jueves, enero 19, 2012

Una Madurez Creativa : Nota sobre la última novela de Renato Prada Oropeza



Por Samuel Arriarán

Las máscaras de “el Otro”. Así se llama el último libro de Renato Prada Oropeza. Es un libro que contiene tres breves novelas. El tema común es el encuentro con el Otro (no el otro cualquiera, con minúscula, sino con la Otredad, es decir, aquello que representa lo opuesto a lo diverso con relación a una identidad ontológica fija). En la primera novela “El último rostro” se trata de la historia de dos hermanos Mauricio y Reinaldo. El relato aparece en voz de primera persona. Es Mauricio quien nos cuenta cómo falleció su hermano en un enfrentamiento con los narcos. Renato Prada utiliza el formato del género policial. Mauricio se encarga de vengar la muerte de su hermano infiltrándose en las filas de los narcotraficantes. Usa su profesión de químico , para hacer creer que es fabricante de droga. Sólo así puede tomar contacto y enfrentarse el asesino de su hermano.


En esta breve novela que podría haberse desarrollado en forma extensa, no interesan tanto los motivos que llevan a dedicarse a combatir a los narcos (como en las novelas del escritor mexicano Elmer Mendoza), aunque no se escatiman datos sobre la personalidad de Reynaldo que se identifica con alguna figura mesiánica que quiere traer justicia. Lo que parece tener más relevancia narrativa es el hecho de que Mauricio encuentra su identidad en el acto mismo de ajusticiar al asesino. En este sentido es un personaje que invierte la lógica del bien y el mal. Como muchos sujetos que se sienten agraviados por la impunidad, asume la ley y la ejecuta por sí mismo. En este relato no hay un contexto histórico preciso ni los personajes se sitúan en algún país en particular (aunque reconocemos la realidad de una familia de Bolivia). Quizá lo que Renato ha querido hacer es intentar ir más allá de las figuras conocidas y explorar el significado de la vida humana detrás o en medio de la guerra del narcotráfico. Por eso surge la madre como una instancia donde los hermanos crecen . Se trata de una familia pobre donde el hermano mayor trabaja para que el otro estudie. El narcotráfico parece ser entonces , más que una realidad empírica o histórica, una compleja red de códigos y símbolos abstractos que entretejen fatalmente el destino de los hermanos.


En el segundo relato del libro “Las huellas del nombre”, se trata de la historia de un escritor desempleado en el contexto de una sociedad altamente caótica. Un día éste es contratado por una empresa de seguro de vida para investigar sobre la muerte de un asegurado. Lo curioso es que el modo en que es reclutado por sus conocimientos literarios sobre Balzac y José Saramago. En principio se trata de ir al entierro del asegurado que se sospecha que cometió una estafa a la empresa planeando su muerte con el fin de que alguien cobre el seguro que resulta cuantioso. El escritor conoce así a las dos viudas del difunto y a otros parientes o personas posibles de recibir el seguro. Enseguida el lector entra a una serie de situaciones cómicas cuando se vincula emocional y eróticamente con una de las viudas. Con ésta se dirige luego al pueblo a investigar el origen del finado. Es entonces cuando entendemos la vinculación con José Saramago. Al igual que en su novela Todos los nombres (que trata de Don José un personaje que trabaja en el Registro Civil) el escritor detective comienza a indagar y relacionarse con la madre que no se acuerda del hijo. Esta historia que parece una serie de situaciones absurdas tiene sentido cuando advertimos que estamos ante un relato que no se basa en experiencias reales sino más bien en referencias irónicas a obras literarias (Balzac y Saramago). Se trata entonces de un relato intertextual, es decir que se mete en los relatos de otros autores. Esta técnica no es original porque muchos autores posmodernos recurren a ella para explorar nuevas direcciones. Lo novedoso en Renato Prada es que junto con estas citas intertextuales nos ofrece comentarios que acompañan el proceso mismo de la escritura del texto. Es así que mientras va construyendo el relato nos dice que ahora “se trata de seguir la regla de oro de la novela de intrigas”. En el lenguaje de G.Genette esto se conoce como metalepsis, cuando el autor dialoga con el lector sobre la metaescritura. Al aplicar estas técnicas lo que Renato Prada se propone quizá es expresar aquellos que en sus textos de teoría literaria denomina el espacio de autonomía literaria. Es decir, un mundo separado de la realidad que opera con sus propias leyes de la ficción. Ya desde sus primeros escritos teóricos, basándose en los formalistas rusos y en la escuela de Praga (no Prada), se planteaba esta manera de construir la literatura. A lo largo de los años siguió reflexionando sobre este tipo de cuestiones, por ejemplo, en Literatura y realidad, Fondo de Cultura Económica, de México. También en sus relatos experimentó diversas maneras de tratar a los personajes y las situaciones rompiendo con las normas existentes. No solo se esforzó por romper la lógica cronológica de la narración mezclando tiempos y espacios de manera muy libre, sino que profundizó en la elaboración de los personajes desligándoles de una identidad. Es así como en este relato, al final comprendemos que el narrador (un escritor- detective) se confunde con el muerto y que a su vez el muerto tiene múltiples identidades. El Otro no es pues otra identidad sino una multiplicidad de otros incluyendo al propio narrador. Esto que podría parecer kafkiano es en realidad una manera de construir los personajes en el contexto de la posmodernidad que imposibilita la historia y la identificación con algún tipo de ser o de esencia. Al no haber identidades fijas tenemos solo una infinidad de mezclas de identidades que a su vez se confunden con situaciones que se repiten. Esto se ve cuando el narrador siguiendo la huella del difunto (el Otro) en realidad descubre su propia huella porque el Otro es él mismo que repite su historia (se vuelve a su pueblo, se aventura por los caminos del vicio, huye a la ciudad y como desempleado para sobrevivir no le queda otro camino que la estafa).


Lo que podemos ver entonces es que con este relato Renato Prada alcanza su plena madurez creativa. Lo que nos ofrece es una estructura ficcional que acorde con la nueva situación histórica conocida como la posmodernidad (un mundo de ficción o predominio total de la fábula según Nietzsche) nos sugiere que no hay personajes sino uno sólo. Detrás del escritor- detective está el difunto que, al igual que los personajes de Stendhal o de José Saramago, constituye una única manera de ser (la aventura humana o el deseo del deseo, una pasión inútil). Detrás de la apariencia o de lo múltiple está siempre el mismo personaje, que es el ser humano en su transcurrir por la vida sin sentido y sin meta. Podríamos decir que la última fase de la literatura de Prada conlleva una filosofía de la tragicidad barroca (no existencialista) en la medida en que nos ofrece una visión de la vida humorística y desencantada, es decir antirealista y en cierta forma irónica, si se entiende por ello una actitud gozosa frente a la muerte.


Para concluir este comentario sobre la última obra literaria de Renato Prada Oropeza debo subrayar que su repentino fallecimiento en septiembre del año pasado ocurrió en su plena madurez creativa. Lo que queda por hacer es reunir y publicar su obra completa en Bolivia. Según parece existe interés en algunas editoriales como Plural. Sería deseable que dicha edición fuera una edición crítica, es decir, acompañada de estudios a cargo de especialistas. Renato Prada Oropeza es un clásico que no debe faltar en las bibliotecas bolivianas. El hecho de que viviera y produjera su obra en el exilio no debe ser un motivo para excluirlo o ignorarlo. Sabemos que los mejores escritores de varios países escribieron en el exilio. Tal es el caso de León Felipe, Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, en España, o de Pablo Neruda y Roberto Bolaño en Chile. Igualmente la obra de Renato Prada no puede ser amputada de la historia de la literatura boliviana bajo el pretexto de que fue un escritor exiliado. Nadie sale al exilio por su propio gusto. Tuvieron que existir dictadores como Franco, Pinochet o Banzer los que obligaron a mucha gente a salir de sus países. Por esta razón es indispensable que la publicación de las obras completas de Renato Prada se incluyan estudios críticos que a través de las contribuciones de los especialistas se comprenda mejor la historia de su producción y recepción. Los textos así publicados entonces serían mejor reconocidos como aportaciones al rico patrimonio artístico y cultural de Bolivia

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(Revista cultural boliviana Palabras Más)
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