Conversando con el “Soldado” Terán : “Cada poeta en su cueva”
A juicio del laureado poeta boliviano Antonio Terán Cabero, no existe en su país corrientes o movimientos generacionales en la poesía, como en la década de los 40. “Cada poeta en su cueva” dice. Se debe precisamente al aislamiento y la insularidad de los poetas, subraya.
Hace dos años cuando me encontraba de vacaciones en Bolivia, tuve la oportunidad de asistir a encuentros, reuniones y tertulias literarias. En esos andares por la vida, me topé con gente que solamente los conocía de nombre por haber leído sus libros. En la ciudad de Cochabamba, en un café bohemio, tuve la gran suerte de encontrarme con el poeta cochabambino Antonio Terán Cabero, apodado “El soldado Terán”. Un hombre culto, con sentido del humor, humildad en su forma de ser y capaz de dar consejos a poetas de la nueva generación. Nos encontramos varias veces en mi estadía en esa bella ciudad.
Antonio Terán Cabero, ganador del Premio Nacional de Poesía “Yolanda Bedregal” 2003 con su obra “Boca abajo y murciélago”, se convirtió en un amigo más. Este hombre, de estatura mediana, causó mucha curiosidad en mi persona. Había vuelto a Bolivia después de 18 años. Y, naturalmente, deseaba saber cómo andaba la poesía por esos lares, causa que me llevó a entrevistarlo. Debo reconocer que me siento orgulloso por esta entrevista, ya que Antonio Terán no suele acudir a este tipo de cosas. En medio de la conversación me dijo: “tengo cierta reticencia a toda forma de entrevista sobre mi vida y mi obra, si tal puede llamarse”. Estas palabras de humildad, no expresan sino el grado de sencillez que le rodea a este hombre. Veamos, pues, que es lo que nos dice acerca de la poesía y literatura boliviana.
Javier Claure: Háblame de tu producción poética. ¿Por qué empezaste a escribir poesía?
Antonio Terán: Mi producción poética es muy reducida y se limita a seis libros. La mayor parte de lo que escribo se va al cesto de los papeles inútiles o se guarda en cajones que no he revisado, ni creo visitar algún día. Desde “Puerto imposible” hasta “Boca abajo y murciélago”, pasando por “Y negarse a morir”, “Bajo el ala del sombrero”, “Ahora que es entonces” y “De aquel umbral sediento”, los críticos amistosos han encontrado una larga exploración de los mismos temas: el amor, el tiempo, la memoria, la caducidad de las cosas y la validez de las palabras. Se diría un solo poema que se extiende en diferentes sentidos.
No hace mucho, Roberto Echazú, el bohemio poeta tarijeño, respondió así a su amable entrevistadora: “Que por qué escribo?. Por joder, mijita, por joder”. Así me guste mucho la escritura, no podría yo suscribir esta respuesta. Simplificando bastante sospecharía que los poemas son mi otra voz que pugna por abrirse paso en medio de la mesocracia imperante, el mundo trivial, mediocre y pestilente.
J.C: Tengo entendido que formabas parte de la segunda “Gesta Bárbara”. ¿Qué recuerdos rescatas de esa época?
A.T: Es cierto. Pertenecí a la segunda “Gesta Bárbara” que se fundó por el año 1944, con el mismo ímpetu iconoclasta y renovador de la primera que presidieron Carlos Medinaceli y Gamaliel Churata. Y que rindió (la primera) ferviente homenaje al modernismo y fue intransigente en el análisis de la situación cultural del país y de Hispanoamérica. Se defendió el indigenismo y se apuntó dardos contra la realidad política y social de Bolivia. Mi generación también alimentó inquietudes revolucionarias que nacieron en la Guerra del Chaco y culminaron en la Revolución de 1952. Además, transitamos, literariamente, las sendas de Herrera y Reissig, Lugones, el romancero español, la poética juanramoniana y las vanguardias europeas.
La obra de algunos de los “Bárbaros”, de la primera y segunda “Gesta” ha sido comentada individualmente. No se vislumbra todavía una valoración crítica del conjunto, como dos manifestaciones generacionales que sacudieron anquilosadas estructuras culturales. Y como consecuencia, removieron la espesa e inerte atmósfera marcada por la abulia intelectual o la reverencia a las momias literarias.
J.C: ¿Qué elementos están presentes en tu poemario “Boca abajo y murciélago”?
A.T: “Boca abajo y murciélago” mereció el Premio Nacional de Poesía, y me otorgó cierta “notoriedad” por primera y supongo que por última vez en la vida. Hasta ahora el libro no ha sido comentado por crítico alguno. Así están los tiempos y el ambiente por aquí. Cualquier análisis me hubiese ayudado a responder tu pregunta. Sin embargo, me atrevería a sugerir que “Boca abajo y murciélago” abunda más que otros textos de mi autoría. Sobre todo cuando se trata de preocupaciones sobre la validez del lenguaje o de las palabras para encarnar en la vida.
J.C: Has dicho que la poesía, quizá esta destinada a élites culturales. ¿Qué se pudiera hacer, según tu opinión, para que los versos también lleguen a las clases sociales más bajas?
A.T: La poesía (entendida como la poiesis griega) y, en nuestro caso, más propiamente el poema, entraña cierta formación cultural y cierta sensibilidad que no están al alcance de todos. Mucho menos en esta época deshumanizada o en países enfermos de pobreza y de ignorancia. Conste que cuando hablo de élites culturales, no me estoy refiriendo a grupos académicos. Tampoco niego que las haya en algunas comunidades indígenas, como pervivencia de valores ancestrales y de altísimo significado cultural. Supongo que los poetas se adhieren plenamente a las demandas de los movimientos sociales. Ellos también son parte de la exclusión social.
En una novela de Dumas hay este diálogo entre el Rey de Francia y un político liberal de aquel tiempo:
- Me han dicho que sois igualitario!
- Así es, Sire. Creo en la igualdad, pero no en la igualdad que rebaja, sino en la que eleva.
J.C: Bolivia es un país con una serie de conflictos sociales. El escritor, el poeta y el artista en general tienen mucha dificultad para publicar, o hacer conocer sus trabajos. A tu juicio ¿Qué papel juega el Internet para los poetas y escritores que quieren dar a conocer sus obras?
A.T: Con excepciones, los escritores y poetas en Bolivia son económicamente pobres. Y si tienen que depender de un empleo para comer y vestirse, es imposible que puedan publicar sus libros con su propio dinero. Las editoriales ni el Estado se interesan por costear la publicación de poemas, por ejemplo. Tampoco hay compradores de poesía. La gente y los analfabetos funcionales no leen sino trivialidades o las cifras de sus cuentas bancarias. Intuyo que Internet es o puede ser un valioso medio de difusión, pero ignoro si reporta alguna compensación monetaria a los creadores literarios.
J.C: ¿Cómo entiendes la poesía contemporánea en Bolivia?
A.T: EL modernismo que se prolonga en Bolivia hasta la mitad del siglo XX, está aún manifiesto en la mayoría de los poetas. Pero ojo, despojado de los excesos europeizantes y del afrancesamiento dieciochesco. Mucho tuvo que ver en ello, la posición estética de la primera “Gesta Bárbara”. Pero están también, ahora, aquellos creadores que, habiendo pasado por las experiencias vanguardistas, se enfrentan con las nuevas formulaciones del pensamiento universal contemporáneo. Esta claro que las preguntas fundamentales del hombre, no han tenido hasta ahora respuesta. Pero es otra la manera de plantearlas y de expresarlas en el poema. Los poetas viven otras experiencias que estuvieron vedadas a sus antecesores. La poesía es un arte temporal, la palabra en el tiempo, como quería Antonio Machado.
En Bolivia, por el momento, no existen corrientes o movimientos generacionales como lo fueron las dos “Gestas Bárbaras”. Salvando ciertas afinidades excepcionales, no se advierte un efecto irradiador de una poética central. De una poética que contenga y englobe una producción homogénea y colectiva. Tampoco en otros lugares del planeta, que yo sepa. Cada poeta en su cueva, como se dice. Sin que este hecho signifique que las obras pierdan en intensidad. Y hasta es posible que esa intensidad se deba precisamente al aislamiento y la insularidad de los poetas. Archipiélago sería la palabra más cercana. Y “archipiélago” no es distanciamiento absoluto, para quien sepa surcar las aguas que circundan y enlazan esas islas. En cualquier caso, debo aclarar que esta es mi visión caleidoscópica y personal.
J.C: ¿Por qué te llaman soldado Terán?
A.T: Mi presencia literaria en “Gesta Bárbara” coincidió con mi servicio militar obligatorio. Los domingos había recitales muy concurridos a los que yo asistía de uniforme. El mote no tardó en llegar: “Soldado y Poeta”. Y se quedó para el resto de mi vida civil.
J.C: Por último, y según tu experiencia. ¿Crees que existe alguna frontera entre el poeta y el poema?
A.T: Esa frontera existe, estimado Javier, cuando el poema se independiza de lo meramente auto-biográfico y estrechamente sentimental. Entonces se explora otras dimensiones. “Hay otros mundos, pero están en este”, decía Eluard. Las palabras vienen de afuera, salen de adentro, pero también hacen lo que quieren. Porque las palabras no son inocentes y menos un instrumento servicial. El yo poético deja de ser un yo personal y se pone a ver y decir lo que está detrás de los espejos. De todas maneras, se trata de una frontera permeable.
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