Para quienes no hubiesen leído la novela del escritor cochabambino Rodrigo Hasbún
Preguntas : El lugar del cuerpo
Por Willy Camacho Sanjinés
De qué trata el libro? He aquí una síntesis del argumento: Elena -personaje central-, durante la infancia, es abusada sexualmente por su hermano; luego, se va a Europa, donde desarrolla una destacada carrera literaria y una activa vida sexual. Nada más.
Y en ese ‘nada más’ reside una de las virtudes literarias de Hasbún, ya que consigue crear una narración fluida e interesante a partir de un argumento sencillo en extremo. En ese ‘nada más’, Hasbún demuestra su oficio como obrero del lenguaje y, a la vez, demuestra que no es necesario recurrir a enigmas, asesinatos, hechos sobrenaturales, etc., para construir una historia capaz de cautivar la atención del lector.
¿Y cómo lo cuenta Hasbún?
“Las familias son feas”, apunta Elena en su diario de infancia, molesta por no recibir atención de ningún miembro de su familia. Sin embargo, durante la noche, Pablo –su hermano mayor– sí se interesa por ella, aunque no de modo fraternal. La rutina nocturna del incesto forzado se convierte en un secreto que atormenta a Elena, a tal punto, que ni siquiera es capaz de escribirlo en su diario o, mejor dicho, en sus diarios, en los cuadernos que va acumulando a lo largo de la vida, donde registra hechos, pensamientos, sentimientos, sensaciones, todo cuanto le ocurre o se le ocurre; todo, menos el secreto.
“Todos tenemos secretos. A todos nos da miedo que nuestros secretos se sepan”, anota en el diario de infancia; pero, al parecer, el verdadero temor se origina en saber el secreto, en la certeza de que el estupro ocurrió, y aunque no pueda/quiera escribirlo, quizá con la intención de olvidarlo, el secreto está inscrito en su cuerpo.
Cuando tiene la edad para hacerlo, Elena se independiza. Más bien huye, escapa de casa y, por tanto, del secreto. Se va a Europa, deja a su familia –y todo lo que ella implica–, a su país, a su infancia, en el pasado, creyendo que “el pasado no existe”: si el pasado no existe, tampoco el secreto. Durante un tiempo, la estrategia da resultado, no obstante, la vida que lleva no logra colmar el vacío del pasado.
Entonces, la estrategia del vaciamiento fracasa ante la necesidad de pertenencia: “No podía dejar de pensar en la vida allá, al otro lado. Lo que estarían viendo y padeciendo su hermano, sus padres”. Entre paréntesis, Hasbún aprovecha este pasaje de la narración para trascender la ficción y deslizar una crítica sobre nuestra sociedad: “Era una ciudad demasiado pequeña para ella, muerta, casi un pueblo donde nunca sucedía nada y donde los escritores eran en realidad abogados o médicos o ingenieros que escribían de vez en cuando(...) y cuyos pésimos libros eran luego aplaudidos por todos los amigos(...) Había detestado aún antes de irse la monotonía de vidas echadas a perder en la comodidad y la abulia y esa mentalidad provinciana preocupada sólo en apariencias y apellidos(...) Había odiado tanta desigualdad(...)”. Claro que esta crítica no es gratuita, pues tiene una función precisa en el engranaje narrativo: generar tensión entre elementos contradictorios, recurriendo a la estructura de la paradoja, para acrecentar la sensación de ausencia que experimenta Elena. Así, pese a todo lo que detestaba de su tierra natal, “por esos días no podía dejar de pensar y recordar e imaginar lo que sucedía allá mientras ella lo pensaba y recordaba e imaginaba, el movimiento de esa gente, los vínculos y afectos”.
Como se indicó al principio, en Europa Elena desarrolla una respetable carrera literaria, cuya cúspide sería la publicación de sus memorias; sin embargo, pese a contar con más de sesenta cuadernos/diarios, la labor le resulta complicada, ya que enfrenta una disyuntiva crucial: revelar o no el secreto. Y peor aún: lo que mantiene en secreto, ¿ocurrió en realidad o fue producto de su imaginación?
Después de tantos años, el esfuerzo por olvidar el pasado o, más bien, por negar su existencia, ¿habrá servido para que la certeza deviniese posibilidad?
¿Erotismo o pornografía?
El sexo no es lo más importante en la novela de Hasbún, mas sí es un componente fundamental de su estructura. De hecho, lo sexual está directamente relacionado con el cuerpo; se podría decir que el lugar del sexo es el cuerpo y, por tanto, es indispensable habitar un cuerpo para disfrutar o padecer el sexo.
Hasbún no emplea el sexo como recurso para “suscitar verdadero interés”, sino como elemento articulador de una estructura narrativa cuya complejidad es inversamente proporcional a la sencillez de la anécdota que desarrolla. En tal sentido, el tratamiento de lo sexual que se aprecia no corresponde al erotismo ni a la pornografía, pues no tiene el lenguaje velado del primero –que extiende el goce del eros a través de la imaginación– ni el impertinente derroche de obscenidades de la segunda –que limita el goce del eros a un instante de masturbación–. En esta novela, el sexo no es un tema central, sino un componente del artificio narrativo que la constituye.
¿Cuál es su aporte?
En mi criterio, no hay un tema central, sino varios hilos temáticos que se entrelazan conformando un tejido textual polisémico. En sencillo: gracias a que Rodrigo Hasbún no puso el lenguaje al servicio de un tema, sino los temas al servicio del lenguaje, el libro permite diversas lecturas –siguiendo algún hilo temático o, mejor aún, la combinación de varios–, de modo que es el lector quien, finalmente, completa la ficción y le otorga sentido al texto, de acuerdo al tema –o temas– que más le hubiesen llamado la atención.
Sin embargo, para quienes prefieren saber de antemano a qué atenerse, he aquí algunos temas que podría seguir al encarar la lectura: soledad, incesto, exilio, infidelidad, desarraigo, maltrato infantil, inmoralidad, perdón, migración, amor, rencor, escritura, ausencia, olvido, pertenencia... y, cómo no, sexo. Si bien hay muchos temas además de los sugeridos, es preciso aclarar que en El lugar del cuerpo no encontrarán magia, vampiros, detectives o enigmas, pues, como ya se dijo: la novela trata sobre una tipa que fue violada de niña, que luego se fue a Europa, donde se dedicó a escribir y follar. ¡¿Nada más?!.
Fuente de la informacion :Suplemento Brújula,El Deber,Santa Cruz de la sierra
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