martes, abril 17, 2012

Otro Día más en la oscuridad El XIV Premio Nacional del Nuevo Cuento Breve







El XIV Premio Nacional del Nuevo Cuento Breve, que organiza EL DEBER para promocionar el talento juvenil, destacó esta obra como primera mención. LA AUTORA ES GUERLAIN MATURANA MEZA, QUE AHORA TIENE 18 AÑOS Y ES ESTUDIANTE DE COMUNICACIÓN E IDIOMAS. El jurado estuvo integrado por Heide Zürcher, Gabriel Chávez y Leyla Anas



Ilustración: Will Quisbert

Todos hablaban y decían que ya faltaba poco. ¿Poco? -era la pregunta que salió de mis labios sin darme cuenta. Alguien por ahí me trató de burro, me decía que con razón no iba a la escuela. Yo no iba porque no tenía dinero ni tiempo para ir, porque la verdad es que a mí me gusta aprender.
Lancé de nuevo mi pregunta y una chica muy bonita que pasaba por allí me respondió con una alegría que yo ya había olvidado. Otro año más en la calle. No era una queja, simplemente un recuerdo que dolía en el corazón. Con este, serían cinco años fuera de casa.
Me salí de ella porque ya no aguantaba más ese maldito lugar. Mi madre había permitido que la droga la consumiera y hacía lo que fuera para conseguirla. Había degradado tanto su cuerpo que sentía repulsión al verla. Estaba seguro de que al principio solo la usaba para no recordar los malos ratos que había pasado durante su oficio, pero es que ya había llegado al extremo de que no se podía hablar con ella porque se estancaba en otro mundo.
Eso era lo que más me dolía, verla en una realidad que no existía y que encima de todo tratara de seducir a su propio hijo para obtener lo que su cuerpo clamaba a gritos. Uno de esos días, sin saberlo, entré en su laberinto emocional. Solo quería un instante de profundidad en mi relación con aquella mujer que decía me amaba. Cuestioné su actitud hacia mí, pero lo único que escuchaba salir de sus labios era un incesante perdón. Sucumbía ante su respuesta, pero detrás de esa mirada vacía se ocultaba un monstruo dependiente de aquella sustancia silenciosa que elimina a miles sin necesidad de estar en un periodo de guerra. Ya no podía contemplarla de esta forma, así que decidí que era tiempo de tomar una decisión radical. Sabía lo que tenía que hacer, pero en mi interior luchaba por encontrar otra salida.
Lo pensé durante mucho tiempo. Sin embargo, no encontré otra opción y la maté. No dejaría que pervirtiera tanto su carne. No quería entrar un día y verla completamente destrozada. Ya había perdido su cuerpo, pero no su alma. Al menos eso debía salvar. Sin darme cuenta, cuando ella daba su último suspiro, me encontré abrazándola, llorando desconsoladamente y pidiéndole que volviera. ¿Qué hacer? ¿Adónde ir? -no tenía ni una pista. Y entonces comencé a correr. Corrí, corrí y corrí, hasta que mis pies sangraron. No me dolían, sencillamente me detuve porque mis ojos estaban secos.
¡No sé qué es lo que la gente espera de esta noche! Si solo es una noche más. Yo no veo nada. Tal vez porque aquella noche perdí mis ojos en la oscuridad.

Fuente de la noticia : Periodico El Deber/Santa Cruz de la sierra
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