miércoles, enero 25, 2006

Adios a Villanueva : Una perdida para la literatura infantil

Acabo de leer que ha fallecido el prolifico autor de varios libros dedicados a el siempre exigente publico infantil, entre sus obras mas emblematicas se puede citar "Papa Caiman" una novela infantil que narra la metamorfosis de un reptil , Pepe el ratón, un personaje simpatico, y la primera novela indigenista según el ministerio de cultura de la república de Bolivia. La novela narra las aventuras del pueblo indigena Chacobo y Manso. Aunque comenzo su profesión literaria a una edad tardia,(50 años de edad ), todas las obras que escribio fueron aceptadas por los jovenes y niños que seguian y siguen sus historias debido al detalle que sus libros son difundidos a nivel escolar por el alto valor educativo que contienen sus paginas.
Admito que solo he leido cuatro de sus obras, Cuentos de Riberalta, Papa Caiman, las aventuras de colita dorada y Pepe el ratón.
En el prologo de uno de estos libros Hugo Villanueva Rada, Riberalteño de nacimiento y cruceño por motivos de una larga residencia en Santa Cruz de la sierra, comenta que el motivo de su incursion en el mundo de la literatura infantil fue su hijo menor que le pedia que le cuente cuentos, cuando el autor hubo terminado de contar todos los cuentos clasicos conocidos mundialmente por la población infantil que tiene el privilegio de una educación, tuvo que inventar historias nunca antes contadas, historias que luego fueron plasmadas en el papel por sugerencias de su esposa Selvy Gilmet de Villanueva.
Luis Carlos Villanueva fue el motor inspirador de toda su novelistica y narrativa breve.
Otro faceta creativa del fallecido autor era que era un compositor nato, la mente detras de mas de 200 canciones interpretadas por grupos orientales de trayectoria musical como los cambitas y el Trío oriental.
Ahora que Hugo Villanueva Rada ha muerto victima de una ulcera estomacal se comienza una leyenda en el mundo de la literatura boliviana. Porque Villanueva tiene el mismo peso narrativo
que tenia otro fallecido folklorista y escritor nacido en La Paz. Antonio Paredes Candia, hay que rescatar del olvido la voz dormida de un hombre que al igual que Isabel Mesa de Inchahuste ha contribuido a la difusión de la imaginación infantil mediante sus propios mundos narrativos.
Adios Don Hugo, que la eternidad pronuncie su nombre.

martes, enero 24, 2006

La chompa de Evo

Franchesco Díaz Mariscal

Esta columna está dedicada a comentar programas televisivos y aunque el título parezca hoy decir lo contrario, voy a centrarme en lo usual. El pasado martes 17, los del canal de la pelotita —caseros este mes y no por gusto precisamente, quede claro— llevaron al set de su bodrio matinal (Al despertar) a una señora diseñadora de ropa —no vuelvo a decirlas confeccionistas para no seguir levantando ronchas de las y los de la haute couture, aunque la palabra está correctamente usada según la RAE—.El “tema”: analizar las tenidas del aún presidente electo, en unas horas más Presidente Constitucional de la República (cuya posesión para pesar mío no veré en directo pues lo más seguro, mientras usted lee esta columna, estaré volando a Caracas para un curso de una semana), Su Excelencia Don Juan Evo Morales Ayma —le pese a quien le pese, sobre todo a los boys de Mr. Quico—. Acababa de despertar, adormecido por la gripe y la infusión caliente con paracetamol y otras drogas de la noche anterior, cuando me topo con la señora —no reparé en su nombre; la pido me excuse, aunque resulta penoso se haya prestado para semejantes ridículos—, quien acompañada del cada día más patético Gonzalo Rivera trataba de explicar el buen tino o no para vestir del otrora dirigente cocalero.En otro canal más o menos serio como ATB, la Chaskañawi Lema mostraba el lunes 16 un video con la composición que unos mexicanos hicieron respecto de la chompa —o suéter, como prefiera—que Morales lució en su viaje por Europa semanas ha. Acerca de la estólida composicioncilla esa huelgan comentarios; quizás sí una linda réplica, por parte, digamos, de los de Maldita Jakeca de Sucre acerca del presidente Fox y su actitud rastrera hacia lo que hace George “Dubya” Bush (para más explicaciones, aunque está en inglés, sugiero visitar el sitio www.toostupidtobepresident.com).Hay manuales de protocolo, como el que repartieron para los actos relativos a la sucesión presidencial que se iniciaron el pasado lunes en el auditorio del Banco Central, donde se especifica o sugiere: “Damas Traje Cocktail”, “Caballeros Traje Oscuro”. Pero, itero, es una sugerencia y no una obligación, como rasgándose las vestiduras ha hecho ver la prensa ultraconservadora española y algunos medios sensacionalistas de nuestro país.Que el señor Presidente, dada su sencillez y hábitos, vista con camisa y chompa cuando viaja, o con una vistosa chamarra tipo sacón de cuero cuando recogió su credencial de mandatario, es algo meramente circunstancial. El hábito no hace al monje, dice el refrán, y aunque la expresión es más bien cáustica, puede aplicarse asimismo en este caso: ponerse corbata —una prenda que personalmente, pueden corroborar quienes me conocen, siempre he detestado— y paletó (cual dicen los ancianos) no mejora la personalidad ni la sapiencia de quien los porta. Y aquel axioma de que a una persona se la trata según como se la vea (o sea, cómo vista) no es más que fascismo de ropero y angurria europeísta disfrazados sin demasiada sutileza. Espero que esta tarde Su Excelencia vista como le dé la regalada gana, para despecho de los “bien vestidos” de Unicruel y de otras redes que dan trascendencia a lo baladí, dejando de lado, cual enseñan los manuales de periodismo e información que seguramente leyeron —si lo hicieron, claro está— pero mandaron a llenarse de telarañas, la importancia social que debe tener un hecho para ser considerado noticioso

viernes, enero 13, 2006

La hermandad de los jarheads

En el verano de 1990, Anthony Swofford, un chico de 20 años que, al igual que su padre y su abuelo, se había alistado en los marines, llegó al desierto de Arabia Saudí para luchar en la primera guerra del Golfo. En 2003 publicó "Jarhead", un libro de memorias de esa época que no tardó en convertirse en un best seller. Anthony Swofford escribía con la urgencia, la inmediatez, la honradez y el humor que sólo puede tener la persona que haya vivido la experiencia en carne propia.
Esa historia sin pulir, contada por un chico de veinte años, tenía poco que ver con lo que ofrecían los periódicos o la televisión. Describía una guerra vista desde el suelo con las imágenes de pozos de petróleo ardiendo en la noche, cual cometas caídos desde el cielo; hablaba de reclutas ruidosos, cachondos, polvorientos, llenos de entusiasmo y, al mismo tiempo, atemorizados ante la idea de que la batalla podía sorprenderles detrás de la siguiente colina; de chicos jóvenes a los que habían dejado caer en un terreno inhóspito que mataban el tiempo jugando al fútbol con las máscaras antigás puestas, mientras esperaban paquetes de casa, cartas y revistas porno, apostando en combates de escorpiones y emborrachándose para celebrar la Navidad. Sin embargo, en esta situación infernal nacieron amistades improbables, lealtades eternas, una camaradería que nada podría romper, la hermandad de los "jardheads" que se habían jurado fidelidad eterna...

El asesinato de Lindh

Lindh, política socialdemócrata de 46 años, falleció a las 03.29 GMT de hoy a consecuencia de las heridas que le provocó un desconocido que la apuñaló en la tarde de ayer miércoles mientras la ministra realizaba compras sin escolta en unos grandes almacenes de Estocolmo.
El primer ministro sueco, Goran Persson, compareció muy afectado ante la prensa para lamentar la "monstruosa tragedia" del asesinato de su ministra, a la que se refirió como "la imagen exterior de Suecia".
También el rey Carlos Gustavo se declaró "muy profundamente afectado" por la muerte de Lindh, que era la política más popular de Suecia y se la consideraba la sucesora potencial de Persson.
Desde Bruselas, a donde la jefa de la diplomacia sueca acudía regularmente a las reuniones de Ministros de la UE, el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, se declaró "profundamente conmocionado" por el asesinato y anunció que todas las banderas del Ejecutivo de la Unión en Bruselas ondearán a media asta en señal de duelo.
Prodi compareció ante la prensa, acompañado de la comisaria de Medio Ambiente, la sueca Margot Wallstrom, para rendir homenaje a la figura de Lindh, muy apreciada en todas las instituciones de la UE desde que ejerciera con gran éxito la presidencia semestral europea durante el primer semestre de 2001.
También el Representante de la Política Exterior de la UE, Javier Solana, se declaró "conmocionado por la trágica desaparición de Anna Lindh. Era una colega brillante, una verdadera europea y una querida amiga", señaló.
Los máximos dirigentes de los países europeos, como el presidente del Gobierno español, José María Aznar, o el presidente francés, Jacques Chirac, manifestaron también su tristeza por el asesinato de Lindh.
Aznar envió un telegrama de pésame al primer ministro sueco por la muerte de su ministra de Exteriores, a quien definió como una de las "más decididas partidarias del ideal europeísta".
El presidente francés comunicó a Persson su "gran tristeza" por la muerte de Lindh, a cuyo "compromiso europeo" rindió tributo el Gobierno galo.
A estas manifestaciones de duelo se unió también el canciller federal alemán, Gerhard Schroeder, que lamentó el asesinato de la ministra sueca y afirmó que es una "grave pérdida para Europa y para la socialdemocracia europea".
Italia, que ejerce este semestre la Presidencia de turno de la UE, señaló a través de su ministro de Exteriores, Franco Frattini, que "se trata de un grave luto para toda Europa", y expresó su deseo de que los responsables del crimen "sean inmediatamente identificados y castigados".
Jack Straw, el jefe de la diplomacia británica, tuvo un emocionado recuerdo para su colega sueca, a la que definió como una persona "maravillosa". Anna era una buena amiga mía", subrayó Straw.
Las muestras de duelo por la muerte de Lindh llegaron al Parlamento alemán cuya cámara baja (Bundestag) guardó un minuto de silencio en su memoria.
Los líderes del Consejo de Europa expresaron también su "conmoción" y "profunda tristeza" por la muerte de la ministra sueca y condenaron el ataque del que fue víctima.
"Este acto insensato de violencia va en contra de todo lo que defiende el Consejo de Europa", declararon el presidente de turno del Comité de ministros de la institución y titular de Exteriores moldavo, Nicolae Dudau, el secretario general del Consejo, Walter Schwimmer, y el líder de la Asamblea Parlamentaria, Peter Scheider.
La OTAN, a través de su secretario general, George Robertson, se sumó a las condenas del asesinato y a las muestras de dolor.
"Nuevamente con la horrible ironía de un 11 de septiembre, el mundo ha perdido a una persona que ha contribuido sustancialmente a un mundo mejor y más seguro", señaló Robertson.
Desde Ginebra, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo que está "consternado y entristecido" por la muerte de Anna Lindh, que calificó de una "trágica pérdida" para el país. "También yo, como las Naciones Unidas, hemos perdida a una amiga próxima", afirmó.
Las muestras de dolor se sucedieron durante toda la jornada desde todas las capitales europeas. La vecina Noruega expresó sus condolencias desde el Gobierno y desde la Casa Real.
Rusia, los principales dirigentes de Austria y los de los países de los Balcanes, Croacia, Macedonia, Serbia y Montenegro, también manifestaron su tristeza por el asesinato.
Desde Washington, el secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, expresó su "gran tristeza" por la muerte de Anna Lindh y destacó que fue una mujer "que tenía una energía, una integridad y una compasión especial.

jueves, enero 05, 2006

La sombra de un exito


El escritor Wolfango Montes.
luz pública. ¿Es una literatura de calidad? ¿Cómo es?
Wolfango Montes.- Muchos de los autores de este boom ya están escribiendo hace diez, quince y veinte años, pero contribuyó al fenómeno el hecho de que una casa editorial como La Hoguera publicara sistemáticamente a estos autores e intentara vender esos libros, haciendo propaganda y haciendo verdaderos debates literarios. Estos eventos ayudaron a cristalizar el boom.
L.- ¿Es de calidad?
WM.- Sí, es un grupo heterogéneo, en el que ya existe bastante exigencia. No es como antes, porque hubo una etapa folletinesca, todo pueblo pasa por eso. Pero, cuando existen grupos, éstos fiscalizan la calidad narrativa de una forma u otra y se va dando como una selección natural. Unos aparecen y otros desaparecen.
“Desnúdese el desnudo”
L.- ¿En qué circunstancias nació su novela “Desnúdese el desnudo”?
WM.- Yo estaba escribiendo una novela que tenía unas 800 páginas, pero había un párrafo o tal vez dos que daban para otra. Yo dije: Aquí existe otra novela. Ese párrafo trataba sobre una chica que recibía espíritus. Entonces, yo comencé a escribir sobre ese tema. La historia trata de dos amigos ateos que hacen un trato de que si uno muere, él otro le avisará si existe cielo u otra vida. Uno de ellos muere, y años más tarde el que queda se casa con una chica que comienza a recibir espíritus. Es una novela que fue escrita con ayuda de una serie de casualidades. Hubo un momento en que se me trancó la novela, pero vino una amiga que no veía hacía dos o tres años y me contó sobre su último matrimonio. Su historia encajaba totalmente a la novela y la terminé de escribir. Ella vino, me contó sus desventuras y me resolvió el problema.
L.- ¿Hace cuánto la terminó de escribir?
WM.- Es una novela que rápidamente la publiqué, la terminé el año pasado y este año ya viene la reedición.
L.- ¿Cómo la recibieron sus lectores?
WM.- Les gustó la novela.
L.- Uno de sus personajes es Illán, ¿verdad?
WM.- Es un médico, es un tipo muy moderno, cínico, conquistador, que se enamora.
L.- ¿Se enamora con frecuencia?
WM.- No, él sufre una pasión.
L.- ¿Por qué el infierno de ella es la desnudez de él?
WM.- Porque ella, para retener al hombre, se inventa que está recibiendo al espíritu del amigo de él. Entonces ella crea toda una otra historia paralela con datos reales. Por eso, la desnudez definitiva de ella es que ella es desnudada como una impostora.
L.- ¿Qué tiene que ver Illán con usted?
WM.- No, conmigo posiblemente. . . Es que es difícil decir, Illán no es mi alter ego.
L.- ¿Y usted cómo es?
WM.- No es difícil decirle cómo soy yo. La mayor parte de los artistas necesita tener más de una personalidad, pero no es mi caso. Yo pienso que el escritor debiera tener más de una vida, porque una vida no basta, es muy poco, se le agotan los temas. Yo consigo tener dos personalidades en el sentido en que trabajo como médico y soy escritor, como médico tengo un nombre diferente al de escritor.
L.- ¿Cómo se logra dividir? ¿Le sirve ser psiquiatra para escribir?
WM.- Ahora me sirve. Durante años yo los mantuve separados. Yo salía del consultorio y dejaba de ser psiquiatra. Yo ni parezco ser psiquiatra. No soy de esos que hablan sobre psicología y quedan con un aspecto de psiquiatras. Intenté mantenerlos separados durante años y estaba bien, pero después me di cuenta de que disminuía algo en mi creatividad. Entonces, en esta última novela “Desnúdese el desnudo”, ya está el psiquiatra escribiendo. En ella algunas cosas son escritas por el psiquiatra y otras por el escritor.
L.- ¿El escritor psiquiatra o el psiquiatra escritor?
WM.- No, porque no existe eso. Yo en el consultorio soy psiquiatra y no me gusta que los pacientes sepan siquiera que soy escritor.
La sombra de Jonás
L.- ¿Es difícil seguir escribiendo después de “Jonás y la ballena rosada”, teniendo en cuenta que esta novela tuvo muchísimo éxito?
WM.- No, no es que no sea difícil. Yo no percibí. Al mismo tiempo que me ayudó mucho como escritor, me perjudicó. Después de que escribí “Jonás y la ballena rosada” escribí y publiqué una serie de novelas que no las he releído más. Me he olvidado de ellas. Yo hice eso por el peso de Jonás, ¿sabe? Intentaba no reproducir Jonás... Estaba siempre la sombra de Jonás, porque yo pude haber escrito en el mismo estilo y nunca más lo hice.
L.- ¿Fue un error?
WM.- Yo ahora pienso que fue un error no haber ensayado, no haber continuado el estilo de Jonás. Comencé a agarrar otro tipo de estilo, tuve varias novelas policiales. Entonces me perdí durante unos diez años.
L.- Y ahora, ¿ya empezó a reencontrarse?
WM.- Yo creo que hace unos años ya empecé a reencontrarme, pero actualmente estoy en ese camino. El escritor nunca está hecho, siempre está por hacerse. Yo siempre así me sentí. En este momento, por ejemplo, el escritor necesita de ciertos desequilibrios. Entonces, toda esta situación social de Bolivia me desequilibró y eso es creativo. Uno sabe que va a producir, lo que no se sabe es si será de valor.
L.- ¿Cómo escribe usted? ¿Se inspira? ¿O es metódico?
WM.- Intento por lo menos escribir una hora o dos diarias. No tengo más tiempo, infelizmente. Sin embargo, con tan poco tiempo, tengo una gran cantidad de trabajos narrativos. Algunos escritores me dicen que no tienen tiempo, no entiendo. Me gustaría tener más tiempo, porque cada vez escribo más. Antes me sentaba y escribía una novela en ocho meses, ahora la escribo en un año y a veces tengo que reescribir la mayor parte.
L.- ¿Se ha vuelto más crítico consigo mismo?
WM.- Sí, me he vuelto más crítico. Yo siento que no está bien.
L.- ¿Quién es su primer lector?
WM.- Un amigo, allá en Pelotas, Río Grande, es la persona más inteligente que conozco, se llama Adaun Monquelat. Es el primero que lee y el es el que me dice, y yo le hago caso. Después no le hago caso a nadie más, porque eso es por salud mental, y porque él es muy sincero. Si el trabajo está malo, él me dice que está mal. El me dice: No publiques.
El psiquiatra y el escritor
L.- ¿Cómo es eso de ser psiquiatra y escritor?
WM.- Son dos actividades opuestas. El psiquiatra trabaja con silencio, trabaja sin curiosidad. Por ejemplo, si usted está en mi consultorio y usted me cuenta sobre una persona que es su amiga y que me puede interesar para un personaje. Yo no puedo desviarme y comenzar a preguntar cosas sobre esa persona. Yo tengo que centrarme en el problema de usted, si no sería antiético y el psiquiatra tiene el código del silencio. El escritor pone todo para afuera, él no necesita controlarse, al contrario, necesita descontrolarse. El psiquiatra tiene que conocerse a sí mismo profundamente, el escritor no necesita, pero le ayudaría. El escritor precisa tener una parte de su ser desconocida. Al escritor de vez en cuando tiene que sorprenderle la vida, al psiquiatra, no. Entonces son profesiones opuestas, pero que pueden convivir, haciendo unos ciertos cortes.
L.- ¿El corte es tajante cuando entra en el consultorio?WM.- Sí, es tajante. La psiquiatría exige una atención total, yo no puedo escuchar a una persona y escuchar otra cosa. Y debo escuchar incluso cuando son casos tediosos, porque hay personas que tienen una vida tan limitada, tan pobres que sus vidas son tediosas

literatura para niños escrita por Inchauste

Isabel Mesa tiene dos amores (por lo menos): la literatura infantil y la enseñanza con niños y niñas de primaria. A finales de año presentará su nueva novela infantil y espera comenzar un máster en literatura infantil impartido a distancia por la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero su flamante novedad es un libro de cuentos, La flauta de plata, presentado hace una semana en Taipinquiri y editado por los entusiastas responsables de Gente Común, que inauguran con este texto su serie de literatura infantil.La flauta de plata recopila cuatro cuentos que llegan de diferente madre y padre y supone la primera incursión de la autora en el género cuento, un auténtico desafío para una escritora como Isabel Mesa que siempre se ha dedicado más a publicar novelas. Novelas que, por cierto, han cosechado éxito en ventas y galardones.La pluma de Miguel, premiada en Colombia, va ya por los 11.000 ejemplares vendidos y ha sido adquirida por la editorial chilena LOM para su distribución en el país vecino. “También me la han pirateado, es una barbaridad, pero mis amigos me dicen que por lo menos se nota que soy leída y requerida”, dice entre sonrisas y amargura. Sus otras novelas, La portada mágica, El espejo de los sueños y La turquesa y el sol van por la tercera edición.Los cuatro cuentos de La flauta de plata son: El cinturón de Aché, “publicado” ya hace cinco años en una antología “fantasma” llamada Cuentos a la sombra del tajibo; La flauta de plata, sobre una leyenda chipaya; El cuarto oscuro (nacido de una experiencia personal sobre cómo acabar con los miedos de los niños y publicado también en El cuento y los cuentacuentos, una antología de autores latinoamericanos, editada en Chile); y La rebelión de los cuentos (escrito para una de las actividades de la biblioteca del Colegio Alemán, donde Mesa enseña a los alumnos de primaria. El libro será presentado el 1 de octubre en el Centro Patiño de Cochabamba.Una de las mayores satisfacciones de Mesa es comprobar que nuevas generaciones de lectores han comenzado a amar la lectura con sus novelas. “Incluso, una chica decidió su profesión, restauradora de arte, después de leer La portada mágica”, dice Mesa. “La clave de todo esto es aprender gozando”, añade.—Llevas tres novelas infantiles y un libro sobre mitos, ¿cómo ha sido esa dura, dicen, adaptación al cuento?—Escribir un cuento es mucho más difícil que una novela, el cuento tiene que quedar redondo y yo me engolosino y escribo y escribo. Soy más proclive a alargar mis historias, disfruto más llevando a mis personajes de un lado para otro. En el cuento todo está más enmarcado y existe un momento en que tienes que terminar y ya.—El cuento que más me ha gustado es el último, La rebelión de los cuentos y ese enfrentamiento entre los héroes de antaño de las obras infantiles y los nuevos de la tecnología. ¿Cómo nació?—Ese cuento sale de mis experiencias como maestra de primaria. Los autores de literatura infantil tienen que saber que las niñas están ahora prendidas a Floricienta y los niños a la “playstation”. No se puede obviar eso. Entonces, si quieres hacer literatura para ellos, de nuestro siglo, hay que ponerse a la altura de estas exigencias. Para mí, Harry Potter y El Señor de los Anillos han liberado la literatura, no la han matado, pues ahora los jóvenes, por lo menos, conocen a los autores y autoras de esos libros. Los cuentos con haditas y sapitos pertenecen al romanticismo, están obsoletos y la manera de escribir con descripciones de cuatro párrafos, también. Con la televisión y los videojuegos, los niños y niñas ya no soportan esas cosas. Esta literatura y sus clásicos de siempre tienen que ser sustituidos como la que se hace y hacemos ahora, lo será dentro de unas décadas. —¿Quieres decir que ya no hay lugar en nuestro mundo de imágenes para los clásicos de siempre?—No, las hadas y la computadora tienen que ponerse en balanza. Pero la culpa es de algunas editoriales pues un cuento de hadas debe ser siempre leído en su formato original, no subestimar al lector infantil con ediciones reducidas o llenas de diminutivos. Cuando mis alumnos han leído La Sirenita de H.C. Andersen y luego han visto La Sirenita filmada por Disney se han dado cuenta del horror, con un final trastocado. Los autores de literatura infantil subestiman a sus lectores, a los niños de seis y 16 años, hay que hablarles igual.—Pero en tu cuento que comentamos, los héroes de la literatura infantil clásica vencen en la batalla a los de la televisión y los videojuegos...—Sí, porque los videojuegos nunca ayudarán a crear más imaginación que un cuento, que aportan más que cuando todo te lo dan hecho y no tienes que imaginar nada. En los videojuegos todo te lo dan hecho. Lo que hay que hacer es equilibrar, no son malas dos horas de tele, pero nueve horas con el “playstation”, sí. No podemos ir en contra de la tecnología, así que nos tenemos que unir.—Tanto videojuego..., ¿vas a dejar tus tradicionales temas con mitos y leyendas de nuestros pueblos?—Nunca, los bolivianos vivimos en un país con gran diversidad cultural, necesitamos conocer y respetar la historia de nuestro país, no puedes juzgar a tu país si no lo conoces. Mi literatura, al mostrar este rico patrimonio de mitos y tradiciones ancestrales, es una invitación a asumir una identidad propia, la que sea, pero boliviana siempre. No hay nada más triste que ver a un niño boliviano amando y admirando lo de fuera. Hay que respetar y aprender a amar a tu país con sus virtudes y defectos, pero sin dejar de lado lo que nos brinda ahora la tecnología. —Volviendo a los males de la literatura infantil, ¿cómo ves el panorama boliviano?—La literatura infantil boliviana no trabaja la novela, ni la poesía. Tenemos autores valiosos en cuento como la cruceña Gigia Tallarico y Rosalba Guzmán, de Cochabamba, que ha presentado en la Feria un libro excelente, El planeta multilenguando. Pero creo que nos hemos quedado rezagados en este género, en comparación con nuestros vecinos latinoamericanos, que han avanzado en autores con una literatura actual sin tapujos, que les habla a los jóvenes de divorcio, muerte, sexo..., aquí creemos que estos asuntos no están a la altura, que no deben ser tocados. Cuando pensemos que el niño no es subnormal, avanzaremos. Necesitamos también más concursos, más incentivos de las alcaldías, de la Reforma Educativa; hay que publicar a nuestros autores bolivianos, ya no puede ser más eso de verlos vendiendo sus libros de puerta en puerta.—¿Y por qué crees que la literatura infantil boliviana no toca esos temas (sexo, muerte...) que los niños ven a diario en televisión, cine, internet y juegos...?—Porque somos un país ultraconservador y machista, y no queremos ver que la función actual de la literatura infantil-juvenil es orientar sobre los temas actuales y las imágenes que nuestra niñez y juventud ve, que se cuestionen, analicen e investiguen lo que ven para que tengan sus propios criterios y se devuelva lo mejorensuvidaCuanto más les ocultemos esos temas, peor.

martes, enero 03, 2006

El cochabambino que escribe nuestros sueños

Cuando Edmundo Paz Soldan, gano el premio de cuento Rulfo en 1997, me dije a mi mismo aqui hay un escritor boliviano que promete bastante triunfos para literatura del pais, anteriormente habia leido un articulo sobre su primer novela Dias de papel en un suplemento cultural, y no le habia dado bastante importancia al asunto.
Tuve que leer el cuento donde Benjamin Laredo escribe frases de amor para una mujer que tiene la peculiaridad de tener un mechon blanco y cuyo nombre Dochera es una anagrama de la palabra Hacedor, para descubrir que Paz Soldan estaba logrando aquello que muchos escritores siempre soñaron, exportar la literatura de nuestro pais hacia el exterior.
Han surgido casos aislados de escritores bolivianos que han logrado triunfar en el extranjero, podemos citar a Taboada Teran, Juan Claudio Lechin y Victor Montoya. Sin embargo y se que muchos estan de acuerdo conmigo uno de los escritores que abrio nuevas tematicas narrativas para la literatura boliviana es sin duda alguna Paz Soldan.
Este cochabambino que dejo Bolivia en 1988 para marcharse a California ha escrito los sueños de mi generación y escribira los sueños de la generacion a la que perteneceran nuestros hijos venideros.
Sueños digitales y El delirio de Turing son dos obras fundamentales que analizan el impacto de
la tecnologia en un pais dormido en el puritanismo colonial por algunas ideas conservadoras que todavia deambulan por la mente de sus habitantes.
La materia del deseo y una inedita novela sobre la guerra del gas del 2003 titulada Palacio quemado, nos revelan que Paz Soldan esta comprometido con los problemas sociales y politicos de su pais.
Cruzo los dedos para que Edmundo escriba un centenar de novelas donde el pais que narre sea el pais que siempre imaginamos habitar.

lunes, enero 02, 2006

Novela sobre el 11 de septiembre





Hace ya casi tres años desde esa tragedia cuya onda expansiva está cambiando nuestra mentalidad, nuestra percepción del mundo y nuestro mundo mismo de forma drástica y brutal. Hablo, por supuesto, del 11 de septiembre de 2001. El nacimiento del siglo XXI no pudo ser más doloroso. Mas el dolor inspira el arte, y el 9-11 ya ha servido de inspiración al cine (el filme de dirección colectiva 11’09’’01) y a la música (el álbum The Rising, de Bruce Springsteen). Pero, aunque aquel seísmo ha elevado montañas de papel impreso y cordilleras de libros-testimonio y libros-reportaje, aún no había servido de inspiración a la literatura... hasta ahora. Y, a pesar de que Nueva York debe ser la ciudad del mundo con más escritores residentes por metro cuadrado, la novela del 9-11 tuvo que escribirla un escritor francés que ni siquiera estaba allí.
Casi tres años después, la onda expansiva de aquellos impactos sigue haciendo retemblar nuestro mundo y, de una forma u otra, sigue cobrándose víctimas materiales o morales en Guantánamo, en Madrid, en Tel Aviv, en Palestina, en Bagdad... pero el epicentro fue Nueva York. Y ni Paul Auster, ni Bret Easton Ellis, ni Jay McInerney, ni Tom Wolfe, ni Norman Mailer, ni Oriana Falacci ni ningún otro de los centenares o quizá miles de escritores que viven en Nueva York o alrededores ha utilizado aún ese poderoso material humano y dramático.
... cuando los edificios desaparecen, sólo los libros pueden recordarlos. Por eso Hemingway escribía sobre París antes de morir. Porque sabía que los libros aguantan más que los edificios.
Hasta el momento sólo tengo constancia de la publicación casi simultánea de dos libros de dos escritores madrileños, Antonio Muñoz Molina y Ray Loriga, que aquel 11 de septiembre, cada uno por su lado, estaban por casualidad y por separado residiendo en Nueva York -y, lo que son las cosas, ambos volvían a residir en Madrid cuando el atentado del 11 de marzo- y de sus respectivas experiencias neoyorquinas surgieron sus respectivas obras Ventanas de Nueva York (Seix Barral, Barcelona, 2003) y El hombre que inventó Manhattan (El Aleph, Madrid, 2003). En ambas se encuentra alguna referencia esquinada a la caída de las Torres Gemelas, pero éste dista mucho de ser uno de los temas principales de ninguna de las dos.
Sí lo es de Windows On The World (Éditions Grasset & Fasquelle, París, 2003; traducción española de Encarna Castejón, Editorial Anagrama, Barcelona, 2004), novela con título inglés, escrita en francés, que responde a la afirmación que ella misma expresa en el minuto 8.32:
Desde el 11 de septiembre de 2001 la realidad no sólo supera a la ficción, sino que la destruye. No se puede escribir sobre ese tema, pero tampoco se puede escribir sobre otra cosa. Y no hay nada más que nos concierna.
Su autor es Frédéric Beigbeder, a quien mucha gente, entre ellos un servidor de usted, considera la más interesante revelación dentro el reciente panorama literario europeo. Pero si usted me está leyendo en el continente americano, quizá aún no haya tenido noticia de él, pues ese océano que nos separa a veces parece muy estrecho y, a veces, demasiado ancho. Así que antes de seguir permítame que se lo presente:
Este francés residente en París, culto y refinado, alto y larguirucho, de rostro adornado por una superlativa nariz, de singular talento literario pero trabajo mercenario, de inigualable habilidad para la esgrima verbal... no, no es Cyrano de Bergerac. Ya se lo he dicho antes, se llama Frédéric Beigbeder. Su trabajo mercenario no es (era) ser mosquetero del rey, sino escritor de eslóganes para una importante compañía publicitaria. Aunque tanta diferencia no hay. Al fin y al cabo, la publicidad es la reina del sistema económico capitalista, ¿O no?
Beigbeder nació en 1965 en Neully-sur Seine, residencia privilegiada de cierta burguesía parisina culta e ilustrada que prefiere no mezclarse mucho con la chusma residente en el casco urbano. Allí creció siendo, según su propia definición, un burguesito esnob.
Nací con el culo orlado de cucharillas de plata. Me gustaría poder contarles una infancia dolorosa de artista maldito. Envidio a Cosette: nunca he vivido nada patético. Es patético ser tan poco patético.
Su vocación literaria se despertó a edad temprana, y con 19 años publicó Mémoires d'un jeune homme dérangé, obra autobiográfica donde se relatan la vida (nocturna y desenfrenada) y los amoríos (también nocturnos y desenfrenados) del joven Marc Marronier, alter ego literario del autor. Las siguientes aventuras de Marronier, convertido en cronista de sociedad asiduo de las drogas de diseño y los night clubs de medio mundo, aparecen relatadas en Vacances dans le coma, Nouvelles sous ecstasy y L'Amour dure trois ans (El amor dura tres años, en su traducción al español), breve novela que contiene las mejores y más tristemente divertidas reflexiones sobre el amor, o el desamor, que un servidor haya leído nunca.
Pero su gran consagración internacional se produjo en el año 2000, con la publicación de 99 Francs (luego retitulada 13,99 Euros), donde abandona a su alter ego Marc Marronier para enfundarse la piel de otro llamado Octave Parango, joven creativo publicitario que, harto de su trabajo de manipulador de mentes y de una vida sin más aliciente que el derroche y la cocaína, decide escribir un libro revelando el siniestro trasfondo del negocio de la publicidad, para así conseguir que le despidan de la poderosa agencia en la que trabaja. 99 Francs se convirtió rápidamente en un best-seller en Francia, y luego en Alemania, Italia y España, y motivó que Beigbeder fuera despedido fulminantemente de la agencia Young & Rubicam, donde trabajaba desde hacía 10 años.
Después, tras escribir los guiones de dos comic-books sobre la vida hueca de los multimillonarios aburridos de vacaciones perpetuas en Europa (Rester Normal a Saint-Tropez y Rester Normal T.2) y un ensayo sobre literatura llamado Dernier inventaire avant liquidation (Último inventario antes de liquidación, en su traducción al español), que es como una alternativa mucho más ligera y mucho menos pedante al A Western Canon de Harold Bloom, publica la que es sin duda su obra más madura y la excusa que ha aprovechado un servidor para escribir este artículo: Windows On The World.
Escribo este libro porque estoy harto del antinorteamericanismo hexagonal (...) Puesto que se ha declarado la guerra entre Francia y Estados Unidos, hay que elegir el bando con cuidado para que luego no te rapen la cabeza.
Se ha comparado a Beigbeder con Bret Easton Ellis, a quien recuerda a primera vista y a primera lectura por el tono y el tema, y por las superficiales similitudes entre algunos pasajes de 13’99 Euros y American Psycho, aunque el descenso a los infiernos rituales de las drogas, el sexo y la violencia que protagoniza Octave Parango es bastante diferente del que protagoniza Patrick Bateman: contiene mucha más ironía y mucho menos tremendismo.
Pero, a segunda vista y segunda lectura, diría que se le nota más influencia de Charles Bukowski: esa prosa económica y directa, ese recurso continuo a la experiencia autobiográfica de forma sencilla y sincera, sin falsos pudores ni excesos exhibicionistas. Beigbeder es como un Bukowski esnob y á la parisien, y Marc Marronier es como un Hank Chinaski más joven y más aficionado al champagne y el éxtasis que al vino barato y el whisky peleón.
Mi generación odia Mayo del 68 porque toda generación tiene que eliminar la precedente. Mi generación seguirá estando traumatizada por el duelo del comunismo, el topmodelismo y la cocaína. La generación siguiente, la que nació en la década de los ochenta, la que eliminará a la mía, tenía 20 años el 11 de septiembre de 2001. A sus ojos yo soy la encarnación de la superficialidad jet-set, de la contradicción elitista, de la putrefacción mediática y de la vacuidad altiva. Me pregunto cómo sobrevivirá esta generación al World Trade Center: ¿podrá crecer sobre los escombros humeantes de la comodidad material? ¿Qué va a construir donde estuvo el Centro de Comercio Mundial? ¿De qué estarán hechos sus sueños, aparte de acero fundido y tripas calcinadas?
Beigbeder posee una envidiable habilidad, probablemente perfeccionada por su experiencia como perpetrador de eslóganes publicitarios, para resumir descripción y sensación en una frase breve, redonda y brillante: una frase de Beigbeder vale por un párrafo entero de muchos otros escritores (al contrario que el tan prolijo Bret Easton Ellis). Sus otras virtudes literarias son una aparente ligereza, bajo cuya superficie estallan cargas de profundidad continuamente, y una ironía que oscila entre lo jocoso y lo cruel y que esconde no poca reflexión ética, tristeza y hasta amargura. Esas virtudes son en sus manos escalpelos y bisturís con los que hace rigurosos análisis anatómicos: el de su generación, el joven pijerío hedonista y huérfano de valores que floreció en los años 80, presente en el ciclo de Marc Marronier; el de ese océano llamado negocio de la publicidad y poblado por gordos tiburones borrachos de cocaína y éxito fácil, presente en 13,99 Euros; el de esta desgraciada era que se está forjando desde aquel 11 de septiembre que hace en Windows On The World. En esta ocasión, sin embargo, utiliza poco el bisturí de la cruel ironía, salvo para lacerarse a sí mismo de vez en cuando: el tema no es como para reírse, no aún. Las cenizas de las víctimas están demasiado calientes.
Ya conocen el final: todo el mundo muere.
Así empieza el libro, a las 8.30 horas, y acaba a las 10.29 horas. Un minuto, un capítulo; una hora y cuarenta y cinco minutos, ciento cinco capítulos para asistir a la caída de un mundo que no volverá a ser igual. En esa hora y cuarenta y cinco minutos se alternan la narración de la tragedia vivida por los clientes del Windows On The World, el café-restaurante situado en el último piso de la Torre Norte, la primera en ser alcanzada (a las 8.30) y la última en derrumbarse (a las 10.28), con las reflexiones y las confesiones autobiográficas del propio Beigbeder, un escritor que pretende escribir una novela sobre las víctimas que murieron ese día y en ese restaurante. Éstos son los dos pilares del libro, las dos torres gemelas de palabras que el autor construye sobre los escombros de las torres gemelas de hormigón y acero.
Dentro de un momento, en el Windows On The World, una gruesa portorriqueña va a empezar a gritar. Un ejecutivo con traje y corbata abrirá la boca de par en par. “Oh my God.” Dos compañeros de oficina se quedarán mudos de estupefacción. Un pelirrojo soltará un “Holy shit!”. La camarera seguirá sirviendo té hasta que la taza rebose. Hay segundos que duran más que otros. Como si uno acabara de apretar el botón de “pausa” en el lector de DVD. Toda esta gente se conocerá por fin. Dentro de un momento todos serán jinetes del Apocalipsis...
La narración de lo que pasó en el Windows On The World durante esa hora y tres cuartos es una reconstrucción ficcional, protagonizada por un personaje de ficción, el agente de seguros Carthew Yorston. El escritor Beigbeder, personaje real, se introduce en su propio libro desde otra perspectiva aérea, tomándose un café en Le Ciel de Paris, un local situado en el piso 56 de la Torre Montparnasse, el edificio más alto de la ciudad, una ciudad de edificios bajos donde no abundan los rascacielos. Me hubiera gustado haber leído el libro en un café situado en lo alto de otro rascacielos, (hubiese sido un ejercicio de poética simetría) pero no pude porque en Barcelona hay aún menos rascacielos que en París, una estricta normativa municipal los prohíbe por razones estéticas. Sólo hay tres, de 34 pisos el más alto, y ninguno tiene restaurante en las alturas. No es que importe: un buen libro se puede leer en cualquier sitio. Y éste es un buen libro.
Entre estos dos escenarios el autor establece un constante diálogo de ida y vuelta entre la realidad y la ficción, entre París y Nueva York, entre Europa y Norteamérica, entre la narrativa y el ensayo, entre la tragedia humana y la reflexión intelectual. Éste es uno de esos libros que tanto se pueden leer empezando por la primera página y acabando por la última como abriéndolo por cualquier página al azar. De hecho, todas las citas que aparecen intercaladas en este texto son de Windows On The World: es un libro muy citable (he dejado mi favorita para el final). Pero vale la pena leerlo entero. Porque también es un libro bello. Y un libro recomendable. Y un libro que aguantará más que los edificios.
Ese odio que inspira Norteamérica es amor. Alguien que te odia tanto, alguien que quiere que lo aborrezcas tanto, es alguien que quiere llamar tu atención. O sea, alguien que te ama inconscientemente. Bin Laden no lo sabe, pero adora a Norteamérica y desea que ésta le quiera. No haría tantos esfuerzos si no quisiera que Norteamérica le hiciera caso
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