de Nisttahuz casa con su visión machista del mundo y con su tono políticamente incorrecto: “¿Rosemery se llama tu perra? Sí. Debes estar vengándote de alguna mujer. Al contrario, es para recordarla cada vez que ladra”. O este juego de palabras, otro rasgo identitario: “Creo que todos, y especialmente las mujeres, se dan cuenta que Rosángela me domina y que la amo como adolescente. Dicen con sarcasmo que padezco cirrrosis, porque siempre respondo: Sí, Rosy”.
Nisttahuz, viejo pícaro, aprovecha también para cobrar. Para cobrárselas a “la mayoría de los bolastristes de nuestros narradores bolivianos”. Especialmente en relatos como “Jurados” o “Carta abierta”.”Hay jurados tan autosuficientes, que lastiman la sensibilidad. Bobiano Sobrani solía reiterar: Puedo escribir un libro de poemas como éstos en un fin de semana. Se refería a los presentados en un concurso. Y es cierto: en todos los libros que ha publicado Sobrani, no he encontrado un poema o un cuento que se pare. Debe haberlos escrito en un fin de semana. Debe pagarse a quien conforma un jurado. Pero como hay tanto figurón que se ofrece gratis, entre ellos la Chancha , los entendidos están jodidos. No requieren sus servicios. Los premios resultan así, cualquier cosa”.
Pero antes del humor y las autoreferencias al mundillo literario de cada día, está el sexo hedonista. Un erotismo a flor de piel, esencialmente “felliniano”, de culos grandes y pecados de motel. En la mayoría de los 33 cuentos que componen “Desquiciados, maníacos, diferentes” se cuela una cerveza, un singani, una oronda silueta femenina, bajando o subiendo las escaleras, entrando o saliendo del bar o la oficina, paseando. Nisttahuz considera el cuento como una reflexión o una incitación a reflexionar, capacidad que lamentablemente se dispersa en la novela”. Si esto es así, los cuentos de Nistthauz invitan al deseo, como “modus leyendi”.
Y extrañamente paralelo a este canto al goce, al placer (o quizás porque éste es usado como escapatoria, como fuga de un mundo plano y sinsentido) la literatura de Nisttahuz se hunde como honda amargura en un pesimismo cotidiano dominado por pistolas, muerte, conflicto, nada, violación, ultraje. Sexo y muerte, en un guiño “passoliniano” para que el viejo verde y pícaro despierte soñándose que sigue vivito y coleando.
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