viernes, mayo 26, 2017

"MUJER DE NADA": NUEVO POEMARIO DE VANESSA GIACOMAN


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COMENTARIO DE MIGUEL LUNDIN PEREDO :

"Vanessa Giacoman que siempre ha sentido una necesidad por explorar el universo femenino y sus luchas para buscar la libertad en una sociedad pervertida por el culto falso a la belleza física,nos entrega un nuevo poemario donde se desgarra todo lo que muchas mujeres alguna vez han sentido en sus cuerpos y almas al verse desfiguradas por una visión errónea del concepto de belleza humana que las ha hecho degradar su imagen y integridad corporal hasta el punto de ser instrumentos de deleite de todo lo vano de la existencia humana"

jueves, mayo 25, 2017

Jardines de Tláloc : Nuevo poemario de Gary Daher Canedo


Jardines de Tláloc


Por Mauricio Peña Davidson


La presentación de un nuevo poemario de Gary Daher es inevitablemente una experiencia gratificante, pletórica de hermandad cultural y de significación literaria. Y es que Gary hace tiempo es ya un referente de la lírica boliviana y ocupa, con toda justicia y prestancia, un sitial de honor en la literatura que viene surgiendo en el oriente. Cabe además mencionar que su poesía, plasmada en no pocas y selectas páginas, no solo revela una innegable calidad estética, sino la promesa, nunca fallida, de una caudalosa, sorpresiva y siempre renovada creatividad.
Este poemario es buena prueba de esa vocación, esa prolífica inspiración, ese generoso destino. Jardines de Tlaloc lleva el nombre de esa divinidad superior de la mitología azteca: el señor de la lluvia, del viento, del rayo y del trueno, de las altas cumbres; en fin, una poderosa deidad, con múltiples manifestaciones de su poderío cósmico, como múltiples son también los temas que Gary aborda y ofrece. Aquí encontramos mucho de novedoso, pero también la huella de una tradición, un mosaico de temas recurrentes en la poesía de Gary, una celebración de la naturaleza, de las cosas que persisten y perduran, como son la tierra, el agua, el fuego, el aire, la piedra, las aves. De igual manera, los dones que nos entrega la vida: la memoria, los sueños, la amistad, el arte, nuestros mayores, las cosas que recordamos y no queremos olvidar. Hay pues una hermosa celebración de la existencia en el mundo, aunque también se menciona lo terrible, lo oscuro, lo amenazante. Veamos algunos ejemplos de ambas caras de la medalla:

La muerte, que puede ser amiga, cuando nos “libera de la indignidad de arrastrarnos sometidos, esclavos de sistemas y de sombras”. El culto de la amistad, ya que un buen amigo es un “compañero del alma, compañero”, como escribió Miguel Hernández. La belleza, tan frágil y expuesta a la destrucción, como aquel rosal que desnudan las hormigas “ciegas por el hambre” espléndida metáfora sobre la naturaleza torpe, inocente e inhumana. Las estrellas, que nunca nos abandonan y pueden siempre señalarnos el camino, cuando en el desierto buscamos el agua salvadora.
La añorada ciudad del pasado, hoy colmena humana que ha devorado a los árboles de la antaño hermosa selva, reducida hoy a unos pocos troncos estremecidos por la humareda de frenéticas y estruendosas calles. Aquel toborochi que sabe florecer sabiamente en el otoño, y aquellos caimanes dentro del agua, que aguardan pacientemente poder apresar entre sus fauces a “la redonda y esquiva luna”. Aquel pájaro carpintero, afligido por un incendio forestal, viendo cómo el fuego consume su vivienda. Aquel río de Coroico que sigue cantando entre las piedras, que no entienden su voz, la voz del agua. El agua, que es también un espejo y puede ser la alegría de la lluvia o el horror de la inundación: gota de rocío o lágrima en los ojos de un niño. El agua, depositaria de la sal y de los rayos del sol.

Nuestro poeta, como sacerdote de un culto sagrado y misterioso, en “los inmensos jardines de Tlaloc” esa increíble deidad, celebra el mundo mágico aquel “mundo mago”, del que se preguntó Miguel de Unamuno si iría a morir con nosotros, pero que sabemos que seguirá asombrando los ojos de nuestros hijos. No sería muy errado denominar a la poesía de Gary como la poesía de la nostalgia y el asombro; pero también de la vida sencilla y la dicha cotidiana, la que ilumina las cosas de todos los días, como esa avecilla que Gary nos muestra posada en el pequeño jardín, que de pronto alza el vuelo, pero deja un aroma, una estela de alegría en el hogar, o la imagen fugaz de una sonrisa inolvidable, esa sonrisa que, en palabras del gran poeta Jorge Suárez, era apenas un destello delirante en un cielo marchándose de prisa.
Es que los buenos poetas, como Gary, siempre son capaces de encontrar y revelar la poesía en las cosas más pequeñas y en los hechos más insignificantes. Para ello, utilizan los variados recursos que la literatura pone a su alcance, para vencer las inevitables limitaciones del lenguaje humano. Porque si bien nuestro lenguaje puede alcanzar a tener gran riqueza, será pobre siempre al lado de la realidad, o de los sueños, o peor todavía, al lado de la imaginación que siempre será infinita (recordemos que, para Oscar Wilde, el mayor pecado es no tener imaginación). Esos recursos que use el poeta pueden ser metáforas, alegorías, símbolos, hipérboles, hipálages, enumeraciones y en fin todas las destrezas que han manejado los hombres de letras.
En el primer poema de esta nueva colección, poema por demás expresivo, revelador e incluso dramático, nuestro poeta se condena a sí mismo, se declara culpable ente otras cosas de haber caído en lo que llama “la vanidad de la literatura”. Pero es que gracias a esa vanidad (si en verdad lo es), pensamos nosotros, los lectores somos grandemente gratificados, es decir gratuitamente, con bellas emociones, nobles verdades y sentimientos profundos, tesoros que nunca dejaremos de agradecer, versos y líneas que guardaremos celosamente en la memoria, porque son y serán la sal de nuestra vida.

Digo esto como lector impenitente, beneficiario de obras que siempre uno puede leer y releer ansiosamente, con insaciable curiosidad, con esperanza, buscando la revelación, la frase sabia, la palabra mágica que tendrá la virtud de librarnos “del gravamen de ser lo que somos en la tierra” para usar palabras del inmenso Borges; el verso que nos libre por un instante siquiera de los “muchos infiernos necesarios, con un débil y corto recuerdo del paraíso perdido”.

miércoles, mayo 24, 2017

Filomena-Mena : Nueva novela de Rosalba Gúzman



Filomena-Mena : Nueva novela de Rosalba Guzmán, cuenta que en el mundo hay más de una persona que se da cabeza con cabeza, más de una que tiene pensamientos y sentimientos contradictorios, más de una que tiene miedos, rabias, alegrías y ganas de ser feliz. 

“El auto gris con vidrios más grises todavia”, nueva novela de  Rosalba Guzmán



“El auto gris con vidrios más grises todavia”, nueva novela de Rosalba Guzmán, con ilustraciones de Pamela Mercado, es el relato de un auto muy misterioso  que despierta a los fantasmas de todos los personajes. Es una obra que se mueve en escenarios fantásticos dentro del pueblo del Albur, se desarrolla en el infierno, el Averno y los Campos Elíseos. Existen situaciones mágicas y sorprendentes,  nos hace pensar que es posible realizar los sueños a cualquier edad y volver al pasado. “En mis libros, los personajes siempre tienen recursos para salir adelante en la adversidad”, dice la escritora, “son niños que enfrentan la vida siempre ligados a lo esperanzador. Así debe ser la literatura infantil”, añade.

domingo, mayo 21, 2017

Cuando Nanjing suspira, segunda novela de Cristina Zabalaga




Cristina Zabalaga construye una obra en la que el duelo, la ausencia y la reconstrucción adquieren un nuevo significado. 

Con un paisaje brumoso, Estela devuelve el cuerpo de su marido a esa ciudad que nunca ha pisado. Gracias al viaje, retomará su vida y le dará un nuevo sentido a la ausencia.
Estela llega a esa ciudad para escribir una guía de viajes y, además, enterrar a su esposo. Ella se dedica a desarrollar guías inusuales de todos los rincones del mundo. Viajando se siente en casa. Libre. Sin embargo, esta vez es diferente: acaba de perder a su marido y se percibe como un negativo borroso, una mala copia de sí misma.
Con su estadía en Nanjing, sus visitas frecuentes al río Yangtzé y los encuentros con los habitantes de la ciudad, Estela hallará la fuerza para lidiar con su duelo y reencontrarse en esta ciudad habitada por miles, millones de suspiros.

sábado, mayo 20, 2017

EL CUENTO QUE NUNCA SE CONTÓ : NOUVELLE DE ISABEL MESA



Un príncipe está atascado en una narración: una y otra vez es arrojado por un dragón hasta el inicio de la historia. ¿A qué se debe esto? Pues ni la voz narradora lo sabe,pero, junto con el príncipe, buscará respuestas. Así es como comienza una aventura en la que descubrirán el cuento que nunca se contó...

viernes, mayo 19, 2017

Rodrigo y Liliana




Por: Martín Zelaya Sánchez

Fines de junio de 2008. Rodrigo Hasbún acababa de ganar el Premio Unión Latina a la Novísima Narrativa Breve, conferido a su cuento Familia, y en una brevísima entrevista que alcanzó a responderme por email dijo: “Escribo las historias que necesito contar y las cuento en la manera que necesito contarlas… y aparte de eso, hay poco más”.
Unos meses antes el autor cochabambino había sido elegido como uno de los “39 de Bogotá”, lista que una década después, en su segunda versión, acaba de incluir a Liliana Colanzi entre los 39 más destacados escritores latinoamericanos de la actualidad, menores de 40 años. “Cuando una escribe convoca ciertas energías y eso que está en el aire por lo general acude a tu llamado, así que hay que tener coraje para recibir aquello que se conjura. Hay que ser paciente, porque descubrir su verdadera forma puede tomar meses o años”. Eso decía Liliana en julio de 2015, en una conversación en el marco de su participación en la Feria Internacional del Libro de La Paz.
Rodrigo y Liliana. Cochabambino y cruceña. Ambos nacidos en 1981. Ambos cuentistas consumados, aunque Rodrigo ya publicó además dos novelas y Liliana, se sabe, pergeña la primera hace ya varios años. Ambos representantes de primera línea de la nueva generación de narradores bolivianos que, como pocas otras -como casi nunca en la literatura boliviana- logran trascendencia y reconocimiento de lectores y críticos no solo dentro del país; es más, sobre todo fuera del país.
Una década es mucho y poco a la vez. Mucho, porque en este tiempo Hasbún pasó de ser un prometedor autor novel a un consolidado escritor reconocido en América Latina y España, cuya novela Los afectos fue ya traducida a media docena de lenguas y logró en el último par de años incontables críticas favorables. Mucho, porque Colanzi en aquellos días apenas ensayaba sus primeros textos y se daba a conocer en suplementos culturales de Santa Cruz y algunos blogs entonces en boga; pero hoy, en cambio, su nombre no falta en casi toda feria, encuentro, antología o recopilación de narradores latinoamericanos, de la mano de sus libros de cuentos, sobre todo del último, Nuestro mundo muerto, editado en Bolivia, Chile, México, Argentina… traducido ya al inglés y el italiano, y uno de los más vendidos en las semanas pasadas en la prestigiosa editorial-librería porteña Eterna Cadencia.
Y una década es poco, porque Rodrigo podría -a sus 36 años- volver a estar en la lista bogotana por mérito propio, por lo que siguió haciendo en estos años en los que ganó mucho más reconocimiento; y poco porque Liliana apenas empieza, y miren lo que ya logró y lo que se augura.
Pero lo trascendental, lo importante que permite esta plataforma -porque eso es sobre todo “los 39 de Bogotá”, una importante visualización-promoción de los escritores seleccionados y de sus obras- es reafirmar el valor de la literatura de ambos a partir -precisamente- de sus búsquedas y entendimientos literarios. Y eso percibe muy bien en sus declaraciones reproducidas al inicio de esta nota.
Si consideramos estos dos “casos modelo” como una muestra representativa de los derroteros de la narrativa boliviana actual -hablemos de Giovanna Rivero, Juan Pablo Piñeiro, Sebastián Antezana, Maximiliano Barrientos, Wilmer Urrelo, por citar a unos pocos- a no dudar que en estos últimos 10 años nuestra literatura es más literatura; nuestros escritores son más escritores. ¡Ojo! No estoy hablando de calidad, valía o consolidación en un eventual canon. No los pongo por arriba o debajo de ningún otro escritor de hace cien, 50 o 20 años. Simplemente me remito al oficio y vocación, al profesionalismo, dedicación y decisión.
Escribo lo que Yo necesito escribir y como Yo quiero hacerlo; más o menos eso, en otras palabras, afirmaba Rodrigo. Hay que tener coraje para plasmar (escribir-publicar) lo que tanto trabajamos tal como lo concebimos y diseñamos; más o menos eso sostiene Liliana. Escribir y punto, al margen de modas, tendencias, compromisos, obligaciones o responsabilidades históricas, políticas, sociales que otrora condicionaban las letras bolivianas. Rodrigo y Liliana son una muestra de que buena parte de la literatura en la Bolivia actual es eso: literatura, en todo el sentido de la palabra. No parece mucho, pero es algo que no estuvo del todo claro por mucho tiempo. Enhorabuena por eso.
Rasgos
Para terminar, una breve síntesis descriptiva de las prosas de los dos autores. Leer los cuentos de Colanzi remite automáticamente a un concepto: intensidad. Intensidad en la forma y en el fondo. Es decir, un trabajo duro y riguroso con el lenguaje, los planos narrativos y la construcción de tramas y personajes; una labor que no puede salir de la noche a la mañana, por un lado; y, por otro lado, una impronta de misticismo, un sello personal que le lleva a crear historias que navegan entre lo real y lo sobrenatural: muertos entre vivos, poderes extrasensoriales, seres de otros mundos, destinos predeterminados. “Algo que no he contado antes es que rezo antes de escribir… rezo para olvidarme de mí, para poder sintonizar, aunque sea por un segundo, la música de las altas esferas”, comenta Liliana en una vieja entrevista.
De Hasbún hay que resaltar primero su nivel parejo, su voz clara e irrenunciable. Muchos de sus cuentos tienen destino de clásicos, pues sobreviven intactos el paso del tiempo. Y de sus novelas, a contracorriente de la mayoría, me quedo con la primera, El lugar del cuerpo. Cronista de situaciones urbanas y familiares, pero sobre todo hábil constructor de estados mentales, de situaciones emocionales de sus personajes, el cochabambino sobresale por la ductilidad de su estilo, por su notable poder de síntesis: es admirable lo mucho que cuenta, lo bien que cuenta en tan pocas páginas.
Fuente: Letra Siete


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