domingo, octubre 16, 2011

Las “Tardes de lluvia y chocolate” de Decker : Un articulo literario de Gaby Vallejo Canedo



Por Gaby Vallejo Canedo/ Columna "Leer lo nuestro"

Amalia Decker se atreve a construir una novela, “Tardes de lluvia y chocolate”, en torno a las razones íntimas de ser mujer. La energía, la autodeterminación, la fortaleza, frente diversos momentos de la vida, constituyen los comportamientos esenciales de sus protagonistas mujeres.



No obstante que la novela retrata muchísimas escenas de las épocas de “la gran revolución” en Bolivia, la del año 52; de violencia política en los periodos del latifundio y de las represiones en las dictaduras militares, la novela se detiene mayormente en la construcción de las historias de las mujeres protagonistas.



Más allá de los pueblos provincianos, de los indígenas y patrones, del pongueaje y la servidumbre que aparecen en la obra, más allá de la vida regalada y licenciosa en París y otros lugares de Europa, está Fiori quien se constituye en una mujer develadora de las otras mujeres de la familia que estaban ocultas, olvidadas, invisibles. Fiori las recupera del silencio y del olvido con una fuerza y autenticidad de mujer del presente.



La novela “Tardes de lluvia y chocolate” es una saga familiar donde el silencio ha sido la clave de sobrevivencia familiar. Las aventuras de las mujeres de la familia no se cuentan. Los dolores de las mujeres no se lloran, pero Fiori les da vida, les da cuerpo, les da voz.



Una relación muy valiosa se ha construido en la novela entre los abuelos y Fiori, saltando a la madre. Fiori los adora. Ellos ocupan muchas páginas de la novela.



La presencia da los varones es menor y menos significativa. Un hombre, poco hombre en todo su comportamiento, protagoniza la venganza. Otro, un joven de menos edad que Fiori, quien la descubre y posee y que es el hombre prohibido, con el que se inicia y acaba la novela. Y está el abuelo, que cuenta las historias familiares que son parte del libro y a quien adora la nieta.



La dedicatoria del libro parece sugerir que el verdadero narrador y recolector de las historias fue el propio padre de Amalia, ya que dice así: “Este libro está dedicado a la memoria de mi padre: José Decker Morales, quién enriqueció mi niñez con historias fantásticas y animadas”



Una sensualidad fina que aparece frecuentemente, sin ninguna procacidad, caracteriza la narrativa de Amalia Decker. Tiene la originalidad de vincularla con la mecedora convertida en espacio de placer, como un ombligo erótico.



Se trata de una novela muy bien escrita. Empieza y termina con los mismos elementos muy sugestivos: el ombligo y el placer. Frecuentes elementos narrativos circulares y recurrentes, como el chocolate, la mecedora y los abuelos crean unidad, sensación de espacio cerrado, que luego se abre a la historia boliviana, repleta de violencia y de violación de los derechos humanos.
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