lunes, diciembre 12, 2011

El amor según, una apropiación



Christian Jiménez Kanahuaty*

Debo confesar que cuando leí por primera vez “El amor según”, de Sebastián Antezana, publicada este año por la editorial El Cuervo, la sentí muy próxima a “Te odio”, la novela que yo acababa de publicar con la editorial Correveidile.



Los motivos para que sienta ambos proyectos narrativos muy próximos quizás tenían que ver con sus títulos, aparentemente contrarios y por ello, reconciliables, “El amor según”, “Te odio”… Amor y odio son palabras que mutuamente se excluyen y que simplemente no pueden existir por separado, porque nadie que haya odiado con fuerza podrá jamás amar con intensidad y claro, aquél que amó, fácilmente puede odiar al mismo objeto, persona o circunstancia.



Ambos sentimientos nos acercan y nos dicen más de nosotros mismos que cualquier otra cosa que tengamos como rasgo distintivo de nuestra identidad. Yo, ahora que se acerca la fecha de presentar mi novela en Cochabamba, pienso que “Te odio” es una novela que habla del amor. De las relaciones conyugales que se van deteriorando poco a poco hasta desaparecer. “El amor según” trata de una desaparición, de una mujer que se va; pero que siempre estuvo lejos, su arte, (la fotografía) la reafirma como una escapista.



En “Te odio”, la narradora era una mujer que jamás se presenta y que por lo tanto no tiene nombre. ¿La razón? No me pareció necesario hacerlo. Ese nombre oculto me parece que en su caso sirve para anidar muchos otros nombres y figuras de mujer que siempre quiso ser y que por diferentes motivos no pudo ser.



Mariana, cambia porque siempre quiso experimentar con su arte. Ese impulso creativo la lleva a evadir su vida conyugal. Su cuerpo sigue siendo el mismo, a no ser que cuando empezó a desaparecer sea su cuerpo el que inició la transformación. Yo creo que ella está viva en algún lugar y que empieza ese otro nivel de búsqueda, porque creo que cuando la necesidad de búsqueda interroga a los recursos como el papel, la cámara y los objetos y les saca lo mejor de sí, lo último que queda es experimentar con el propio cuerpo, el cuerpo como el objeto perfecto de arte contemporáneo y es el lienzo donde se inscribe nuestra siguiente obra.



Y un movimiento previo es el que realiza mi narradora, en “Te odio” es ella y su cuerpo que van cambiando. Se presenta en distintas ocasiones bajo otra actitud pero el mismo rostro. Ella en la vida cotidiana va cambiando y va buscando nuevas formas por las cuales expresarse. Su cuerpo es lo único que tiene, por ello su necesidad sexual de llevar al extremo la fidelidad, el amor y el deseo. Su cuerpo, como ella lo dice, va convirtiéndose en algo diferente en las manos de cada uno de sus amantes.



La novela de Antezana me parecía como una secuencia eliminada de “Te odio”, las razones de la convivencia y las pulsiones sobre el amor y el deseo carnal hasta ahora me parecen similares, el encaré que se hace en la novela de Antezana es de forma lateral porque sondea el terreno y te dice cuestiones que en muchas ocasiones mi narradora da por hecho. El amor como el reverso del odio, la convivencia como lo contrario a la soledad, la conversación como la anulación del silencio, la luz como requisito para alejar la oscuridad. Esos clivajes que aparecen en ambas novelas nos dan más de lo que quisiéramos asimilar, es mucha información contenida, en cada uno de los casos, en poco más de cien páginas.



La foto como capturadota de un instante, sí, pero también como aquel destello que ilumina zonas que no quieres ver por un juego de sombras y contrastes. Ahí me parece que está la clave de la novela de Antezana, una foto, ese es el estilo de “El amor según”. Ilumina zonas para retratarlas y en las sombras de esa foto se esconden proposiciones, diálogos, descripciones del escenario por donde se mueven, olores, colores, y vestimenta de cada uno de los personajes que aparecen en ella; en cambio, en “Te odio”, la idea es la sombra, el manto que lo cubre todo, porque una vez que se nombra desaparece y vuelve a ocurrir ya no como hecho real, sino como farsa. Mi narradora incluso cuando cuenta sus días felices los tiñe de un manto espeso y sombrío. Mariana o mejor, Zimmer, su esposo, que la busca, cuando la recuerda la recuerda en la luz.



No había otra forma, la luz como el amor iluminan los recuerdos, el odio como las sombras, sólo te permite reconocer ciertos espacios, bajo ciertas circunstancias.



“El amor según” es la novela que de seguro pudo hacer escrito Armando, el personaje, casi principal, de mi novela. Y quizá, Mariana hubiera podido escribir algo así como “Te odio”.



Un dato curioso: en “El amor según”, Zimmer cuenta la historia y es por medio de ella que conocemos a Mariana, en “Te odio”, mi narradora cuenta la historia y es por medio de ella que conocemos a su ex, Armando. ¿Por qué Armando y Mariana no pueden contar sus propias historias? ¿Por qué han desaparecido de un modo u otro? En el caso de Antezana dejó que sea, casi imposible saber dónde está ella, en mi caso, no; yo arranco la novela diciendo que Armando ha muerto. Pero de todos modos ambos están borrados de la cotidianidad de nuestros personajes narradores.



Ese juego de ser aparentemente biógrafos de un ser al que amaron, es el juego en el que se detienen nuestros narradores. En “Te odio”, mi narradora ha dejado de amar, de esperar y de añorar, por eso se permite juicios más duros e implacables, por eso no espera más y decide recordar para dañarse y dañar al que ha muerto. Es su último ajuste de cuentas. A pesar de no poder decirle todo lo que pasó, cuando lo recuerda lo vuelve a la vida y dice qué fue lo que sintió cuando Armando hizo o dejó de hacer tal cosa.



Las historias de intimidad amorosa siempre serán necesarias porque a veces necesitamos regodearnos en el dolor y a veces sentirnos felices por haber amado o haber sentido esa sensación extraordinaria que es saberse deseado y amado. Pero más allá de eso, de alguna manera la pregunta es ¿Cómo dos novelistas que hasta hace poco más de un año ni siquiera se conocían, pudieron escribir dos historias que se parecen tanto y que tienen puntos de vista complementarios? ¿Qué pasó con ellos cómo para sentir la necesidad de abordar ese terreno desde la novela? Estoy tentado a decir que la novela está tomando control de los elementos que la poesía y el teatro exaltaron. Me gustaría creer que como la novela es un género que lo soporta todo y que necesita reinventarse continuamente para no dejar de existir, requiere por tanto nuevas formas y nuevas búsquedas, casi existencialistas y de tiempo.



El tiempo de la narración es importante en estas novelas, hay un tiempo lineal, sí, pero en ambos casos, hay una suerte de flujo hacia el pasado, la reconstrucción de ciertos hechos hacen que la rememoración, el flashback, funcione como una suerte de instrumento metafórico y narrativo y del pasado al presente y jamás el futuro. En ambos casos no se sabe que pasará el día de mañana; las novelas dejan abierta esa posibilidad del futuro como posibilidad de… Y otro punto, también sobre el tiempo, es que en la novela de Antezana, la narración, en algunos pasajes se vuelve lenta, cuadro a cuadro; una narración que casi detiene el tiempo en fotogramas, en cambio en “Te odio”, la narración, parece acelerarse en ciertos momentos. En ambos eso de narrar cuadro a cuadro, fotograma a fotograma y de acelerarlo todo tiene que ver con los momentos no cumbre; pero sí, de mayor intimidad del personaje narrador.



Pensar el amor como una secuencia de desencuentros o como una serie de recuerdos emotivos que jamás se entendieron porque no hubo tiempo para procesarlos. Entender la pasión como un reflejo carnal o como un puente entre los silencios. Según como se lea ambas novelas hacen referencia a ese momento donde todo cruje en una relación. El momento que indica el no retorno. El momento que te dirá que hubo un antes y un después.



El Amor Según El Odio no es una cuestión dialogada. Se necesita solo una de las partes para entenderlo y El Odio Según El Amor es una cuestión que posiblemente tenga razón de ser, siempre y cuando la otra persona haya desaparecido. Sólo el Amor Según El Amor y El Odio Según El Odio necesitan de dos para existir. Mientras haya dos jugando uno de esos dos juegos, las relaciones humanas seguirán sucediendo.

*El autor es escritor
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