La Fantasma Minina: Réplica a la Porky
Por Kitty Saboteur
Me parece irónico que uno de los peores escritores de uno de los peores suplementos que se atreven a llamarse culturales haya escrito una nota como esta. Cierto, Cuauhtémoc Sánchez no es una luminaria literaria ni mucho menos, pero corazón en la mano, este tabloide tampoco es la sección de crítica literaria del New York Times. En realidad, su función llega a su máximo esplendor cuando las caseras del mercado utilizan sus hojas, plenas de faltas gramaticales, comentarios tarados y aires de grandeza, para envolver pescado de tres días que nadie quiere comprar.
Detesto a Cuauhtémoc Sánchez, pero siento que estoy en posición de criticarlo puesto que me leí su obra: es más, mi profesora Paula me obligó a leerlo en colegio. Sus obras se leen como un panfleto contra el SIDA pero carecen de los dibujitos infantiles de penes y condones que los hacen tan instructivos. Los leía en una hora (los libros de Cuauhtémoc, no los folletos de Sida). Los leía a la rápida y sin prestarles mucha atención, tal cual se merecen. Sus libros no me agitaron el corazón ni mucho menos. Hallaba que no tenían ni la sustancia de mi telenovela favorita del momento, “Rebelde”. No entendía, sin embargo, por qué a mi profesora se le humedecían las panties cuando abría el más reciente libro de Cuauhtémoc – y mejor ni hablemos las reacciones que tenía cuando leía a Coelho. Tal vez porque le era más fácil entender un libro de Cuahtémoc que comprender y ser comprendida por un marido taxista cuya máxima proeza literaria fue leer las instrucciones para utilizar el champú de Manzanilla de Wellapon (y lo entendió en menos de tres intentos, nada más ni nada menos. Así que esto lo calificaba automáticamente para trabajar durante nueve años en el suplemento cultural que fundó su mejor amigo! Ups, creo que me equivoqué de batracio).
Sí, estoy en posición de criticar a Cuauhtémoc Sánchez. Perdí una absurda cantidad de horas por ser la única nerd de la clase que realmente cumplía con el trabajo asignado. Creo que perdí puntos de mi coeficiente intelectual con cada página que pasaba. Pero por suerte tenía los libros de la biblioteca de mi padre para restablecerlos y para saber que la única forma de entender lo que es la buena literatura es leyendo hasta a los malos escritores. Y así también me di cuenta que abunda en el mundo una población más idiota e imbécil que aquellos que leen a Cuauhtémoc Sánchez y Paulo Coelho para curar sus heridas emocionales y mejorar sus tristes y embrutecidas vidas: aquellos que critican las obras de estos autores sin haberlos leído una sola vez, pero que hablan como si lo hubieran hecho y, así, fingen una altura moral e intelectual que están más allá del alcance de su enclenque psiquis. Sus motivos son claros: aparentar una cultura que les es totalmente ajena, la cultura de la lectura. ¿Qué prueba tengo de esto? Fácil. Alguno de ustedes alguna vez leyó una sola nota de crítica de novela de Sergio de la Zerda? No pido nada de Tolstoy, ni Dostoievski. Cualquier cosa de Isabel Allende o Marcela Medrano bastaría para impresionarme y hacerme pensar que el susodicho sí lee algo más denso que las instrucciones de su champú. ¿Nadie? Si hubiera tal milagro, por favor remitan el dato a mi inbox, que ardo de ansias por leer lo que este consagrado especialista en las letras narrativas tiene que decir.
Interpretemos un poco las palabras de este célebre autor de poca monta – y no me refiero ni a Cuauhtémoc ni Coelho –
“El autor “favorito” de las reinas de belleza que en su vida han leído más dos páginas seguidas, el hazmerreír de todo literato que se precia de su oficio, el mexicano de 47 años y responsable de mamotretos moralistas como Juventud en éxtasis, el que en su sitio web se presenta como “Graduado con honores como Ingeniero Industrial administrativo” y “Titulado y especializado en Alta Dirección de Empresas”, ese mismo profeta de la nada llegará a la ciudad para dar la conferencia “Conviértase en el elemento del cambio”, en el marco de la ¡Feria del Libro!
En esta frase, el mencionado delata sus bases literarias: se pasa revisando las respuestas de las reinas de belleza y su fuente principal, sin duda, debe ser “Vanidades” o “Cosmo”, evidentemente. Los signos de exclamación revelan el atentado inaudito a su cultura ante la aparición de Cuauhtémoc, el “hazmerreír de todo literato que se precia de su oficio” – y el intento fallido a inscribirse dentro de la categoría de “literato” queda expuesto, así como el complejo de inferioridad que lo lleva a intentar asumir una altura intelectual a la cual, honestamente, no podrá acceder ni con tres maestrías con el pervertido del Asbuncito. En sus signos de exclamación casi puedo imaginar al pobre muchacho con una manito en la frente y otra golpeándose el pecho; su frágil y sensible espíritu ha sido sacudido hasta lo más profundo de su ser, dishendo, y está a punto de desplomarse glamorosamente sobre un piso de mármol de Carrara y desfallecer ante tal crimen al patrimonio literario mundial cochabambino – que, seamos honestos, no es tan guay que digamos. A un lado, Greta Garbo, aquí viene el De la Zerda, drama queen extraordinaire. Mira y aprende, querida.
Sip, Cuauhtémoc viene a la Feria del libro de Cochabamba. No es la Feria del Libro de Berlín ni de París. No es la Feria Chilena del Libro. Es la Feria del Libro de Cochabamba, que se celebrará allúuuuu de lejos, en el campo ferial, al lado de toda suerte de animales muertos y semipodridos que flotan en el agua. Francamente, no creo que haya mejor lugar en el mundo para que Cuauhtémoc se presente.
Querido Sergio: yo sí leí a Cuauhtémoc. Yo y miles de otras personas sí lo hemos leído. Yo y miles de otras personas sí tenemos el derecho de criticarlo. Pero yo y esas miles de otras personas no lo hacemos por el simple hecho que las obras Cuauhtémoc y Coelho y similares nos valen un reverendo bledo. Nosotras EFECTIVAMENTE tenemos el hábito de leer y nos desesperamos cuando no tenemos un libro bueno cerca. Ninguna de nosotras siente la necesidad de crear y mantener una pose intelectual que no es más que eso, una pose, ante el público por el simple hecho que hemos leído tantos buenos libros que hemos olvidado los libros malos, e incluso les estamos agradecidos porque nos acompañaron, aunque sea por un momento fugaz de aburrimiento. Y nosotras sabemos que existen montones de poseurs como tú y tus coleguitas de colegio de infantes que saben que para impresionar a la masa no lectora basta con hacerse al criticón, fingir conocer la obra de un autor al que todo el mundo critica, para subirse al vagón y criticarlo, y apuntar el dedo, y saltar como aborigen pidiendo lluvia y aparentar que somos lo que nunca seremos: LECTORES.
Ya lo dije varias veces y lo repito. Yo sí leí a Cuauhtémoc. Lo leía a la rápida y sin prestarle mucha atención, tal cual se merece. Pero confieso que lo leí con mucho más entusiasmo que el suplemento de La Ramona. Tal cual se merece desde hace unos buenos años, desde que sus colaboradores se dieron las ínfulas de críticos, de escritores, de literatos, de sabios de todo el quehacer cultural. Ignorad la imbécil columna del Chaza donde nos relata la última chupa que tuvo antes de la anterior, que también describió con lujos de detalles el domingo anterior, y el domingo antes de ese, y el domingo antes de ese también, ad infinitum, ad nauseam, ad chaqui, amén, y qué tenemos.
Pues nada. Sólo a ti.
Poca cosa, ¿no te parece?
Tu fantasma favorita,
Kitty!
(Con doble “T” y una “y”)
Posdata: Es bastante tarde. Tu nota tiene varios problemas lingüísticos, entre comas, acentos, gramática y coherencia. No tengo toda la noche para corregírtelos. Besitos mininos
1 Comments:
GATA TE PASASTE! CÓMO ES QUE EL MIGUEL TE PUSO ESTO EN SU BLOG!
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