Luis H. Antezana: “Adela Zamudio estaba más allá de su tiempo”
Por: Mijail Miranda Zapata
Rescatando el gran legado de una figura de la literatura boliviana, La ausencia de Adela Zamudio, libro multimedia de Luis H. Antezana (Oruro, 1943) y Virginia Ayllón (La Paz, 1958), fue presentado el pasado 8 de agosto en el Centro de Estudios Superiores Universitarios (Cesu) de Cochabamba.
Editado por Nuevo Milenio, el trabajo expone los frutos de una investigación iniciada hace aproximadamente 6 años, con el objetivo de explorar, visibilizar e indagar la figura y obra de Adela Zamudio (1854 - 1928), para “ampliar la visión con la que se estudia” a la cochabambina y su obra.
Antezana, destacado semiólogo, ensayista y crítico literario que ya participó en la creación de obras similares con la misma casa editorial (La bodega de Jaime Sáenz de 2005 y La pascana de Gladys Moreno de 2007), decidió retomar este tipo de emprendimientos.
El orureño accedió a conversar con la RAMONA y explicar la labor desarrollada, la asociación y aportes de Virginia Ayllón y, por supuesto, lanzarnos pequeños destellos de la gran poeta y fesminista.
-Varios poemas y cuentos de Adela Zamudio pasan inadvertidos en la currícula escolar. Por otro lado, el trabajo de reedición de su obra es prácticamente nulo. Aún así, Zamudio ocupa un lugar respetable, casi venerado, en el “panteón” intelectual y literario del país. ¿Cómo se compatibilizan tales extremos?
Últimamente, habría que matizar los extremos del silencio editorial. La reedición de la novela Íntimas, realizada para Plural por Leonardo García Pabón es ya un índice de una creciente (nueva) atención hacia la obra de Adela Zamudio, que se complementa con la reciente edición venezolana de su Poesía y continúa con la próxima aparición de sus cuentos en Plural, edición a cargo de Virginia Ayllón. Su lugar casi mítico en “el panteón intelectual” se debe, en un primer momento, al impacto crítico de su obra y, claro, a su casi inédita y valiente defensa de los derechos de la mujer.
-El período de transición entre los siglos XIX y XX estuvo signado por cambios sociales de diversas índoles y proporciones. ¿Qué rol ocupa Zamudio en ese contexto?
Su lugar más notable e imperecedero al respecto es el ya mencionado, la defensa de los derechos de las mujeres y el derecho a la educación laica. Esto último suponía, en su tiempo, enfrentarse con una jerarquía eclesial harto conservadora, como demuestra su debate con fray Pierini, debate que tuvo una enorme resonancia hasta nacional.
-Puede decirse Zamudio que logró consolidar un vínculo entre la literatura y el hecho social. Aunque éste sea inevitable, ella consiguió hacerlo evidente, ya sea en las disputas con representantes de la iglesia y sus acólitos, o en la coronación que recibió por parte del gobierno de Hernando Siles. ¿Cuán significativos resultan estos eventos en la Bolivia que se construiría durante el siglo XX?
Son hechos precursores. Por lo visto, había un horizonte en que habría de transformarse la cosmovisión eclesial (como después del Concilio Vaticano convocado por Juan XXIII) y, también, había la sospecha de que el lugar de la mujer en la sociedad tenía que cambiar. Adela Zamudio, en ese marco, estaba más allá de su tiempo y, claro, como el tiempo “concede” sus demandas, es obvio, que supo apuntar muy lejos.
-Lastimosamente el trabajo intelectual y creativo de Zamudio ha sido opacado por una figura construida a partir de su tenacidad y rebeldía. Esto, a su vez, provocó una simplificación de los alcances de su obra, ciñéndose a los poemas “Quo Vadis” y “Nacer Hombre”. Más allá de reivindicaciones de género o posturas anticlericales, ¿cuáles son los otros aportes que otorga al pensamiento nacional?
No es reprochable que perviva por su valor crítico y rebelde. Dada su época y correspondiente entorno, eso es hasta excepcional. Los ecos de sus iniciativas pedagógicas son innumerables, tanto que, muy probablemente, seguro que existe un “Liceo de Señoritas Adela Zamudio” en prácticamente todas las ciudades del país. Ya mencioné su creación de una voz narrativa femenina en Íntimas, hecho que, según varios estudios críticos, hasta sería el primer logro latinoamericano en ese sentido, recién frecuentado a partir de fines del siglo XX (¡Íntimas es de 1913!). De yapa, no en vano, el Día de la Mujer en Bolivia, se decretó recordando el día de su nacimiento (11 de octubre).
-En su literatura, Zamudio siempre guardó fidelidad a cierta tradición romántica. Mientras, el resto del escenario confluía hacia corrientes modernistas. ¿Qué hace que el trabajo de la poetisa no se diluya en esta transición estilística?
Por lo visto, el hábito no hace al monje. Independientemente del romanticismo de su entorno, en su poesía, Adela Zamudio supo tratar sus temas y preocupaciones con una intensidad capaz de resistir otras renovaciones formales. Piénsese, por ejemplo, en el peso crítico de “Nacer hombre” o “Fin de siglo” y la inigualable calidad casi dramática de “Loca de Hierro”. Más aún, todo demuestra que hasta se adelantó a otras corrientes posteriores al crear una voz femenina para la narración, tal la de Íntimas.
-¿Cuál ha sido el proceso de escritura de La ausencia de Adela Zamudio?
Es un libro multimedia, es decir, supone mucha investigación y recuperación de materiales afines que ilustren multifacéticamente su vida y obra. Más que escritura, sería una compilación de múltiples aportes presentes y pasados que acompañan un guión básico, éste sí, escrito como un ensayo descriptivo que mira el pasado, digamos, intentando articularlo con el presente.
-Este trabajo que presenta, junto a Virginia Ayllón, ¿tiene características biográficas o propone una revisión crítica y reflexiva del legado literario de Zamudio?
Sobre todo, se trata de una recapitulación de su vida y obra. Es una manera de acompañar, con una visión de conjunto, el creciente interés editorial por su obra y, claro, también se trata de estimular su lectura o relectura. Vale la pena conocerla mejor.
-Compartir el trabajo y los créditos con Virginia Ayllón seguramente generó en ambos una suerte de retroalimentación. ¿Qué ha dejado en usted este diálogo, sus confrontaciones y afinidades?
El conocimiento que Virginia Ayllón tiene de la literatura femenina en Bolivia era, de partida, imprescindible. Por otra parte, como bibliógrafa ha aportado muchísimo, desenterrando materiales de la época que, sin su investigación, hubieran pasado inadvertidos. Para muestra, un botón: el multilibro incluye un elogioso ensayo de Franz Tamayo sobre doña Adela y su obra; obviamente, Virginia Ayllón se encargó de encontrarlo.
-También nos ha tocado experimentar un cambio de siglo. ¿Es posible distinguir en nuestro medio una “figura literaria femenina”, sino del talante de Zamudio, al menos destacable?
No creo que haya que hacer ese tipo de comparaciones. Doña Adela ha contando con más de un siglo para consolidar su figura, faltan décadas para medir el verdadero alcance de otras posibles obras contemporáneas y, así, hacer comparaciones por valor o peso análogo.
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