Padres con herencia literaria : Libros. Abuelo, padre e hijo con la literatura como pasión. Se trata de la familia de Raúl Otero Reiche....
Llevan en la sangre la pasión por la escritura, la poesía y hasta el cosquilleo de la redacción periodística, Róger Otero Arteaga y Róger Otero Lorent, son herederos orgullosos de las múltiples facetas literarias de Raúl Otero Reiche, el vate cruceño. Hoy juntamos a estas dos generaciones para conmemorar el mes aniversario del Día del Padre.
Herencia. Róger Otero Arteaga, hijo del destacado poeta y escritor cruceño, Raúl Otero Reiche, es reconocido por su aporte al servicio cívico durante más de tres décadas en el campo de la comunicación social e institucionalidad en el Comité Cívico pro Santa Cruz, dijo sentirse contento y emocionado que sus dos hijos: Miriam y Róger hayan heredado esta noble profesión del legado de su padre de quien recuerda que el primer libro que le regaló su padre fue en su adolescencia y con una dedicación especial que lo motivó al género de la poesía, pero nunca se animó a publicar sus trabajos, porque para él, su padre era el único en esa rama.
Legado."Mi padre fue una persona muy noble y dada a Santa Cruz, recuerdo que los libros que teníamos en casa en su mayoría fueron traspasados a la biblioteca universitaria, yo me quedé con el que me regaló, pero un día le presté a mi hijo para que lo leyera y hasta el día de hoy no me lo regresa, parece que lo tiene de recuerdo", relata sonriendo.
Recuerdos. Róger Otero Lorent, lleva el oficio en las venas y manifiesta que el mejor libro humano que puede tener en la vida es su padre. “Gracias a su guía cuento con varios libros publicados”, enfatiza antes de comenzar sus anécdotas. “Entre mis recuerdos está de ver a mi padre con un libro en las manos o comentándomelos, esto hizo que en mí creciera una inquietud que fue desarrollándose con el tiempo y motivándome que de a poco yo vaya incursionándome en pequeños cuentos, poemas desde los 11 años” relata el destacado escritor.
Anécdota. El novelista de la tercera generación Otero, recuerda cuando comenzaba sus primeros pininos en la literatura, solía presentárselos a su padre, para que los leyera y este en vez de leerlos y entender el contenido de la historia, se ocupaba siempre de corregir el sintaxis o la ortografía, "solía molestarme mucho que hiciera eso, porque yo lo que deseaba era que leyera y entendiera la historia que yo trataba de contar, pero él en su afán de querer ayudarme en que yo mejore, siempre veía lo que yo podía cambiar y eso fue muy preponderante en mi vida porque me di cuenta que las letras no acaban en un punto final, sino que la verdadera labor del escritor es reeler, corregir y pulir lo que se ha escrito", dijo el joven escritor, heredero de “nuestro poeta mayor”, Raúl Otero Reiche.
Fuente de la informacion : Periodico El Sol/Santa Cruz de la sierra
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