Pocas veces he leído con tanta prisa y tanta anticipación el final de una novela, con “el ritmo trepidante con el que se encuentran entrechocando sus cuerpos en un ansiado abrazo de oso”, porque el Jukumari es un oso y su maravillosa esposa es la de la “concupiscencia arrebatadora”. Por otro lado, la Reina Blanca, conocida narcotraficante, debe morir porque “aquel que no se aferra a nada, posee to...do”. Entre el Hananpacha y el Kaypacha, el mundo de arriba y este nuestro mundo, transcurren los destinos de estos personajes tratados con una ironía exquisita poco frecuente en nuestras letras. La visión que Dennis Morales Iriarte tiene de la cosmovisión andina en la novela Jukumari Donoso es risueña y el resto lo llena de su militancia en la ciencia ficción, el indigenismo y el difícil arte del juego de palabras.
Ramón Rocha Monroy
Cronista de la Ciudad
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