lunes, julio 23, 2012

Boris Miranda: La mañana después de la guerra




El mundo del periodismo boliviano estos últimos años se vio en exposición por los diferentes cambios y situaciones que han sucedido en el territorio nacional. Prueba de esto es el trabajo de Iván Boris Miranda, periodista de Página 7 que prepara la publicación de un libro de investigación periodística que compila y profundiza muchos temas que han estado en el ojo de la tormenta noticiosa en el país. Es una nueva apuesta de la editorial “El Cuervo”.

¿Cuál fue la motivación personal para escribir este libro?

La mañana después de la guerra es una colección de crónicas que atraviesan el año 2008. La selección de ese periodo no es casual. Mucho después de que pasó todo, comprendí que Bolivia había pasado por un momento de extraordinaria relevancia y que ese tiempo dejó en el camino un sinfín de episodios de formidable heroísmo, traiciones inimaginables, pasión y también muchas miserias. Maduré la idea un par de años mientras efectuaba una silenciosa acumulación de documentos y testimonios con los que me encontraba muchas veces por casualidad.

Avancé muy lentamente, casi al mismo ritmo que maduraba como periodista. Finalmente, a principios de este año, sentí el impulso definitivo de empezar una investigación de verdad y la capacidad de ponerme a escribir el libro. Me impuse el desafío de relatar algunos de los episodios de aquel año como periodista, como un contador de historias. Sin ninguna presunción de historiador, sólo con las armas de mi oficio. Quería mostrar las vivencias, los temores, las gestas anónimas. Todo lo que queda fuera del registro de las voces oficiales. También decidí indagar en los bastidores del poder. Mostrar su lado humano, grandezas y miserias.

¿Cómo fue el proceso para armar esta investigación?

Delimité el objeto de mi estudio a 2008, cuando creo que se produce el punto de inflexión más reciente en la historia de Bolivia.

La construcción de cada capítulo del libro demandó una rigurosa revisión hemerográfica y la elaboración de más de medio centenar de entrevistas con los protagonistas de aquellos episodios. Altas autoridades gubernamentales, líderes regionales, diplomáticos, asesores, operadores políticos, militares, policías y también dirigentes barriales, comunarios y campesinos. El periodo investigativo

me llevó a establecer contactos con algunos actores que ni siquiera me revelaron su paradero actual. Entrevisté a personas que ahora viven en tres continentes distintos, pero que en 2008 estaban en Bolivia. Algunos de ellos me pidieron guardar sus nombres en reserva. Otros se limitaron a mandarme documentación de aquella época o a contactarme con algún subalterno. Muchos no aceptaron darme una entrevista y lo comprendo. Todo está muy fresco todavía y hay quienes hicieron acciones muy temerarias. Actos por los que fácilmente podrían estar ahora en la cárcel.



Cómo divides todos los temas que se tocan, bajo qué criterios, cómo está dividido el libro?

El libro tiene seis capítulos. Dos de ellos dedicados a lo que pasa en Cobija y Porvenir en septiembre, cuando se produce el choque de ejércitos y la ruptura definitiva. Otro episodio detalla cómo se planificó la vejación a los campesinos en Sucre. Hay un capítulo que confronta el rechazo y el entusiasmo con el que se llevaron adelante los referendos autonómicos en Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando y otro que cuenta los pormenores del proceso revocatorio. Uno de los momentos más intensos del libro es la historia detrás de la toma de instituciones, el desenlace y las consecuencias para algunos líderes autonomistas.

Qué temas para ti son los más duros de tratar en la investigación?

Acercarse a las fibras íntimas del poder siempre es delicado. Muchas de las “fuentes” te cuentan una parte de los hechos para sacar alguna clase de beneficio personal en las disputas internas. Por eso traté de confirmar todas las afirmaciones que hago en el libro, cruzar las versiones, contrastar. Es un ejercicio difícil encontrarle sentido a lo que vieron un militar, un cívico y un campesino, aún cuando los tres se refieren a un mismo momento.

¿Cuáles crees que generarán polémica?

Imagino que al Gobierno no le gustará que en el libro cuente detalles de los operativos que efectuó durante ese tiempo. Tampoco que relate como actuaron algunas unidades especiales de las Fuerzas Armadas o el trabajo de agentes de inteligencia infiltrados e informantes. Asimismo calculo que a la Gobernación de Santa Cruz no le gustará que revele detalles de las tomas de instituciones o que exhiba documentos que salieron del despacho prefectural que comprometen a Rubén Costas con aquellas acciones.

En el libro relato la hora más triste del Gobierno. Cuando le recomendaron a Evo Morales que era mejor dar un paso al costado. No cuento nada de esto para provocar escándalo fácil. Me gustaría polemizar con otras lecturas de ese mismo tiempo, porque la historia no es unidimensional.

La prensa boliviana es libre para la investigación en estos temas?

El problema es que la prensa boliviana no tiene tiempo para investigar. Los periodistas vivimos a un ritmo que no te permite hacer una pausa y profundizar. La coyuntura de vértigo en la que vivimos te impide hacerlo. Lamentablemente la mayoría de los medios de comunicación no generan espacios para que sus reporteros puedan dedicarse a un tema con mayor detenimiento.

Por qué el titulo ‘La mañana después de la guerra’?

Es una frase que dijo Slavoj Zizek cuando vino a Bolivia. Así bautizó al momento posterior al punto de bifurcación. Mi libro parte en ese instante y desde allí comienza a desandar el 2008.



Fuente y Foto: Majo Ferrel/El Día
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