El vigor de la literatura de cartón
Por Sandra Arias - Los Tiempos - 22/05/2011
El stand de Yerba Mala Cartonera en la Feria del Libro de La Paz, en 2010. - Agencias Agencia
El stand de Yerba Mala Cartonera en la Feria del Libro de La Paz, en 2010. - Agencias Agencia
Obras sobre poesía o narrativa, fotocopiadas y engrapadas a una tapa de cartón cortada a mano y con un diseño artesanal en la portada, así son los libros manuales producto de las editoriales cartoneras, un fenómeno latinoamericano que se extiende por Chile, Bolivia, Perú, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, El Salvador, Puerto Rico, República Dominicana, Argentina, México y Paraguay, según el investigador español Jesús Cano, de la Universidad Complutense de Madrid, quien además menciona la existencia de una cartonera en Suecia.
El espíritu de las editoriales cartoneras supone trabajar sin ánimo de lucro, fabricando libros de forma artesanal para que el bajo costo ayude a que el precio también sea accesible, en pos de la democratización de la lectura. Por añadidura, los autores que publican con las cartoneras son aquellos a quienes, por una u otra razón, una editorial comercial no daría cabida. Aunque existen autores de renombre que ceden sus derechos para “adornar” el catálogo de una cartonera.
En Bolivia, actualmente hay tres cartoneras, dos activas y una que alista su lanzamiento. Se trata de Yerba Mala Cartonera, que surgió en El Alto, en 2007 y ahora trabaja también en Cochabamba; Perro petardo, de Oruro, que esta semana cumplió un año y La aparecida, de Santa Cruz, con la que no se pudo establecer contacto, pero a través de Facebook anuncia su lanzamiento en la Feria del Libro de Santa Cruz, en junio próximo.
Claudia Michel, miembro de Yerba Mala Cartonera, cuenta que trabajan con cartón reciclado que consiguen de regalo y que no descuidan el valor artístico de sus libros como añadido. Las ventas se realizan durante la presentación de las obras y el internet es su mejor herramienta de difusión.
En el catálogo de Yerba Mala Cartonera actualmente hay 60 títulos. Entre los más recientes están “Las batallas del pan”, del Club de Cuento Pan de Batalla; “Antología Las Adelas”, que reúne obras femeninas y también están las obras de Christian Kanahuaty y Milenka Torrico. Entre los autores de renombre que cedieron sus derechos están Giovana Rivero que cedió un cuento para Las Adelas, Vilma Tapia que cedió cuatro poemas para la misma antología y Adolfo Cáceres.
Todos los libros cuestan a 10 bolivianos porque la idea es que sea sumamente accesible. El producto de las ventas se invierte en el siguiente tiraje.
Por el contrario, Sergio Gareca, de Perro petardo, solo edita poesía. “Yo soy poeta y medio ignorante en narrativa, así que prefiero no meterme a lo que no conozco”, admite; pero no hace libros, sino lo que denomina demos y remix poéticos. “El objetivo de la cartonera es difundir la obra de poetas que no tuvieron oportunidad de publicar, entonces su obra puede ser revisada, es por eso que no son libros terminados “, explica. Entre los demos de Perro petardo hay 10 libros de poesía y un antología con los mejores trabajos.
En cuanto a los remix hay obras de poetas extranjeros y también está en proyecto, para julio próximo, editar un libro colectivo con poemas de 20 escritores jóvenes, nacidos después de 1980, y de dos poetas bohemios de la calle.
Según Michel, la editorial cartonera “funciona bastante bien”, sobre todo porque hay una comunidad de escritores jóvenes que la impulsan.
“Es cierto que el mercado es pequeño, pero la idea es que vaya creciendo y la muestra de que estamos avanzando es que, por ejemplo, Milenka Torrico ganó un premio convocado por Comteco y otro convocado por el Centro Patiño y Kanahuaty ya tiene dos publicaciones en otra editorial”, dice.
Gareca tiene otra visión y dice que hay que ver el mercado como “un ayni de autores”, donde las obras sirven para intercambiar y conocerse; pero aclara que el no cobrar no le resta valor a las obras. “Así empezó Jorge Campero”, comenta.
Podría pensarse que el discurso cartonero de democratizar la lectura lo exime de críticas, pero no es así.
Michel señala que “seguramente tenemos muchos detractores. En 2010, en la Feria del Libro de La Paz, el primer cuestionamiento que nos hicieron fue el estar ahí siendo que la nuestra es una propuesta alternativa. Para nosotros el estar ahí no cambia nuestro discurso de promocionar la nueva literatura y fomentar la difusión, no cuestiona el espíritu cartonero “.
Gareca dice que en Oruro también se percibe esa animadversión al considerar a las cartoneras como publicaciones poco serias; pero hay “libros fetiches” que cumplen con el requisito de tener logo y soporte económico, y no son publicaciones serias.
Ya sea que se compren o se intercambien, se difundan por internet o entre amigos, en carritos (como el de Yerba Mala) o se lean por la radio (como los de Perro petardo) los libros cartoneros tienen su espacio.
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