jueves, mayo 12, 2011

Encomio de Edmundo Paz Soldán



Por Ramón Rocha Monroy

Edmundo nos contó por el Facebook que la editorial francesa Gallimard publicará “Norte”, su reciente novela. Si no me equivoco, será el primer y único boliviano en integrar el catálogo de Gallimard, que publicó a Marcel Proust, André Malraux, Antoine de Saint-Exupéry, Raymond Queneau y Albert Camus, este último director de la colección Espoir, junto a Marcel Duhamel, de la Série Noire y a Roger Caillois, de Croix du Sud. Poco más tarde, Gallimard publicó a Nathalie Saurraute, Maurice Blanchot, Georges Bataille, Jean Genet, Eugène Ionesco, Jacques Prévert y Milan Kundera. Es pues un privilegio inimaginable para las letras bolivianas el éxito de Edmundo, que quiero compartir con ustedes.



Hace algunos años, este diario, donde se inició Edmundo en su adolescencia, publicó una entrevista que le hice a propósito de la edición masiva de su novela Río Fugitivo. En ella decía lo siguiente: La revista Foreign Policy acaba de escoger con justicia a Edmundo entre "los 50 intelectuales más influyentes en Iberoamérica" (www.fp-es.org). Ha recibido la beca de la Fundación Guggenheim (2006) y en su fulgurante carrera literaria obtuvo premios importantes, como el galardón internacional Juan Rulfo (1997) y el Nacional de Novela “Alfaguara” en Bolivia (2002).



Siendo todavía estudiante del Colegio Don Bosco, publicó sus primeros cuentos en el Suplemento Correo, de este matutino.



Nacido en Cochabamba, en 1967, hijo del Dr. Raúl Paz Soldán Diez de Medina y de la Sra. Lucy Ávila, estudió Relaciones Internacionales en universidades de Argentina y EEUU, adonde llegó con una beca como jugador de fútbol. Dos décadas después, se doctoró en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de California, Berkeley, y desde ese mismo año es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Su producción literaria ha sido traducida a ocho idiomas; pertenece a una pléyade de escritores que comparten el blog El Boomeran(g), del diario El País, de Madrid, entre los cuales están Juan Marsé, Manuel Vincent y Santiago Roncagliolo, los dos últimos galardonados con el codiciado Premio Internacional de Novela Alfaguara. Desde su militancia inicial en el movimiento McOndo, cuya figura más visible era el escritor chileno Alberto Fuguet, Edmundo llamó la atención de otros connotados jóvenes escritores de América Latina, como Ignacio Padilla y Jorge Volpi, hasta convertirse en la figura más visible de la literatura boliviana y uno de los más conspicuos escritores de la región.



Cuando se publicó “Río Fugitivo”, escritores de la talla de Sergio Ramírez, Sealtiel Alatriste y Juan Gabriel Vásquez, entre otros, manifestaron su interés en el perfil técnico y profesional de la obra de Edmundo, que no escapó al buen ojo de Jesús Polanco y los agentes literarios más conocidos. Esta constelación de factores lo convirtió en la referencia más visible de la literatura boliviana.



La tesis doctoral de Edmundo, que es un estudio de la vida y obra de Alcides Arguedas, parece prefigurar dos destinos paralelos, porque Edmundo parecería seguir los pasos del viejo autor de “Raza de Bronce”, recibido con beneplácito por los escritores más connotados de su tiempo, así como “Pueblo Enfermo” y la monumental “Historia de Bolivia” concitaron la atención de los escritores más famosos en el Viejo Continente.



Edmundo es autor de las novelas Días de papel (1992), Alrededor de la torre (1997), Río fugitivo (1998), Sueños digitales (2000), La materia del deseo (2001), El delirio de Turing (2003), Palacio Quemado (2006) y Los vivos y los muertos (2009); y de los libros de cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994), Amores imperfectos (1998) y La inquietud de las criaturas (2010). Ha coeditado los libros Se habla español (2000) y Bolaño salvaje (2008).



La entrevista fue realizada por correo electrónico. En ella, Edmundo puntualiza los factores que apuntalaron su obra; expresa su preferencia por “Río Fugitivo”, como la obra más representativa de su producción literaria, y aunque es y habrá de seguir siendo un boliviano de corazón, confiesa su simpatía, aprecio y también inquietud por el rumbo de un país que ha multiplicado sus oportunidades académicas y literarias con amplia generosidad: los Estados Unidos.

El autor es cronista de Cochabamba
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