Ocho preguntas a un poeta orureño
Por Javier Claure Covarrubias
Su mundo está poblado principalmente de poesía, pero también ha investigado en el campo de la antropología y el folklore. Alberto Guerra Gutiérrez, orureño hasta los tuétanos, ama su terruño entrañablemente. Su obra se nutre de Oruro y su famoso carnaval, de la naturaleza, del Tío de la mina, de lo social, de mitos, de la pobreza en los campamentos mineros, de las culturas andinas y de los ideales que el tiempo va marcando. Toda su vida ha dedicado a la literatura y al trabajo cultural. Por eso no es nada raro que haya ocupado cargos importantes en el ámbito de la cultura. Ha sido condecorado con varios galardones por instituciones públicas y privadas.
Fue miembro del importante movimiento cultural “Segunda Gesta Bárbara”. Participó en el Primer Encuentro de Poetas y Narradores Bolivianos en Europa, que se llevó a cabo en Estocolmo, 1991. Es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua. Ha publicado los siguientes poemarios: “Gotas de luna”, “Siete poemas de sangre o la historia de mi corazón”, “Baladas de los niños mineros”, “Yo y la libertad en el exilio”, “La tristeza y el vino”, “Manuel Fernández y el itinerario de la muerte”, “Hálito que se desgarra en pos de la belleza”. Además, publicó: “Eglóga elemental y una revelación de íntimo recogimiento”, “Antología de poesía de amor”, “Chipaya” (libro sobre la cultura chipaya), “La poesía en Oruro, Antología”, “Con lápiz de humo”, “El tío de la mina” y “Estampas de la tradición de una ciudad”. Tiene en preparación “Antología del carnaval de Oruro”.
Alberto Guerra Gutiérrez nos entrega, entre otras cosas, una visión de las culturas de la región andina y sus costumbres. Entre tarkas, bombos, zampoñas, pinquillos y ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) ha logrado crear un mundo literario propio.
Esta entrevista tiene como objetivo conocer parte de su quehacer literario.
Javier Claure: ¿A qué edad te iniciaste en la poesía?
Alberto Guerra: Seguramente a los 13 años, cuando tuve la suerte de contar en quinto básico, con un profesor que puso en práctica un programa de iniciación en el manejo y recuento de sílabas. La combinación de acentos, como base de la composición poética, fue una práctica a la que me sometí con entusiasmo. Encontré en ese ejercicio una gran satisfacción y elegancia en el manejo del lenguaje.
J.C: ¿Podrías contarme algo de tu generación poética?
A.G: En mis estudios secundarios, conocí a un compañero con las mismas inquietudes literarias que me animaban. Èl tenía mayor experiencia en el campo literario. En 1947, me condujo a un centro de amigos del cual formaba parte. En esa oportunidad, me presentó a sus miembros que resultaron ser componentes de la “Segunda Generación de Gesta Bárbara” en Oruro. Entre los cuales podemos citar a: Humberto Jaimes Zuna, Ricardo Lazo Reyeros, Héctor Borda Leaño (mi conductor) y Fernando Berthin Amengual. Posteriormente ingresé a este movimiento que fue creciendo con el tiempo. Otras personas que formaron parte de “Gesta Bárbara” fueron: José María Miranda Siles, José Rovira, Luis Guerra, Fernando Borda, Raúl Gil, René Reyes, y Óscar Sevillano. Unos eran poetas, pintores y otros cultores de la literatura.
J.C: El movimiento cultural, al cual pertenecías, editó diez números de una revista literaria, titulada también “Gesta Bárbara”. ¿Cómo y por qué nació la idea de crear esta revista?
A.G: Once números en realidad; publicados, desde 1918 a 1926, en Potosí bajo la dirección de Carlos Medinaceli y María G. Gutiérrez (El Nro. 3). Fue una publicación de la Primera Generación de Gesta Bárbara (1918), por lo que la Segunda Generación (1944) no participó de la misma. La revista nace como una necesidad de hacer conocer al mundo literario, las inquietudes de la “Generación del 18” y sus colaboradores, sobre temas de interés general en el desarrollo de la cultura.
J.C: ¿De qué manera la poesía boliviana entra en diálogo con las clases desposeídas?
A.G: El pueblo trabajador boliviano ha sido siempre marginado, explotado y discriminado. Los propietarios de haciendas, empresarios mineros, empresarios textiles y otros han explotado a esta clase trabajadora, bajo la indiferente contemplación de los gobiernos del país. Frente a estos hechos, solamente la sensibilidad de los poetas pudo salir en defensa de las víctimas, haciendo uso del arma de su poesía para denunciar los abusos y condenar el sistema colonial-republicano. Así, la poesía de protesta se abre camino de liberación eficaz. Entre los precursores de este tipo de poesía podemos citar a: Luis Mendizábal Santa Cruz, José Enrique Viaña, Leticia Fajardo, Walter Fernández Calvimontes y Carlos Mendizábal Camacho.
Todos ellos han escrito poemas sociales cargados de mucho coraje y denuncia. Algunos ejemplos son: Estaño, Con el puño en alto, El entierro de Mallku y Catavi.
Luego hay una larga lista de poetas como Héctor Borda Leaño, Alberto Guerra Gutiérrez, Jorge Calvimontes, Luis Fuentes, Alcira Cardona, Walter Espinoza Barrientos que les tocó enfrentar la rudeza primitiva de las sucesivas dictaduras que tuvo que soportar el pueblo trabajador.
J.C: En la actualidad no existe, en Bolivia, ningún movimiento literario como lo fue la “Segunda Generación de Gesta Bárbara”. ¿A qué atribuyes esta ausencia?
A.G: En la década de los cincuenta, los grupos culturales en Bolivia entran en una crisis de desorganización y desbande. Entre ellos “Gesta Bárbara” y sus coetáneos como Puerta de Sal, Medio Siglo, Marquetalia Evemia, El Grillo, Anteo, Alarido y Sarjam. En 1959, “El Primer Encuentro de Poetas” reunido en Paucarpata (Cochabamba) organiza una nueva Institución: la “Unión Nacional de Poetas”. Este hecho fue ratificado y generalizado en el Primer Congreso Nacional de Poetas, realizado en Sucre en 1967. Con el transcurso de los años la nueva Institución, nombrada arriba, toma el nombre definitivo de Unión Nacional de Poetas y Escritores. Fueron éstas circunstancia, sin duda, la causa para la ausencia actual de otros movimientos.
J.C: ¿Carlos Medinacelli, autor de la famosa novela “La chas- canãwi”, solía decir “chaupi p’unchaipi tutayarka”, que en aymara significa: “en medio día anocheció”. ¿Qué quería decir con esta frase?
A.G: Se refiere a significar algo nuevo, inesperado y sorpresivo. Equivale a esa otra expresión: “un solazo a media noche”.
J.C: “Gesta Bárbara” fue, sin duda, un movimiento literario de mucha importancia en Bolivia. Los “bárbaros” eran rebeldes con causa y protestaban contra el ambiente literario de la época, pero también contra el sistema social y político. Es decir, rechazaban su entorno. ¿Cómo se mostró esta actitud renovadora?
A.G: De muchas formas. Te puedo citar un ejemplo. En el Centenario de Fundación de la República, se editó un número de la revista “Gesta Bárbara” y en la portada llevaba un poema: “Con el puño en alto”, de José Enrique Viaña. Esto; en lo que concierne a “Gesta Bárbara” de la Generación del 18. Además, se publicaron poemarios de protesta y denuncia de otros poetas que pertenecían a la Segunda Generación como: Mineros, El Sapo y la Serpiente, Manuel Fernández y el Itinerario de la Muerte, Baladas de los Niños Mineros, Pido la Palabra, Retiro voluntario, etc.
J.C: ¿Cómo eran las reuniones en el “Cafetín con Gramófono”?
A.G: Esto corresponde a Gesta Bárbara de 1918 (en Potosí). A decir del propio Carlos Medinaceli... “Esa juventud, cuyas edades oscilaban entre 17 y 28 años, y que a partir más o menos de 1917, hegemonizaron la actividad cultural hasta 1926. Estaban movidos por la comunión de su espíritu soñador que los unió en la simpática bohemia del Cafetín con Gramófono. Hacían honor a sendas tazas de “Té con T”, leyendo poemas y embriagandose de música que alegraba y reconfortaba el alma”.
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