“Los días vacíos del Raspa Ríos”, la nueva novela de Gonzalo Lema
NOVELA Con “Los días vacíos del Raspa Ríos”, Gonzalo Lema Vargas (1959), escritor tarijeño que reside en Cochabamba, se hizo con el Premio Único (Bs 18 mil) del VI Concurso Nacional de Novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz” 2012. El jurado, conformado por José Antonio Terán Cabero, Giancarla Zabalaga, Roberto Ágreda y Ramón Rocha Monroy, junto a Gabriel Chávez, determinó por mayoría otorgar el galardón a Lema, por relatar “una anécdota imaginativa sobre personajes de un tipo social específico, un lenguaje idiosincrático de voces simultáneas y polifónicas y una organización circular de los tiempos narrativos”. La novela, de 258 páginas, fue editada por Kipus e incluye el acta del jurado así como una presentación a cargo del alcalde de Cercado, Edwin Castellanos. “Atrapado -señala una reseña editorial en la contratapa- en un mediocre circuito de viernes de soltero, sábado de chichería y rayuela, y domingo de fútbol, el Raspa Ríos rompe su vida en dos como efecto de una noticia muy triste: sus hijos han crecido y asumen sus destinos por cuenta propia. No sólo eso: en sus andanzas ha confundido el amor con el deseo y abandona el hogar para darse cuenta, con el tiempo, que era lo único cierto que había logrado construir hasta entonces”. Lema manifestó que escribió la novela en 2008 y que, a partir de un singular personaje ficticio, funcionario de la comuna, su obra resume su visión sobre la identidad cochabambina. “Mi personaje, Raspa Ríos, es un empleado de la vieja alcaldía que está mediocrizado desde varios puntos de vista, y que sin embargo se da modos de tener una vida plena. Está rodeado de una cofradía de amigos que se construyen en los ámbitos que te dije: la comida, la chichería, el hogar llevado a trompicones… pero también con mucho vigor e identidad cultural”, sostuvo. Para Lema, Cochabamba se destaca por ser un departamento caracterizado por el mestizaje. “Veo a Cochabamba como la región más proclive al mestizaje. Hallo que Cochabamba conserva mucho del mundo criollo, chicherías, el gusto por la comida. Es un mundo solar más que nocturno. Al cochabambino le interesa más que eso, cumplir más sus actividades bajo el sol que bajo la luna”, dijo. “Hallo también una mentalidad, entre el poder político que es La Paz y el poder económico que es Santa Cruz, que es poéticamente provinciana, y eso es lo que he tratado yo que se exprese en la novela”. El literato es autor, entre otros títulos de narrativa, de “La vida me duele sin voz” (Premio Nacional de Novela, 1998), “Este lado del mundo” (Premio de Novela Erich Guttentag, 1983), “La huella es el olvido” (finalista del Premio Casa de las Américas, 1993) y “Después de las bombas” (cuentos, 2012).
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