Por Yanina Fuggetta
Miguel Saenz, más conocido como Turing, todavía se cree una especie en vías de extinción: trabaja como un deslucido criptógrafo en la Cámara Negra, organismo que bajo la órbita estatal busca descifrar cualquier amenaza opositora. Son tiempos difíciles para la ficticia ciudad de Río Fugitivo, donde las protestas populares se intensifican con los aumentos de tarifas de luz, a manos del consorcio ítalo americano Global Lux. También son momentos complicados para el propio criptoanalista, cuando recibe un correo en clave incriminándolo por su (supuesta) participación en los crímenes de la última dictadura boliviana.
La hija de Sáenz, Flavia, amante de las tecnologías informáticas, investiga todo lo referido al movimiento hacker La resistencia encabezado por su líder Kandinsky. Su tarea: atacar sitios oficialistas y de empresas transnacionales para cuestionar las políticas neoliberales y globalizadoras. El estadounidense Ramírez Graham, titular de la Cámara y especialista en seguridad, está obsesionado con descubrir a los cibercriminales que aquejan al gobierno, siguiendo el modelo del misterioso y cínico Albert, creador de la entidad.
Según el autor, El delirio de Turing está inspirado en la Guerra del Agua, un episodio ocurrido en Cochabamba en el año 2000, donde el entonces presidente y ex dictador Hugo Banzer autorizó la privatización de este servicio provocando subas de hasta un 200 por ciento en un mes. “Escribí esta novela pensando en ese modelo, que fue la antesala del fin neoliberal en el país. Siempre creí que las convulsiones sociales del siglo XXI estarían representadas por gente en las calles. Y también por piratas informáticos que vulneren el sistema de comunicación gubernamental, eso quería mostrar”, explicó Soldán en la presentación del libro realizada en Buenos Aires en Espacio Enjambre.
La literatura es para Roldán un intento por descifrar el mundo que lo rodea, un código para entender un mensaje, a partir de los actos de sus personajes. Y en El Delirio de Turing hasta el mismo Sáenz desconfía de los símbolos que interpreta y hasta recibe ¿Estuvo involucrado en la dictadura?
“Me interesa mucho trabajar la novela realista, con un fuerte contenido político y una desconfianza hacia los sistemas de poder. En el caso de Saenz por ejemplo, quise mostrar todos los grises de un funcionario público que está al servicio de ese poder, sus fallas morales y el cuestionamiento de por qué hace lo que hace”.