viernes, octubre 14, 2011

El abrigo de Matilde y otros cuentos en tiempos de dictadura de Carlos Azurduy



Azurduy escribe en la introducción del texto que contiene 10 cuentos que: “Estos niños formaron parte de las luchas contra las dictaduras desde sus pequeños cuerpos, enfrentaron con valentía y estoicismo los avatares de la vida. Sin saber, siguieron y fueron parte de los ideales de sus padres, de su pueblo, con el fin de lograr un futuro más justo. A su manera, todos ellos fueron héroes”.

El novel escritor —al referirse a la motivación de producir los cuentos— dice que en realidad han sido varias cosas. “Desde mi niñez me han puesto en la ‘vereda izquierda del mundo’, he sido una persona sensible y comprometida con la verdad. Las cosas que estaban mal, la desigualdad y la injusticia han hecho que me vuelque en ese extremo de la vida”.

El texto con más de 100 páginas fue producido junto al Grupo Editorial La Hoguera con el sello Puraletra de literatura juvenil. En la presentación comentaron sobre la obra y el autor, el escritor Jimmy Iturri, los periodistas Juan Carlos Arana y Lucía Sauma.

“Hubieron varios momentos por los que atravesé y tomé ese rumbo al ser dirigente estudiantil universitario, perseguido y residenciado en otros lugares, lo que me ha obligado a que tome una consciencia sobre las injusticias”, asevera Azurduy. Además, explicó que uno de sus hijos se enamoró de la hija de un dirigente sindical y fue ella quien le contaba sus historias, esos momentos por los que tuvo que atravesar durante la dictadura.

Las fechas de los relatos son correctas, las historias son verídicas y probablemente —dice el autor— en buena parte de los casos mucho menos cruenta que la realidad. Seguramente, algunos personajes se reconocerán en estas páginas, expresó.

Los cuentos son para los jóvenes, aquellos que, como mis hijos, relata Azurduy, nacieron en tiempos democráticos y no saben ni se imaginan el costo de este proceso, será una relación de fechas y situaciones para reflexionar, para valorar lo ocurrido en ese tiempo.

Revela que en la obra se podrá conocer, por ejemplo, cómo nació la cueca La Caraqueña tan conocida e interpretada, la trova cubana, además de otros aspectos que refrescan la memoria de los once años de dictadura militar, interrumpidos apenas por breves coyunturas de gobiernos civiles hasta llegar hoy a nuevas formas de democracia representativa de una directa-participativa y comunitaria.

Son relatos que conmueven...

El escritor boliviano Homero Carvalho escribe en la contratapa del texto El abrigo de Matilde y otros cuentos en tiempos de dictadura, con el cual Carlos Azurduy se estrena en esta obra como un autor con muchos recursos narrativos y sus relatos, desde la visión infantil, nos conmueven y nos hacen sentir que “el temor a esos hombres que irrumpieron la tranquilidad de casa era mucho más grande que al de los delincuentes”.

Carvahlo escribe que era necesario que algún escritor se ocupe de estos testimonios y los narre para que, como afirma un niño del colegio Alemán en el epígrafe de Otra vez Marcelo, “mientras se narre y se escriban cuentos, los recuerdos estarán vivos. Y mientras haya recuerdos, nada podrá desaparecer para siempre”.

El cuento Otra vez Marcelo narra “...la historia de una familia uruguayo-argentina que vivió en Bolivia. Se trata de la historia de una niña valiente, de la primera nieta recuperada de las Abuelas de la Plaza de Mayo, de Graciela, que, al igual que Marcelo y Carlos Flores Bedregal, continúan desaparecidos y viven en nosotros”. Carla descubrió hace 25 años quién era: la hija de una desaparecida y un hombre asesinado en la dictadura argentina, a su abuela, que la buscó por todo el mundo con una fotografía suya, y el juez Baltazar Garzón, “el primero que nos escuchó, y provocó que Argentina abriera los ojos y empezase a levantar su historia más negra”, según la abuela.

Conoció a Garzón hace tres años, cuando en Argentina aún estaban vigentes la Ley de Punto Final y la Obediencia Debida —similares ambas, en la práctica, a la amnistía española— que impedían revisar el pasado. El magistrado español llamó a declarar a Carla y a su abuela en el caso contra Adolfo Scilingo, finalmente condenado a 1.084 años de cárcel por 30 asesinatos en los vuelos de la muerte, y para saber más de la Operación Cóndor, sobre la colaboración entre las dictaduras del Cono Sur para la detención y traslado de los “subversivos”. Carla y Graciela, su madre, fueron detenidas en Bolivia.

Graciela era argentina y estaba casada con Enrique Joaquín, ambos tenían una bebita de nueve meses, Carla Graciela. El 2 de abril de 1976, Graciela fue capturada junto con su bebé en Oruro, donde vivían. Poco después, en septiembre de 1976, Enrique, militante de MNL-Tupamaros, fue asesinado también en Bolivia en la ciudad de Cochabamba.

Fuente : Periodico "Cambio"
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