sábado, enero 15, 2011

Literatura hecha por mujeres





Por Juan Pablo Rodríguez Camacho

Si partimos del hecho de que son mujeres las que traen grandes novedades en cuanto a búsqueda, temáticas, estéticas, debates y propuestas, en los distintos escenarios artísticos e intelectuales del país, no es necesario argumentar demasiado para detenerse a reflexionar sobre su protagonismo en la XI Feria Internacional del Libro de Santa Cruz.
Las bolivianas han alcanzado un podio que fue forjado por distintas autoras en diferentes generaciones, desde Adela Zamudio, Yolanda Bedregal, Blanca Wiethuchter hasta Giovanna Rivero, que lidiaron en un sistema predominantemente masculino, para que hoy ya no se debata, sino se reconozca a plenitud, su aporte trascendental a la literatura nacional.
¿Qué posibilidades de escribir tiene la mujer boliviana? ¿Qué posibilidades tiene de que su literatura sea tomada en cuenta? ¿Cuáles son los roles asignados a hombres y mujeres? ¿Quiénes establecen esos roles? Son preguntas que, prácticamente son obsoletas hoy en día. Nuestras autoras ya no se cuestionan sobre esos aspectos agotados, ahora se ocupan de generar mayores espacios y de articular colectivos más visibles.
Las poetas Emma Villazón Richter y Albanella Luena Chávez-Turello, que pertenecen a una generación ya liberada de las preguntas del siglo XX, coinciden en que una mujer escribe con el cuerpo.
“Es muy diferente escribir teniendo un cuerpo masculino o femenino, porque hay valores y significados distintos de los órganos genitales y los senos. Por ejemplo, si hablamos de una narrativa que describa un secuestro será diferente el tipo de lenguaje y discurso que utilice una mujer”, explica Luena Chávez-Turello, que presentó el poemario Cuadernos de notas.
“Es necesario que haya un sentimiento, más que una intención, de unificación de las autoras, pues desde la crianza nos educan para formar equipos de niñas y nos estamos dando cuenta que juntas podemos ser más fuertes, porque separadas nos perdemos en el mar de escritores”, añade Luena Chávez-Turello.
Por su parte, Villazón que ofreció una conferencia sobre la literatura de las autoras nacionales Adela Zamudio e Hilda Mundy en el ciclo Lugares periféricos, conferencias sobre escritores de culto aún no canonizados en el Centro Cultural Simón I. Patiño, sostiene que hay sensibilidades distintas entre el hombre y la mujer a la hora de escribir.
“Porque interviene su cuerpo, la historia social y la biografía individual”, dice la poeta. “Son varios factores que crean una sensibilidad y marcan diferencia”, añade.
Ese registro femenino al que hacen referencia las poetas fue expuesto y legitimizado por escritoras clásicas y universales como Simone de Beauvoir, Virginia Wolf, Marguerite Duras y las ‘malditas’ Alejandra Pizarnik y Clarice Lispector, cada una con su propia batalla por reflejar una identidad de mujer, aunque hubieran renegado de aquel concepto por considerarlo un ‘privativo de libertad’, al asociarlo a su condición y a los roles asignados por una sociedad machista.
Liliana Colanzi que presentó en la FIL el libro de cuentos Vacaciones permanentes afirma que su generación está embarcada en proyectos narrativos muy diversos. “Más que en ninguna de las generaciones anteriores, hay una apuesta por la literatura como una profesión y ya no como un pasatiempo o como una actividad complementaria”, explica la escritora.
Y la diferencia generacional es muy marcada en la literatura hecha por mujeres en el país, pues mientras las hijas de la superación de los debates del siglo XXI tienen como objetivo alcanzar una calidad más alta, las autoras de la lucha por la amplitud de los espacios literarios se atrincheraron en la producción de literatura infantil y juvenil, como Angélica Guzmán, presidenta de la Sociedad Cruceña de Escritores, que dice sentirse orgullosa del aporte que hace a las generaciones más jóvenes al inculcarle valores y compartir con ellos las experiencias que acumuló a lo largo de sus años de vida.
“Trato de acercar a los más jóvenes a la naturaleza que nos rodea adaptándola a la mitología de nuestro pueblo”, dice Guzmán, que presentó Nuevas leyendas cruceñas.
Como ella, Biyú Suárez, Fanny Luz Rizo, Fanny Moreno de Díaz, Gigia Talarico, María Julia Sueldo, Teresa Arduz, María Sarah Mansilla, Isabel Mesa, María Aguiar y Lidia Meriño, se dedicaron a escribir literatura infantil y juvenil, quizás aprovechando, como sostiene Mansilla, una de la autoras más exitosas de las últimas dos versiones de la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz con la saga de Benjamín, esa experiencia y sensibilidad que sólo se forma siendo hija, madre, abuela, esposa, y particularmente, amiga.
La literatura boliviana tiene una búsqueda franca de mejor calidad y también figura femenina.

Publicaciones

Infantil. Versificaciones, de Fanny Luz Rizo, Nuevas leyendas cruceñas, de Angélia Guzmán; Los cuentos de Tía Engracia, de Fanny Moreno de Díaz; Cuentos de niños y gatos, y Dicen que en mi país, de Giglia Talarico; César va al Titicaca, de María Aguiar; El estanque azul, de Lidia Meriño.

Juvenil. Paralelo 22, de Biyú Suárez; Benjamí y el canto de los bosques, de María Sarah Mansilla.

Narrativa. Vacaciones permanentes, de Liliana Colanzi; Lluvias, Centa Reck.

Poesía. Cuaderno de notas, de Albanella Luena Chávez-Turello; Las moradas transitorias, de Matilde Casazola.

Investigación. Mujeres de costado, de Magela Baudoin
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