sábado, diciembre 24, 2011

Vacaciones permanentes de Liliana Colanzi en Editorial Reina Negra



La novela puede soportar bajas de presión, pozos de aire. El poema y el cuento no. Como el delicado artefacto que mantiene en el aire a los aviones, una palabra de más, un estilo de gatillo fácil, los puede hacer dar por tierra a los pocos minutos de vuelo. Los relatos de Liliana Colanzi -que tienen voluntad de saga- son notables. Transmiten emoción, dolor e incertidumbre. En el primero de ellos hay una chica tan flaca que se cuenta las costillas, pero en realidad cuenta mucho más. Estos adolescentes ponen al mundo en perpetuo estado de pregunta. ¿Así que esto es ser joven? ¿Así que esto es la vida, esto el fin de las ilusiones? Cada estado emotivo está atado a un hecho concreto, a una imagen reveladora que la escritora destila con maestría.

Fabián Casas.


“Vacaciones permanentes puede ser leído como una novela episódica que se extienden describiendo situaciones, personajes y escenarios por donde la narrativa boliviana, condicionada por una tradición fuerte, no se animaba a avanzar. Con síntesis y astucia, Liliana Colanzi se gana un lugar en el proceso de renovación y puesta al día de la literatura de su país. Pero no sólo eso. La súper Lolita melancólica latinoamericana vive en sus cuentos."

Juan Terranova.


“Cada vez es más complicado develar el enigma de qué es un buen cuento y cómo debe ser. Hay modelos para todos los gustos. Una de las posibles y más sabias y acertadas respuestas a semejante misterio son los cuentos de Liliana Colanzi. Cuentos desbordando de luces y de sombras y, sobre todo, de perturbadores claroscuros. Cuentos que son, también, como visitas a un planeta lejano y nuevo pero a la vez conocido y próximo. Y es que las idas y vueltas y las alzas y bajas de la juventud —a veces con título de una canción de Charly García pero, atención, ahora también sonando desde un lugar en que los discos de Lou Reed ya no pertenecen a los hijos sino a los padres— siempre serán cuentos que hay que vivir bien para contarlos aún mejor, con una rara astucia y envidiable madurez, trabajando duro, aunque el libro se llame Vacaciones permanentes.”



Rodrigo Fresán.
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