lunes, diciembre 05, 2005

Un japon mordido por la boca de Venus

Adolf Muschg regresa al Japón esta vez precedido del éxito que ha tenido su novela El verano de la liebre. Le acompaña en su regreso la inseguridad que no se le despega de la piel a cualquier occidental que admire Japón, y quiera, seducido por su gigante poder para fascinar, hacerle el amor a esta cultura. Entre el encontrarse enamorado en ese país, y otros aspavientos del alma que produce el trabajo cotidiano de un escritor, el narrador de Desnudarse era lo que ella no quería se encuentra trabajando en la creación de una película que cuenta una historia de amor. "Un filme", dice la novela, "que debía llamarse Deshima por el islote artificial que se alza frente al puerto de Nagasaki, la única abertura en el cuerpo de un país cerrado durante más de doscientos años". Todos los que trabajan en la película tienen un problema fundamental, y es que la protagonista, no quiere desnudarse frente a las cámaras. No quiere desnudarse, es decir, para no cumplir con las fantasías eróticas de una cultura que no es la suya, y en la que en último caso, parece no interesarse. En este sentido Desnudarse era lo que ella no quería describe un intercambio singular de placeres eróticos, al enfrentar no sólo dos cuerpos individuales, sino dos cuerpos colectivos, dos mundos, en realidad, en busca de lo que explica el placer. Esta es una novela logradísima.
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