martes, octubre 05, 2010

Barrientos incursiona en la novela con Western


El escritor cruceño Maximiliano Barrientos obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2010 Santa Cruz de la Sierra, convocado por el gobierno municipal, en la categoría novela con su obra Un buen día para perseguir tornados, que ahora llama Western. Conozca su palabra.
En 2007 fue ganador del Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz de la Sierra, en el género cuento, con su obra Diario

Por Juan Pablo Rodríguez C.

Luego de instalar su nombre como un referente de la ‘nueva literatura cruceña’, con títulos como Los Daños (2006), Hoteles (2007) y Diario (2009), Maximiliano Barrientos sorprende una vez más al ganar el Premio Nacional de Literatura 2010 Santa Cruz de la Sierra, convocado por el gobierno municipal, en la categoría novela. Con su primera obra en este género, Western, Barrientos pretende dar un nuevo paso en la consolidación de su carrera.
-Después de publicar varios libros de relatos llega el tiempo de una novela. ¿Cómo fue el proceso de experimentación en estos dos géneros?
- Son dos territorios distintos. Con los cuentos hay mayor libertad, me divierto más. Hay mayor espacio para la experimentación. Podés equivocarte sin sentirte tan culpable; en cambio, una novela, al ser de largo aliento, vive en tu cabeza de otra forma, madura más lentamente, la abordas con otro tipo de expectativas. Es, creo yo, un trabajo con más presiones, con más exigencias. Me pasa algo curioso con los cuentos: puedo escribir naturalmente de forma autobiográfica, con las novelas no sucede lo mismo. Con los cuentos trabajo la experiencia de forma más cercana. Escribir cuentos es como escribir canciones, una novela es como hacer un disco conceptual en el que la escritura no puede ser esporádica. En realidad, ésta es la tercera que escribo, pero es la primera que publico. A las otras dos sigo trabajándolas, aunque ya están prácticamente listas. Esta última es una novelita breve que surgió luego de la escritura de un relato.
-En tus anteriores trabajos mantuviste una característica en tus personajes ligados a historias muy individuales, además con elementos como la música y el cine que acompañaban los relatos. ¿Tu primera novela rescata esta característica de tu obra?
-Aún siento muy cercana la novela y me cuesta mirarla desde afuera. Sin embargo, no trabajo con los personajes que están en los cuentos. Son situaciones distintas, pero eso no quiere decir que no compartan algunas búsquedas que ya se insinuaban en los relatos. El nomadismo como terapia es una constante en la ‘nouvelle’ Hoteles y en el cuento Años luz, y también está presente en esta novela. Supongo que la música y el cine se filtran, pero no como referencias directas, funcionan de forma más sutil, más silenciosa. La única referencia explícita es a Patsy Cline, una cantante de country que murió cuando su avión se estrelló en 1963.
-¿Cuáles son los temas en los que se concentra Un gran día para perseguir tornados?
-Decidí cambiar el título. Se llama Western. Me parece un título más sobrio que captura mejor el espíritu de la ‘novelita’, ya que bordea periféricamente algunos lugares de este género. Me es un poco difícil hablar de temas porque generalmente éstos no son conscientes. La novela se inicia con una imagen que trabajé en un par de cuentos, pero que por alguna razón no se agotaba. La imagen de un tipo que prende fuego a su propia casa antes de tomar el auto y largarse sin rumbo.
-¿Por qué?
-Ese gesto de destrucción gratuita era muy sugerente aun cuando no podría darle una connotación simbólica precisa. La novela parte de ahí, eso era lo único seguro que tenía, luego fui armando al resto de los personajes. Hay uno, el principal, que tiene brotes psicóticos. Ve a su padre muerto. Está en todas partes. Es medicado durante meses y las visiones acaban, pero su mujer, con la que vivía desde hace unos años, desaparece sin explicación y él entra en crisis y deja la medicación y vuelve a enfrentarse con los delirios. Un día explota y se las toma, quema la casa y agarra el auto y deja su ciudad y su nombre y entierra su historia. La novela, en el inicio, es un road movie a ninguna parte. En medio camino encuentra a un hombre herido arrastrándose en el asfalto. Lo socorre. Es un viejo que asaltaron, le secuestraron a la hija. Ahí la novela da un giro y la historia del prófugo delirante pasa a un segundo plano -se vuelve en un testigo- y aparecen las tensiones internas de la familia que espera noticias de la hija secuestrada. Es, sospecho, un relato sobre la violencia y sobre la pérdida. En un primer momento se podría pensar que es una novela sobre el luto. Sobre la forma en que los hijos que no tienen hijos digieren la pérdida del padre. Tengo la impresión de que los hombres que no tienen descendencia enfrentan la muerte del padre de otra forma —una más solitaria y hermética. Por otra parte es un relato sobre el miedo y sobre la desintegración de una familia cuando un hecho de violencia rompe para siempre el orden establecido, la vida como era hasta hacía tan poco tiempo.
-Tu nombre ya era un referente de la ‘nueva literatura cruceña’ a escala nacional, ¿con este premio, piensas en ‘exportar’ tus trabajos en círculos internacionales?
-Este premio tendrá una repercusión a escala nacional únicamente, lo que está bien. Sin embargo, estoy muy contento porque en octubre, finalmente, luego de firmar el contrato hace dos años, la editorial española Periférica, que es una de las más prestigiosas editoriales independientes que aparecieron en los últimos años tiene un catálogo donde figuran autores de la talla de Fogwill, Gordon Lish, Yuri Herrera y Valérie Mréjen sacará simultáneamente en una colección denominada Largo recorrido, dos libros míos. Una selección de cuentos con cambios y las correcciones correspondientes titulada Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer, y la ‘nouvelle’ Hoteles. Eso, sin duda, ayudará a conseguir lectores en otras latitudes.*

Fuente de la informacion :(Suplemento Brújula,Periodico El Deber)*
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