martes, agosto 20, 2013

Sobre “Obra poética”, de Antonio Terán Cabero


Desde la izq. Pedro Camacho, de editorial Kipus; Antonio Terán Cabero y Gonzalo Lema Vargas, durante la presentación de “Obra Poética” en la ciudad de Cochabamba. - Hernán Andia Los Tiempos



Por Rosario de Urquieta

Antonio Terán Cabero hace entrega a los amantes de la buena poesía “Obra poética”, editado por Kipus.
Terán Cabero, miembro de Gesta Bárbara, grupo literario considerado en las letras bolivianas, por su importancia y trascendencia, similar a la Generación del 27 en España, junto a Gonzalo Vásquez, Jaime Canelas, entre otros, que son presencia indiscutible en la poesía boliviana. Algunos ya dijeron su palabra y se marcharon; palabra que fue bien dicha y habita encarnada en el verso que sigue latiendo en la imagen de rotación perenne.

Terán, poeta vigente en el doloroso oficio de escribir y vivir en verso. Sensibilidad en vigilia, expuesta al soplo suave o a la arremetida de los vientos. Espíritu libre, espontáneo; imposible de someterse a reglas o normas, en definitiva un poeta con mayúsculas. Podemos afirmar en él la existencia del hombre de vocación insobornable, de conciencia sigilosa en la búsqueda que impele la insatisfacción.

El libro que reúne: “Puerto imposible”, “Y negarse a morir”,“Bajo el ala del sombrero”, “Ahora que es entonces”,“De aquel umbral sediento”, “Boca abajo y murciélago. “Otras palabras al acecho”, “Costal de limosnero” nos describe, la fascinación de vivir en la dialéctica de la plenitud y la desposesión, del rapto y el vacío, versos que señalan el destino del hombre signado por la angustia existencial: el superhombre nietzchano pero gusano al fin que se arrastra persiguiendo lo inalcanzable. “Puerto imposible”, amor que evoca Terán en una constante contradicción de significaciones que no se oponen sino se complementan. El Ser, iluso en su pretendida suficiencia, sigue asido a esa libertad-esclavitud aún consciente de que como en el mundo rilkiano lo bello poseído acabará en cenizas.

En lo formal “Puerto Imposible” fluye espontáneamente sin mucho trabajo de construcción. Percibimos cierta cautela expresiva. No se define aún una personalidad literaria. La vida continúa, el poeta seguirá descifrando ese tejido inexorable que representa su mundo, único, extraño, sombrío que se mide con el hecho de vivir.

En “Y, negarse a morir”, se mantiene firme y dolorosa la necesidad de dar testimonio de la realidad cotidiana vivida. Si bien las motivaciones son las mismas: cavilaciones, obsesiones, vacíos, destino, silencio; en suma el dilema existencial; no así la actitud de poeta frente a ellos. Aquí la visión es más dramática, más vital e intensa con una definida oposición al orden inmodificable. Intensidad que trasciende el equilibrio de serenidad expresada en una auténtica subjetividad creadora que subyace en un todo poético.

En lo formal ofrece una nueva imagen expresiva, de mayor reflexión lírica. Terán, más seguro, se atreve a transgresiones sintácticas liberando al verso de esclavizantes estructuras, haciéndolo ganancioso en mayor capacidad de sugerencias y connotaciones.

Poeta lúcido que tiene conciencia de esa limitación, intenta dominar la libertad del verso, la que concibe como expresión original para llevarla, si es posible, a su significación plena; bien tenía razón Cioran al afirmar que: “en la vida del espíritu llega un momento en que la escritura, al erigirse en principio autónomo, se convierte en destino”. Algunos de los libros de Terán deberían ser estudiados a partir de la “fatalidad verbal” que alude Barthes o del doble filo de las palabras en el concepto de Holderlin, también pensando en Octavio Paz o Cortázar y su concubinato con las palabras a contra ruta pero de pasión intensa. En esa misma dinámica de la palabra poética y audacia formal están los poemas de “Bajo el ala del sombrero”. El vacío e ingravidez, la aceptación de la nada sartriana como estado cotidiano pulsan el nervio de la escritura. El volver a la matriz, al útero, a ser semilla en la simiente, evoca la infancia, la nostalgia del regazo materno, de la palabra paterna y del añorado trajinar en la primera casa; es la voz que recupera al “Ahora que es entonces”. Gran parte del campo semántico que configura este libro connota tiempo.

El arma que se impone en la lucha del nunca y el jamás es la palabra que recupera en el recuerdo el ayer, el entonces en el ahora. El soneto de estricto rigor formal --al estilo parnasiano-- es la forma elegida para “De aquel umbral sediento” dividido en partes, entre otras está Eros, sonetos que transpiran la fascinación del cuerpo en los raptos eróticos. En imágenes originales y audaces recorre el tacto las rutas del cuerpo henchido de deseo. Quizá Terán asume como Octavio Paz: “que el erotismo es un juego, una representación en la que la imaginación y el lenguaje desempeñan un papel no menos cardinal que las sensaciones” En “Boca abajo y murciélago” hay una diversidad formal desde el soneto al verso libre, este último sujeto a la euritmia, producto de la selección de palabras que crean imágenes y metáforas de inusitada significación.

En lo temático, siempre alrededor de la preocupación recurrente del “ahora que es entonces”, se combina las simples experiencias de la vida, esa cotidianidad sin dejar de ser igualmente primordial y trascendente. Nos parece el epílogo a tanta pregunta sin respuesta y, finalmente la aceptación a las grandes limitaciones frente a los designios divinos o maléficos que no sabemos de dónde vienen y cuándo se cumplen.

En “Costal del limosnero”, escrito en el agua, nos preguntamos: ¿por qué en el agua? Pensamos en Heráclito y el devenir; nadie se baña dos veces en las mismas aguas. La caducidad del tiempo. La mutación constante.

Cada instante que pasa somos diferentes, hasta quizá otros. En esta concepción los temas son totalmente diferentes, una especie de miscelánea, desde preocupaciones de identidad, intertextos, sonetos minimalistas; hay de todo en este costal, mas siempre bajo un estricto control y exigencia del lenguaje poético, aunque irónicamente el poeta piense lo contrario. Esta, una simple aproximación a “ Obra poética” . La producción lírica de Antonio Terán Cabero es poesía con mayúscula que ya lleva el signo de la sobrevivencia.
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