sábado, mayo 11, 2013

La Princesa, el mago y la bandida : (Cuento)


Por José Luis Claros López

Debo confesarte que, desde que mi pensamiento ha cambiado, ya no existen para mí palabras ambiguas ni dichos: cada palabra tiene decenas, centenares de significados. Y ahí empieza lo que temes… La magia. Lo había escrito Hermann Hesse dentro de su cuento "Dentro y Fuera"; decido recordártelo porque soy un tipo complicadamente aburrido que justo recordaba ese fragmento cuando intentaba ser yo quien consiguiera robarte una sonrisa.

Lo que recuerdo era que la luna grande iluminaba el cielo sin nubes, hasta que comenzó a soplar un viento premonitorio de la pronta llegada de una lluvia de noviembre y al no existir más testigos la plaza se quedo en un cómplice silencio absoluto.

Recuerdas Princesa que a las once de la noche, te dije que yo era un Mago y tú ni siquiera reíste con la ocurrencia. Pero decidiste hacerme caso cuando te pedí que cerraras los ojos y mientras murmuraba unas palabras ininteligibles; arruinaste todo el encantamiento al abrir tus ojos y muy molesta dijiste que los magos no existen.

Lo recuerdo, ese fue otro momento de silencio absoluto, la lluvia se acercaba y todavía no sonreía.

Pero todavía recuerdas que justo en ese instante con su andar vagabundo, sucia y desaliñada, se fue acercando sigilosamente aquella perrita. Con su mirar tierno consiguió lo que yo no había conseguido. El robarte no solo una sino también muchas sonrisas.

Y tú para hacerme sonreír hasta intentabas ser un mago... Te quedaste mirando consternado la escena. Y fue cuando sacabas tú pañuelo que sin querer quedaste al descubierto porque todos los caramelos que utilizabas en tus trucos, quedaron regados por el suelo.

Lo recuerdo Princesa; eran los caramelos de frutilla que sacaba de atrás de tú oreja. También recuerdo que tú sentiste tanta pena de aquellos ojos de hambre con los cuales te miraba el triste animalito, y le ofreciste un poco de comida pero sobre todo caricias de afecto.

Y entonces llego la lluvia, nos fuimos rápidamente intentamos que la perrita que bautizaste como la bandida nos siguiera pero se fue con rumbo a otra dirección.

Princesa lo más difícil era conseguir que se dibuje una sonrisa sincera en tus labios, sé que me contaste que pocos hombres podían conseguir ese efecto. Por eso bautice como "la bandida" esa noche de noviembre a la perrita del camino que se acerco a nosotros en la plaza y te robo tantas sonrisas.

Y para que me confiesas todo eso justo ahora. Habíamos quedado que ya no recordaríamos nada de aquellos momentos.

Te los confieso porque anoche, salí a buscar a "la bandida" y la busque por todas las calles de Yacuiba, pero no la puedo encontrar. Es como si te la hubieras llevado con tú partida. O como si tú y "la bandida" nunca hubieran existido, si tú no eres un sueño respóndeme para saber si "la bandida" está contigo...

La respuesta jamás llegó. La conexión a internet se había cortado.
 
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