viernes, junio 02, 2006

Sangre Dulce : los nuevos cuentos de Giovanna Rivero



Maximiliano Barrientos

- Mencionaste que con el libro inicias un proceso de ruptura con tu obra anterior. ¿Hay una nueva escritora en Sangre dulce?
- Pues, yo creo que sí, me siento mucho más clara con respecto a lo que quiero de mi obra, hacia dónde quiero llevar mi narrativa.
- ¿Hay una escritora que busca salir de ciertas categorías? El erotismo, por ejemplo.
- Sí, exacto. El erotismo como categoría no me interesa, pero siempre será un tema o una temperatura en la que ocurren otras cosas.
- Aquí abordas cuestiones como la infancia. Algo que iniciaste con el cuento con el que ganaste el premio Franz Tamayo.
- Claro, me parece que la infancia es un gran momento, es el gran momento, cuando tienen lugar todos los fetichismos de la vida adulta y cuando no hace falta estar en ninguna parte más, con ninguna otra persona. Se da una suerte de autenticidad. Además, tengo la sospecha de que en los ciclos personales de los escritores, aparece la necesidad de escribir en un tono casi autobiográfico sobre la infancia.
- Eso se ve mucho en ciertos escritores que hacen de ese periodo una suerte de espacio de autenticidad que se pierde después. Pienso en Gombrowicz, por ejemplo. ¿Por qué ahora abordás eso, antes la escritora no estaba lista para hacerlo?
- Me interesa el tema por dos motivos: la propia vida como un relato, un relato con el que hay que ejercitar el desapego y también, por otra parte, la contradicción insalvable entre la infancia y la adultez. No sé si contradicción, precisamente, quizás sólo una mutación.
- En el libro también tocás cuestiones políticas, como por ejemplo la dictadura de García Meza y lo hacés a través de la mirada de una niña....
- Ése es un cuento muy personal porque he respetado los nombres reales (aunque qué importa eso de la realidad), pero en el momento de tomar la historia sí era importante, era una especie de fetichismo: los nombres propios. No es un cuento político en sentido estricto, es un cuento de cómo se va dejando la niñez y de cómo ese poder desmesurado te hace dejarla más rápido.
- En todo caso, la política se vuelve un contexto para hablar de otra cosa. Pasa lo mismo con el cuento que ganó el Franz Tamayo. En ambos, noto una proximidad con Carver.
- Pues, qué bien. Carver ha sido y es una lectura imprescindible si escribís cuentos; si escribís cuentos sobre la vida, por eso creo también que yo llegué a Carver antes de abrir por primera vez uno de sus libros, y fue a través de Lorrie Moore.
- ¿En qué sentido Carver y Moore contribuyeron a ese nuevo enfoque que tenés de la literatura? ¿Te mostraron que otras cosas podían ser narradas?
-Exactamente, me ayudaron a descubrir los temas que estuve buscando siempre, de manera obsesiva. Generalmente, las cosas que nos provocan obsesión están en nuestras narices y leer a estos dos escritores te rasga esos cortinajes pesadísimos que uno usaba para dar inicio a la escena. No hay una puesta en escena ni un montaje, lo que ocurre mientras vives es lo que vale.
- El cuento como reproducción o laboratorio de la vida. No hay finales desestabilizadores ni argumentos extraños, el peso radica en otra cosa, en la mirada.....
- Y me parece que la importancia de este libro, para mí, está en eso: en superar la necesidad casi patológica de que los cuentos tengan estructuras 'perfectas' y trabajar con mucha más profundidad, con más hondura los personajes. De todos modos, en este libro hay cuentos ya publicados y he querido mantenerlos para rastrearme.
- Hablame del trabajo con Kathy Leonard.
- Kathy Leonard es profesora de Traducción y Lingüística Hispánica en la universidad de Iowa State. La conocí en 1997 cuando ella estaba armando una antología de literatura escrita por mujeres y estuvo viajando por toda la cordillera andina. Entonces trabajamos en Sentir lo oscuro, y luego en este libro. Para ella, Sangre Dulce es una muestra de su talento como traductora y como fotógrafa.
- ¿Cómo se relacionan los cuentos con las fotos?
- Ella tomó de cada historia lo que consideraba que los personajes eran o deseaban ser de un modo y no lo conseguían. Sobre todo esto último. Fotografió esos fetiches privados de los personajes.
- ¿Qué aspectos comparten los cuentos nuevos con los viejos?
- El intimismo. Son cuentos sobre la vida privada, todo ese universo e infierno que significa la vida privada.
-¿Por qué la necesidad de utilizar la ficción para hablar de uno mismo? ¿Por qué no publicarlo como un diario?
- Porque la obsesión es la literatura y su antítesis sería un diario que luego, si tenés suerte, podría ser leído como documento, reportaje o por morbo. Y como somos pretenciosos, nos atrevemos a decir que esta verdad es mentira, lo que me parece mucho más rompedor que decir "esta mentira es verdad".
- ¿No es un mecanismo para protegerse a sí mismo? Biografías como las de Stuart Mill o los Pensamientos de Pascal se estudian en las universidades como clásicos de la literatura. Ellos hicieron literatura, hablaron de sí mismos y no necesitaron esconderse en la ficción.
- Sí, también es un mecanismo. Pero no hay que perder de vista que si escribís tu biografía, esa obra nunca más podrá separarse de vos, si escribís literatura, estás apostando por ir más allá de vos mismo, por la distancia necesaria. Elegir la ficción como forma de vida es medio descabellado, pero no queda otra. Fresán decía que a él le parece asqueroso que alguien diga que escribe con ‘dolor’.
- Es interesante ese concepto: ficción como distancia.
- Distancia no como escape, sino la perspectiva que el escritor necesita para distinguir y también para no confundirse con esa literatura que estás pretendiendo hacer. Si hay la distancia necesaria podés corregirte y nada ofende.
- ¿Esa distancia que da la ficción, permite que cuando el libro salga lo podás ver como un producto, como algo no tuyo? ¿Si publicaras un diario o unas memorias, no podrías sentirlas como un producto, la ligación seguiría?
- Así es, pero además esto no quita su naturaleza personal, claro que esta vez para el lector. A nivel de arte, que ojalá el libro lo tenga, será una versión más de mi contemporaneidad. Con esto me refiero a las obsesiones del tiempo que me toca vivir, es desde este ángulo temporal desde donde narro, supongo que es así.
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