lunes, agosto 04, 2008

LA NOCHE QUE ENTERRE A MI MEJOR AMIGO,BOMKI (Cuento Autobiografico)




Por Miguel Lundin Peredo

Odio el maltrato que se realiza a los animales,pobres infelices esos que creen que por haber nacido humanos tienen derecho a asesinar seres que no saben pensar como el resto de la llamada especie dominante en este planeta,recuerdo una vez que estaba en Santa Cruz, en mi infancia,y estaba conversando con mi abuela y hermana llamada Maria Ines en una plazuela ubicada al frente de mi casa, y mi perro llamado Bomki quiso cruzar la calle para venir a mi lado,un taxista atropello mi perro,totalmente asombrado vi como mi perro de 1 año agonizaba en el pavimento, no podia salvarlo,mi perro Bomki murio, pero yo nunca lo olvido, porque aquella noche, mis tios me dijieron que lo colocara en el interior de una bolsa y lo dejara en la basura, para que se lo lleven los que trabajaban en la empreza municipal de limpieza conocida como JICHI,yo no quise darle ese patetico destino a mi perro,porque era mi amigo silencioso,un hermano mudo que yo cuidaba y alimentaba como a un hijo biologico,lo primero que pense,es que incluso un perro merece un entierro en esta vida, fui al patio de mi casa, busque desesperado una pala,cuando la encontre,mis manos comenzaron a temblar,el calor del verano se hacia sentir aquella noche macabra,me sente en una silla en el patio, mientras miraba el cuerpo sin vida de Bomki, recorde que acostumbramos dormir juntos, que yo lo queria mas que a mi mismo era muy cierto,me dirigi a la lavanderia,con mis manos gire la llave metalica del grifo, me moje bastante la cara y bebi un poco de agua, en aquel tiempo hubo una plaga en mi ciudad, un viejo virus habia resucitado en sus calles y todos,bueno al menos lo que tenian dinero en sus bolsillos,se compraban botellas de agua mineral,yo admito que yo incluso lo hice muchas veces,la verdad es que no muchos adolecentes de mi epoca tenian la costumbre de hervir el agua en una caldera de acero,me quise entregar a la desdicha,tome a Bomki en mis manos y decidi enterrarlo afuera de mi casa, en el patio arenoso,comenze a cavar lentamente la futura morada de mi perro,con cada golpe de la pala en la tierra sentia una espina en todo mi interior,quise creer que habia un cielo para los perros,quise tener el poder sobrenatural de revivir seres muertos con el tacto,quise comprar una maquina del tiempo portatil y detener las ruedas del taxi que mato a Bomki,la cruel realidad de ver como la tierra cubria el cuerpo de mi perro me hizo comprender que este mundo no perdona ni la inocente existencia de los animales,no me acuerdo si llore, muchos psicologos pensaran que llorar por un perro muerto es un sintoma de locura latente en el cerebro humano,estoy seguro que incluso Sigmund Freud lloraria por sus mascotas en el anonimato,pero no me importa la opinion de un curandero de la mente,solo me gustaria pensar que sentirian esos cabrones que maltratan animales si ellos hubieran probado el destino de Bomki.
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