martes, mayo 25, 2010

El humor y la literatura según Ramón Rocha







Por Arias San­dra


El escritor Ramón Rocha Monroy, uno de los cultores del humor en la literatura boliviana. - Andia Hernán Los Tiempos

“Humor y Literatura” es el tema del VI Encuentro de Escritores Iberoamericanos 2010 que el Centro Pedagógico y Cultural Simón I. Patiño organiza para el 7 al 10 de julio próximos.



En el encuentro participarán como invitados especiales los escritores Alfredo Bryce Echenique (Perú), Juan Terranova (Argentina), Diego Trelles Paz (Perú) y los bolivianos Ramón Rocha Monroy, Manuel Vargas y Eduardo Scott.



Al hablar de humor y ver la lista de invitados, inmediatamente vienen a la mente obras como “El run run de la calavera” sobre el Día de Todos Santos, celebrado por los propios muertos salidos de sus tumbas para emprender la francachela o “Ladies Night”, ambientada en La Paz, la más nocturna de las ciudades bolivianas, sobrelas aventuras de unos donjuanes criollos, títulos del escritor cochabambino Ramón Rocha Monroy, a quien entrevistamos para hablar de un tema que es de su particular dominio y predilección ya que considera que el humor, el bueno, es un estado de ánimo indispensable al momento de escribir y que es capaz de amortiguar hasta los recuerdos más ingratos.



Lecturas: El tema para este coloquio es humor y literatura y, sin duda, el mejor ejemplo de esa relación en la narrativa boliviana es su obra "El run run de la calavera". Cuéntenos la historia de esta novela, su trama, su trascendencia.



Ramón Rocha: Mi diálogo con la muerte viene desde el primer instante de vida, cuando le gané por nocaut el derecho de seguir de este lado del mundo, aunque cabe la hipótesis de que, en semejante inermidad, morí nomás, ¡pero nadie se dio cuenta, ni Dios, ni la propia muerte! Así que sigo viviendo. El runrún… fue la concreción de ese largo diálogo en una novela macabrista, festiva y amable.



Obra que, sin embargo, nadie nunca comentó y así pasó desapercibida para los críticos hasta que la seleccionaron entre las 15 novelas fundamentales. Pero siempre tuvo la adhesión de los lectores.




L: Precisamente esta obra ha sido seleccionada entre las 15 novelas fundamentales de la narrativa boliviana, ¿qué ha implicado para usted ese reconocimiento?



R.R.: Me sentí muy solidario y feliz con El Run Run, porque cada libro tiene su propio destino y es feo ayudarle. Hay que dejar que lo encuentre solito. Fue casi una historia de la Cenicienta que, naturalmente, festejé y, por supuesto, no acabo de agradecer por la iniciativa de Magaly Arandia, de Elizabeth Torres, de Xavier Jordán y de otros profesores de literatura que discutieron su inclusión.







L: Además del Run Run… y Ladies Nigth, ¿en qué otras novelas ha explorado el tema del humor en su narrativa y a través de qué elementos o temáticas?




R.R.: El humor es un estado de ánimo, y yo soy alguien que escribe de buen humor, en mangas de camisa, a mi aire, tejiendo una telaraña propicia para que se enrede una visión festiva de la vida. Amo la vida y me la encuentro por todas partes.







L: Potosí 1600, la biografía que escribió de Antonio José de Sucre son obras bastante serias, donde el rigor histórico tiene un fuerte peso, ¿dónde esconde su característico buen humor cuando escribe este tipo de obras?




R.R.: Ojo que Potosí 1600 no es una obra seria. Los cachondeos del Bachiller y las confidencias a su amigo radicado en Chuquisaca son una licencia que quizá hubiera merecido un castigo severo de don Bartolomé Arzans. Los datos son fidedignos, la anécdota principal está sacada de los Anales de Arzans, pero no hay que tomar esta novela como un documento histórico, porque todos saldríamos magullados.
Lo de Sucre fue algo distinto, porque me conmovió a tal punto el alma bendita de Antonio José, que la invoqué en una ceremonia para rogarle que hablara por mí, y mantuve esa actitud mientras la escribía. La información es precisa porque viene de los 17 tomos de cartas que publicó la Fundación Vicente Lecuna. El problema es tratar con personajes históricos, porque hay que insuflarles vida, pues al menor descuido se vuelven estatuas de bronce; ojalá lo haya logrado.







L: Coméntenos sobre otros escritores y corrientes en la literatura boliviana que también hayan explorado en el humor como hilo conductor y bajo qué características.




R.R.: Para mí fue una fiesta leer Jonás y la Ballena Rosada, de Wolfango Montes, mucho antes de que fuera un éxito, precisamente porque era como un soplo de aire fresco en la novelística atormentada nuestra. Jesús Lara, por ejemplo, es insufrible en este sentido, y la lectura de Ramírez Velarde te hace llorar de compasión por los mineros. Pero hay una vena humorística muy pronunciada más bien en el periodismo. Somos grandes cultores del libelo infamatorio, y hay piezas extraordinarias que siempre leo con placer. Las Memorias de Gustavo Adolfo Otero muestran asimismo un periodista lleno de humor ácido y sarcástico. Ni qué hablar de Augusto Céspedes, a quien me fue dado conocer y tratar y disfrutar en toda la magnitud de su ingenio.







L: Extraoficialmente sabemos que tiene un manuscrito de novela terminado y que incluso presentó a un concurso de novela, ¿tiene que ver con el humor? ¿O con qué otra temática?




R.R.: Soy un presentador crónico de manuscritos, en especial a concursos nacionales que quisiera respaldar sin el menor afán de ganar el premio. Escribo constantemente, a todas horas, como una manía que se acentúa con la vida en soledad y estos sesenta años magníficamente vividos.







L: ¿En qué está trabajando ahora, dentro la literatura?



R.R.: Me apasiona el tema del Tambor Vargas y el heroísmo de los guerrilleros de la División de los Valles. En eso trabajo hace como tres años, pero la ambición de escribir una novela me viene de hace 20 años, cuando vivía en México y leí por primera vez el Diario del Tambor. A ver si la concluyo para este año, aunque no me preocupa, porque vamos a festejar el Bicentenario hasta el 2025.







L: ¿Cuál es su opinión sobre el coloquio y el tema que han elegido los organizadores para esta ocasión?



R.R.: Me viene al pelo y es un tema en el cual me muevo como pulga en cuerpo bien tratado. El humor es un magnífico mecanismo de compensación psicológica que endulza incluso los recuerdos más ingratos. Hasta en geometría preferí en todo momento los ángulos agudos y no los graves.



L: ¿Qué piensa de Bryce Echeniche, uno de los invitados internacionales a este encuentro?



R.R.: Alegre, irónico, festivo, socarrón a ratos, marcó un estilo, una forma de recordar, de enamorarse, de revivir el pasado, y uno de los escritores latinoamericanos cuya obra devoramos desde hace más de dos décadas. Tenerlo en Bolivia, escucharlo y disfrutarlo va a ser una fiesta.


Perfil del “ojo de vidrio”



Ramón Rocha Monroy nació en Cochabamba el año 1950. Ha ejercido cargos diplomáticos, fue viceministro de cultura, se ha dedicado por más de dos décadas al periodismo escrito, en el que mantiene una columna llamada "Ojo de vidrio". Entre sus obras están "El run run de la calavera" (premio Guttentag 1983), "El padrino" (1978), "Ando volando bajo" (premio Guttentag 1996) y "La casilla vacía" (Alfaguara 1997). También el libro de cuentos: "Allá lejos" y el ensayo "Por la liberación de la pedagogía nacional" (1975).


- Los Tiempos - 16/05/2010
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