viernes, septiembre 30, 2011

"Alicia en el mundo de los hombres" de Ada Castellanos de Rios




"Alicia en el mundo de los hombres" de Ada Castellanos de Rios, escritora nacida en la ciudad de La Paz en 1925.

Adolfo Cáceres Romero comenta respecto al libro:

"Alicia en el Mundo de los Hombres es, a no dudarlo, un maravilloso testimonio de vida, ahí en sus páginas se recrea una época prejuiciosa y machista, a través de Alicia, una niña que se hace mujer a fuerza de dolor e ingenio. Ada Castellanos nos ofrece una magistral visión del ámbito rural y urbano, del sur del país. Y no sólo eso, penetramos en las intimidades de Alicia y su extraña madre, también de su abuela, un dulce y sacrificada boticaria, que marca la primera parte de su vida. con Alicia mujer se vinculan los avatares de una sociedad decadente, manejada al capricho de los poderosos. Las fiestas criollas y los bailes de salón se nos muestran como frescos impresionistaas, que sólo se nos hacen accesibles gracias a la sensibilidad de una notable maestra y artista, como es Ada Castellanos de Rios. tenga por seguro el lector que en las páginas de este libro encontrará el alma sencilla de nuestro pueblo, captada por uno de los ingenios más ágiles y lúcidos de la narrativa boliviana.
Referencia bibliográfica"

jueves, septiembre 29, 2011

“El secreto del conventillo” de Freddy Ayala Vallejos




Se publico "El secreto del conventillo”, obra con la que el escritor y pintor Freddy Ayala Vallejos ganó el IV Premio Nacional de Novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz” 2010, convocado por la Oficialía Superior de Cultura de la Alcaldía de Cercado

En la narración, el autor se refiere también a los cambios políticos impulsados por la Revolución de 1952, aunque Ayala indica que tales alusiones son apenas casuales.

“(La novela es una) fabulosa evocación que nos lleva en un viaje imaginario a los primeros años del gobierno del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), en un barrio céntrico de la ciudad de Cochabamba. Su técnica narrativa nos recuerda ‘Al filo del agua’, la célebre novela del mexicano Agustín Yañez. En el conventillo viven pintorescos personajes, que nos evocan las dramáticas situaciones de esos años, los cupos, las colas, negociados que son denunciados por una radio clandestina, con un peluquero encubierto agente político, temible represor, que es burlado por Abdala, el seductor del barrio, también esas páginas se iluminan con el amor y la presencia de una pareja (Selva y Rafito), que logran superar las riesgosas pruebas que les puso la vida de entonces”, señala sobre el trabajo de Ayala el escritor Adolfo Cáceres Romero.

miércoles, septiembre 28, 2011

Metal del Diablo : La novela minera de Augusto Céspedes





La historia es que el Rey del Estaño regresó a Bolivia. Ausente de su tierra natal las últimas cuatro décadas de su vida, no dejó de cumplir una vieja promesa y regresó a sus 89 años de edad, vestido de smoking, cuello duro, corbata negra, la conde­coración de Gregorio VII, maquillado con un lige­ro tinte rosa en los pómulos y los labios. Y embal­samado.

Retornó triunfante a sellar con sus restos in­mortales el aplastamiento de la Revolución Na­cional abatida el año anterior por alborozados tu­multos de la Democracia restaurada entre banderas norteamericanas, damas hemófilas y el sanguina­rio entusiasmo de una banda anónima que inva­dió el Palacio presidencial, acuchilló al Presidente Villarroel y le arrojó por un balcón sobre la muche­dumbre que arrancándole el saco, la camisa, los pantalones, los calzoncillos y los zapatos le arras­tró hasta colgarle en un farol poniéndole un man­dil a manera de taparrabos

martes, septiembre 27, 2011

En las tierras del Potosí



En las tierras del Potosí es una novela que toca con ojo realista el tema social de las minas de Bolivia, publicada el año 1911 es una novela escrita a principios de siglo, por lo que no cuenta con las características para conformar la Fábula, posee una linealidad en su historia con algunas retrospecciones que no pueden considerarse trascendentales en el desarrollo de la misma.

Segun Agusto Guzman, trata de: "..la vida bien observada, los hechos que se suceden hablando por si mismos con un lenguaje a veces pavoroso. Y añadido a eso, encima de todo, corriendo callada y profunda por todas las paginas del libro, una piedad honda, un torrente de emocion sincera, arrollador, una simpatia profunda por los miserables y los desvalidos y un entrañable cariño del bien, de la bondad, del amor, de la dulzura. Libro amargo, a pesar de que concluye amablemente; libro triste, si quieres; pero profundamente bello, porque tiene oh amigo! escencia de emocion, de piedad y de simpatia".

El personaje central de la novela llamado Martín Martínez abandona Sucre, ciudad de clima calido, siendo estudiante de Tercer año de Derecho, para encontrarse con tierras frías, donde observa desencantado la vida miserable que tenían los obreros de Llallagua-Potosí.

lunes, septiembre 26, 2011

Amigos de Tipnis




Evo Morales ensangrienta marcha indígena de Tipnis.

(Facebook: Tipnis Campaign)

Por Juan Claudio Lechín

TIPNIS es el “Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure”, uno de los más importantes parques amazónicos de Bolivia con 1 millón de hectáreas y una excepcional biodiversidad.

Desde 1970, TIPNIS ha sido el escenario de conflictos y confrontaciones entre las etnias originarias del parque y colonizadores del Altiplano boliviano, quienes llegaron al parque realizando matanzas de animales, tala y quema indiscriminada, plantaciones de coca e incluso narcotráfico. Empezaron a destruir una de las más bellas biodiversidades todavía vírgenes de ese bosque amazónico y patria de varias etnias indígenas como los Yuracare, Chiman, y Mojeño.

En agosto del 2010, el gobierno de Evo Morales aprobó la devastadora licencia medioambiental para Villa Tunari–San Ignacio de Moxos, la cuál abre este bosque virgen de la selva Amazónica a depredadores, a la penetración de colonizadores, siembra de coca, compañías petroleras, madereras y traficantes de drogas.

La 1ra. y la 3ra. secciones de la carretera nueva han sido aprobadas. La 2da. Que pasaría por el corazón del TIPNIS, aún no tiene el permiso respectivo.

El 15 de agosto del 2011, un grupo de alrededor 1400 indígenas, hombres mujeres, niños y ancianos, habitantes del TIPNIS, iniciaron una marcha de 800 kilómetros hacia La Paz, capital sede de gobierno. Es la octava marcha que realizan desde 1990 para protestar por la ocupación ilegal de sus tierras. Muchos más marchistas solidarios de otros territorios y geografías se han plegado a la marcha de TIPNIS.

Una masiva campaña ha comenzado en Bolivia para proteger TIPNIS. El site (Facebook: Tipnis Campaign) promueve una campaña internacional para promover la defensa y protección del TIPNIS, especialmente entre la prensa, la juventud, las organizaciones medio ambientales y ecológicas y activistas comprometidos con la protección y defensa de la selva Amazónica y sus parques.

El 19 de septiembre, la marcha indígena por TIPNIS ha sido atacada por colonos sembradores de coca, cercanos al gobierno, y por la policía. La informacion no es clara pero se sabe que hay personas malheridas. También se sabe que la marcha indígena en TIPNIS se está reorganizando en un segundo frente para continuar su caminar hacia la sede de gobierno donde esperan ser escuchados por autoridades, más comprometidas con proyectos brasileros de carreteras y que hasta el momento no han querido dialogar con ellos.


Fuente de la fotografia : " Periodico Los Tiempos/Cochabamba"

domingo, septiembre 25, 2011

“Evocación de los suspiros”: La Poesía de Armando Soriano Badani




Autor: Armando Soriano Badani

Páginas: 122

Año: 2011

Amor, ausencia, nostalgia e ilusión están presentes en “Evocación de los suspiros”, un poemario dividido en tres partes. La primera, Orvallo de amor, tiene 44 poemas con décimas, sonetos y romances acompañados de versos libres: Divertimento sentimental tiene tres risueños poemas y en Espiga de penumbras, se presentan reverentes elegías para Mario Miranda Pacheco, Valentín Abecia, Julio de la Vega, José Federico Delós y Gonzalo Quiroga, cinco inmortales compañeros de sueño y amigos del autor.

viernes, septiembre 23, 2011

HORACIO QUIROGA



Horacio Quiroga, tras su paso inicial por el decadentismo francés y las neurosis y estridencias del modernismo, heredó el espíritu trepidante del estilo policial de Edgar Alan Poe y de autores como D.H. Lawrence, Maupassant, H. G. Wells o Heminwey. Quiroga extremó en su prosa la exaltación de lo fantástico. Los cuentos de terror, de este maestro uruguayo, aparecen embalsamados por la tragedia y la muerte –experiencia, además, que lo acompañó al autor de Cuentos de la selva, desde su infancia hasta su suicidio en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires–.

La prosa fantástica de Horacio Quiroga, exhala a cada instante lo misterioso e irracional, y que fue dentro de postura estética, una respuesta al positivismo materialista y científico tan en boga a principios del siglo XX. Si bien el modernismo buscó una evasión ante esta realidad cientista, por medio del exotismo, Quiroga, intentó seguir el exotismo modernista pero de forma inversa. El exotismo de Quiroga es interior. Inicia un descenso hacia la interioridad humana, para contarnos cómo se esconden y se camuflan los estados psicológicos hasta llegar a niveles patológicos. Esta indagación de la interioridad subjetiva, no es sino la notable influencia de Poe y Dostoievski. Pero, además, la obra de este uruguayo desterrado voluntario en las entrañas de la selva en Misiones, constituye una muestra clara de cómo la experiencia vital es transformada en una postura estética. Para Quiroga el quietismo y la mirada inactiva del escritor frente a la realidad no tiene sentido, por eso, advierte que, antes que el arte está la vida. En ese sentido asume la postura del escritor en el papel de héroe de la acción, como Heminwey o Henry Miller. Toda la vida de Horacio Quiroga no es sino una respuesta estética. No es gratuito en esa dirección el primer postulado de su decálogo del perfecto cuentista: “Cree en el maestro –Poe, Maupassant, Kipling, Chejov– como en Dios mismo”.

Quiroga es un escritor que se apropia del entorno y lo hace expresándolo en toda su intensidad y dramatismo: “El Paraná corre allí en el fondo de un inmenso hoyo, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río […] El paisaje es agresivo y reina en él un silencio de muerte” (A la deriva). “La noche había caído ya, y el monótono zumbido de mosquitos llena­ba el aire solitario. […] La luna ocre en su menguante había surgido por fin tras el estero. Las pajas altas y rígidas brillaban hasta el confín en fúnebre mar amarillento. La fiebre perniciosa subía ahora a escape”. (Los inmigrantes)



Sin duda que la objetividad y el realismo, son dos elementos centrales de la cuentística quiroguiana. Pero, también, lo que hacen al estilo y talante propio de un narrador que supo llevar con cautela sobre su pluma la transición del modernismo hacia el regionalismo. Esta objetividad y realismo tan propios en el estilo de Quiroga son parte inescindible de sus personajes y la naturaleza. Así en La gallina degollada dice: “El patio era de tierra, cerrado al Oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos”. Esta objetividad y realismo presente en la mayoría de sus cuentos, se manifiesta una veces desde el interior de los personajes, como en La insolación: “Fue en ese momento cuando Old, que iba adelante, vio tras el alambrado de la chacra a míster Jones, vestido de blanco, que caminaba hacia ellos. El cachorro, con súbito recuerdo volvió la cabeza a su patrón y confrontó. -¡La Muerte, la Muerte!- aulló”; o en El Hombre muerto: “Por entre los bananos, allá arriba, el hombre ve desde el duro suelo el techo rojo de su casa. A la izquierda entrevé el monte y la capuera de canelas. No alcanza a ver más, pero sabe muy bien que a sus espaldas está el camino al puerto nuevo; y que en la dirección de su cabeza, allá abajo, yace en el fondo del valle el Paraná dormido como un lago. Todo, todo exactamente como siempre; el sol de fuego, el aire vibrante y solitario, los bananos inmóviles, el alambrado de postes muy gruesos y altos que pronto tendrá que cambiar...”. En La gallina degollada, es el narrador quien evoca un realismo impecable: “Corrió ya desesperado hacia el fondo. Pero al pasar frente a la cocina vio en el piso un mar de sangre. Empujó violentamente la puerta, entornada, y lanzó un grito de horror”. Este estilo alcanzado por Quiroga, en sus cuentos de efecto como gustaba de llamar a sus creaciones, rehuyó siempre los circunloquios y las formas oscuras que tienden a demorar la acción; su estilo se nutría del lenguaje directo, sin remilgos de ninguna índole: “Berta alcanzó a ver el piso inundado de sangre. Sólo pudo echar sus brazos sobre la cabeza y hundirse a lo largo de él con un ronco suspiro”.

La cuentística de Horacio Quiroga es la expresión incuestionable del americanismo, que luego alcanzará expresiones importantes en novelas como Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, La vorágine de José Eustasio Rivera y en Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes. Es asimismo, en este regionalismo presente en Quiroga cómo hunde sus raíces el americanismo. Quiroga fue un extraño, voluntariamente distante a los venenos de la gran urbe; por su lenguaje preciso, directo, objetivo y fantástico, se abrió la selva a la narrativa latinoamericana. En pocos trazos hacia que lo inconmensurable de la selva saltará a la vista del lector: “Veía la monótona llanura del Chaco, con sus alternativas de campo y monte, monte y campo, sin más color que el crema del pasto y el negro del monte”. Enfermo de tragedia y de muerte y de desgracia humana, sintió la necesidad de hablar de ellas con la más refinada objetividad y sencillez. En sus Cuentos de amor, de locura y de muerte o los Cuentos de la selva –leía yo a mi hijo cada noche antes de dormir en versiones aumentadas y corregidas– hay un hombre, la voz de un hombre, la vida de un hombre, que sufre los embates de lo trágico y contingente del acontecer humano, muchas veces teñido por la desgracia, pero que, alza su voz henchida de pasión, de ansias de anhelo y, sobre todo, un sediento de verdad que sabe que nuestro destino ante la tragedia no es callar sino exaltar la abundancia de la vida, porque la esperanza no es del ser humano, como dice Cortázar, sino de la vida.



Iván Castro Aruzamen

Teólogo y filosófo

jueves, septiembre 22, 2011

Memorias de un walkman, Lourdes Saavedra/ Felicita Cartonera





COMENTARIO PSICODELICO DE EDGAR POU/SOBRE EL LIBRO

La sutil sensibilidad de esta yiyi telepatika nos contagia su acecho de mua mua por los amaneceres de Cochabamba y con sus ojos de chamana conjura los códices secretos de los decibeles del sueño para irrumpir a borbotones nesta nave loka de la COLEXION AMONTEMA BRICK, con tapas exclusivas de Tetrapack, enjoy it meus amigxs.

UN CUENTO DEL LIBRO.....

"EL HOMBRE SINTETIZADOR"

La ignorancia del movimiento perfecto lo convertía en un animal histérico que deseaba alcanzar el sabor ácido de las estrellas del universo sónico en cada beat. Rítmicamente saltaba en la pista de baile /punch/punch/punch: frenético/. Los alaridos de la consola eran la batería que hacía rugir su corazón. Él sabía que Dios era un D.J. Eléctricamente estimulado buscaba una emoción pura. Sospechaba en secreto que no iba a ninguna parte. Las luces de colores eran el escenario donde se desintegraba su fluorescente sombra.
La persona urbanamente primitiva, apelaba a toda la tecnología corporal, de esa manera, la parafernalia de cadencias repentinamente lo convirtió en el hombre sintetizador, que en la esquizofrenia anatómica estaba más cerca del movimiento perfecto. Hasta que inesperadamente llegó el destierro del silencio.

miércoles, septiembre 21, 2011

Jaime Sáenz: una sombra que arde/UN LLAMADO A SALVAR AL POETA DE SU PROPIO MITO



Por: Gabriel Chávez Casazola

Se han cumplido 25 años de la muerte de Jaime Sáenz y la ocasión es propicia para hacer algunas reflexiones –acaso incómodas para algunos- sobre su obra, figura y legado.

Que Sáenz fue un enorme poeta, uno de los mayores de nuestra poesía -y no sólo de la nuestra, pues su proyección es universal-, es algo que no se puede discutir. De hecho, en todos los espacios internacionales de poesía a los que me ha tocado asistir, Bolivia ahora es sinónimo de Jaime Sáenz y viceversa; lo cual, por una parte, constituye un motivo de regocijo, pues revela que su obra va siendo cada vez más difundida y valorada fuera de nuestras fronteras; y por otra, motivo de preocupación, por el riesgo de reduccionismo: la poesía boliviana es mucho más que Jaime Sáenz, y apena que nombres como el de Cerruto, para no remontarnos más atrás o más adelante, sean casi desconocidos en el extranjero.

Pero además, pensando no ya puertas afuera sino puertas adentro, también debe admitirse que se han cargado demasiado las tintas en torno a Sáenz, al punto de convertirlo en un mito –fascinante, pero mito al fin- cuyas irradiaciones, oscuras muchas de ellas, han llegado a velar la propia comprensión de su obra (me dicen que Rodolfo Ortiz acaba de escribir una tesis en esa dirección).

¿Cuántos de los entusiastas escritores o lectores o simplemente fans (pues los tiene en el sentido estricto del término) que se llenan la boca de Sáenz hablando de las chinganas, los aparapitas y el júbilo -hermosos lugares de su literatura convertidos, ay, casi ya en lugares comunes- lo han leído realmente, con exhaustividad y sin veneraciones previas? ¿Cuántos han podido leerlo desde una mirada fresca, nueva, no cargada de pre conceptos ni de esquemas mentales (o críticos) pre establecidos?

Es más, ¿hasta qué punto, después de tanta mi(s)tificación, es posible ahora leer a Sáenz prescindiendo de sus alrededores anecdóticos (que sobresimplifican su personalidad), y con independencia de su imantada figura? ¿Se puede leer a Sáenz sin Sáenz?

No pretendo ofrecer respuestas al respecto. Sólo, acaso, menear el avispero, jochear los petos, como se dice aquí en Santa Cruz, desde donde la lectura de Sáenz (como seguramente desde Tarija, o desde Beni, o desde cualquier punto del planeta) no tiene la misma carga que la lectura que se hace en y desde La Paz. Pues, puestos a preguntar, también podríamos interrogarnos en qué medida es posible leer a Sáenz lejos de La Paz y sin La Paz. Y creo que, sobre esta pregunta al menos, la respuesta es, o debería ser, claramente afirmativa. Aquella La Paz que está en los libros de Sáenz no es, estrictamente, La Paz real.

La literatura de Sáenz, como toda obra trascendente, es universal y excede a su lugar, a su tiempo y a todas las mediaciones contingentes que condicionaron su escritura, y por tanto puede leerse lejos de todo aquello. Lo prueba el que muchos de los lectores y/o escritores que están leyendo actualmente a Sáenz-poeta en otras partes del mundo, lo vienen haciendo sin todas esas mediaciones, y acaso con una mirada menos contaminada que la nuestra; que está velada, como decía antes, por el Sáenz-mito.

Hay, pues, un Sáenz-poeta que puede y tal vez debería leerse lejos del Sáenz-mito y de los mitos de Sáenz. Y también lejos de la noche, la marginalidad y el alcohol, puesto que la poesía no está encadenada ni a la noche, ni al alcohol ni a la marginalidad. Puede ir de su mano, pero también puede extraviarse y desfigurarse de esa misma mano.

Al decirlo, pienso en todos aquellos jóvenes autores “que amén de imitar el registro de Sáenz hasta la fatiga, se extraviaron en el alcohol y otros márgenes, persuadidos –no sin cierto esnobismo- de que sacarse el cuerpo era la única manera válida de hacer literatura”, como ya dije en una entrevista en la revista mexicana Blanco Móvil en su edición del 25 aniversario (www.blancomovil.com/bm-115.pdf, p.17). ¿O cuántos aprendices de mago, quiero decir de poeta, e incluso cuántos poetas ya hechos, no hemos visto perderse por esos caminos, por seguir la estela saenzeana, válida seguramente para el propio Sáenz pero no necesariamente para las sucesivas generaciones de sus ‘discípulos’?

Personalmente, conozco cerca de una decena de personas que, con claras cualidades literarias, y sobre todo humanas, terminaron quedándose con el alcohol, la noche y la marginalidad entre las manos pero sin la poesía, la literatura y sin una vida que merezca llamarse tal, todo por haber querido ser alter egos del Sáenz-mito, de ese mismo que ahora es ocasión de tours guiados donde seguramente le enseñan a los ingenuos cómo sacarse el cuerpo en cinco pasos escuchando a Bruckner en el altiplano.

Hay que salvar a Sáenz de Sáenz, decíamos la vez pasada con un amigo poeta. Creo que en buena medida es (ya) evidente.

* Gabriel Chávez es poeta y periodista

martes, septiembre 20, 2011

Laberintos sin salida y manuales para superar la pobreza





Por Lourdes Saavedra Berbetty

El laberinto del pecado de Víctor Montoya

“Yo nací un día que Dios estuvo enfermo” es el epígrafe de César Vallejo, que inicia la novela El laberinto del pecado (Ed. Kipus) de Víctor Montoya (La Paz, 1958). Entre la continuidad de la narrativa minera boliviana y el tratamiento temático introspectivo, Montoya nos transporta a los centros mineros del 70, donde el personaje principal de la trama, Manuel Ventura, descubre el sexo, la injusticia social, y es testigo de una época de represión militar.

Los diez capítulos son un descenso por las experiencias de un joven que es testigo de la violencia cotidiana y la herencia del metal del diablo en un descarnado relato del destino manifiesto de sus personajes: compañeras de colegio violadas, profesores de secundaria sin pasión ni gloria, la seducción de las polleras, relaciones homosexuales, una madre castrante y campamentos mineros que contemplan su antigua gloria. Escribir sobre la moral en un lugar donde los andes no creen en Dios es un tarea compleja. Montoya temáticamente nos remite a un realismo sucio, casi inverosímil. Lo peor del caso es que a veces la realidad de los centros mineros post Revolución Nacional supera la ficción.

El manejo del lenguaje de esta novela busca la predominancia descriptiva de un realismo social cercano a la crónica histórica, donde existe una abundancia de referentes políticos conjugados con el manejo discursivo intimista al narrar omniscientemente los debates existenciales de su protagonista, quien no puede escapar de la trampa de la doble moral que impera en su contexto. En esta novela nos encontramos con una unidad narrativa desoladora, donde el hombre no solo ha perdido el sentido de la vida, sino que se entrega al camino de la muerte prematura, hundiéndose en esa montaña horadada por el mineral y su incapacidad de poder escoger su destino. Este laberinto no parece tener salida.

¿Por qué soy pobre, papá? de Toribio Rocabado Castro

La pobreza como un tópico de análisis de la realidad nacional ha sido abordada de manera insistente en la literatura académica, novela social y otros géneros. El educador y escritor cochabambino Toribio Rocabado Castro escribe este libro desde una doble perspectiva: pedagógica y de autoayuda.

Desde un discurso descolonizador cercano a la Pedagogía de la Liberación, criticando el conductismo y proponiendo el nuevo paradigma de “El satisfaccionismo”, Rocabado, en su libro editado por Kipus, usa un lenguaje coloquial para ejemplificar el análisis de la realidad, desde el aula de clases, la migración internacional y descripciones certeras del mundo rural, abordando temas como el liderazgo y las finanzas familiares. El material se presenta con moralejas incluidas y ejercicios didácticos que impulsan construir una disciplina mental al servicio de la comunidad. Tarea difícil en una época del capitalismo salvaje donde “la pobreza” como categoría presenta texturas complejas que a veces superan la buena voluntad del ciudadano

lunes, septiembre 19, 2011

Entrevista a Víctor Montoya : "Si no retorné antes fue por varias razones; por una parte, porque no se dio la mejor oportunidad para hacerlo"




Por Emilie Beaudet*


Victor Montoya nació en La Paz en 1958, pero pasó su infancia en Llallagua y Siglo XX. En 1976 fue torturado y encarcelado por la dictadura de Hugo Banzer. En 1977, tras una campaña de Amnistía Internacional, logró su libertad y salió exiliado a Suecia, donde vive hace más de tres décadas.



En Estocolmo, estudió pedagogía, dictó clases, coordinó proyectos culturales en una biblioteca y dirigió talleres de literatura infantil y publicó “Cuentos de jóvenes y niños latinoamericanos en Suecia”, en 1985. Se dedica actualmente al periodismo cultural y a la literatura.



Hace poco estuvo en Bolivia, en el marco del V Encuentro de Escritores Bolivianos, invitado por el Centro Simón O. Patiño de Cochabamba. También ingresó como miembro honorario a la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil, en La Paz, y promocionó sus libros “Cuentos de la mina” y “El laberinto del pecado”, reeditados por Editorial Kipus. En esta entrevista aborda aspectos de la realidad sociopolítica del país y comenta las impresiones de su retorno a Bolivia después de más de treinta años de ausencia.




-Emilie Baudet (EB): ¿Por qué señala que su viaje a Bolivia se realizó en un momento oportuno?



-Víctor Montoya (VM): Retorné en mi condición de escritor y en un momento en que me sentía maduro para hacerlo, tanto desde el punto de vista emocional como profesional. Cuando me refiero al “momento oportuno”, no me refiero a la situación política del país, sino a un factor de carácter personal. No hubiera sido lo mismo retornar por mis propios medios e iniciativa, que invitado por una institución interesada por promover mi obra en el contexto de la literatura nacional. Es este caso, me siento un “repatriado” por una institución cultural y no por el gobierno. El momento fue oportuno porque tenía ya muchas ganas de compartir con los lectores bolivianos, pues formo parte de esa generación de escritores latinoamericanos que sufrieron la persecución de las dictaduras militares y fueron lanzados a la diáspora del exilio.



- EB: ¿Por qué esperar tanto tiempo?



-VM: No esperé tanto tiempo. Simplemente, al menos en mi caso, se dio así. Si no retorné antes fue por varias razones; por una parte, porque no se dio la mejor oportunidad para hacerlo y, por otra, porque me acostumbré tanto a Suecia que incluso, como a las plantas, empezaron a crecerme raíces. Cuando volví a Bolivia, que es la tierra que me vio nacer y la que formó tanto mi personalidad como mi identidad nacional, sigo cantando la canción de Matilde Cazasola, que dice: ”Desde lejos yo regreso…” De manera que ahora que ya tengo cadenas que me atan a la Pachamama, no tengo más remedio que retornar a sus montañas una y otra vez.



- EB: ¿Qué cosas de Bolivia extraña más en su país de adopción?



-VM: En Suecia, donde la geografía y la demografía son diferentes a las bolivianas, he vivido siempre añorando a mi gente y mi cultura, debido a que nunca he dejado de sentirme un boliviano allí donde he estado. Es más, siempre dije que yo tenía una Bolivia portátil, que me acompañaba allí donde iban mis pasos. Y allí donde hacía un alto, abría la maleta, donde estaba metida mi Bolivia portátil, y de su interior se escapaban los mil rostros de mi tierra, la sinfonía de voces multilingües, los sonidos musicales y, junto a todos los colores, olores y sabores, mis chuños, mis charques, mis hojas de coca, mis botellas de singani y hasta un Tío de la mina que me acompaña noche y día.



- EB: ¿Qué mirada tiene de la situación actual de Bolivia? ¿Cuáles son las evoluciones más importantes?



VM: El cambio más notable es la inclusión de los sectores más marginales de la sociedad a la vida del Estado boliviano. Creo que, por primera vez después de más de quinientos años de coloniaje, se ha procurado que las naciones originarias, mediante sus representantes, hagan escuchar su voz en todos los niveles de la vida política, económica y cultural de la nación. Ésta me parece que es una de las evoluciones o avances más significativos del actual gobierno. La lucha abierta contra la discriminación social y el racismo me parece que es otro de los aciertos. No obstante, para acabar de una vez y para siempre con este mal de todos los tiempos, será necesario estructurar una sociedad más equitativa y menos competitiva. Es decir, una sociedad donde se acabe con la gran propiedad privada y donde los medios de producción, como la administración de los recursos naturales, estén en manos de los mismos trabajadores.



- EB: Acaba de publicarse allá una reedición de «Cuentos de la mina». ¿Tiene otros proyectos en Bolivia?



-VM: Efectivamente, se reeditó “Cuentos de la mina”, pero también mi novela “El laberinto del pecado”. Ahora existe la posibilidad de que la Editorial Kipus edite el resto de mis libros para su distribución a nivel nacional, pues tengo la sensación de que mi obra es todavía desconocida para la mayoría de los lectores, debido a que las instituciones culturales del Estado no estimulan la labor de los escritores bolivianos ni las editoriales hacen lo suficiente para dar a conocer la obra de los autores nacionales.



- EB: ¿Cuál es el papel que tiene la imagen del Tío de la mina en su casa, en Suecia?



- VM: El Tío de la mina, sin lugar a dudas, me mantuvo en contacto permanente con la realidad boliviana. Este personaje de la mitología andina, que tiene la propiedad de ser dios y demonio al mismo tiempo, está muy vinculado a lo más hondo y telúrico de las minas, donde los trabajadores del subsuelo le rinden pleitesía ofrendándole hojas de coca, cigarrillos y aguardiente. En mi casa tengo la estatuilla del Tío. Él me permite respirar la tradición más auténtica de las culturas originarias y me permite comprender que estoy hecho de barro nacional. Y, así como forma parte del sincretismo religioso entre el catolicismo occidental y el paganismo ancestral, es un personaje que posee una enorme sabiduría y un gran sentido del humor. Con él me divierto mucho y, como si fuera poco, él es el personaje central de una de las vertientes más significativas de mi creación literaria. El Tío de la mina es el mejor nexo que tengo con mi tierra y mi cultura.


*Entrevista hecha en Francia

domingo, septiembre 18, 2011

Virginia Ruiz: “la literatura explora a los Bárbaros”




Por Sebastián Antezana - La Prensa


Ruiz es la ganadora del Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo con el relato Esperando a los bárbaros



El jurado del 38 Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo ha dado esta semana su veredicto: el relato ganador es Esperando a los bárbaros, de Virginia Ruiz. Después de haber presentado hace pocas semanas durante la Feria del Libro El torturador, libro que reúne al relato ganador y las menciones del Franz Tamayo pasado —¿por qué transcurre prácticamente un año entre el anuncio de los ganadores y la presentación del libro?—, y tras una seguidilla de ganadores masculinos del concurso, llega la noticia de que Ruiz se lleva el galardón en esta nueva versión. A continuación, a manera de introducir a la autora, ofrecemos la entrevista que Fondo Negro sostuvo con ella mediante correo electrónico.

—¿Cuál es tu relación con la literatura, tanto a nivel académico como a nivel personal?
—No estudié literatura; en un principio, creo, porque vi, cuatro años antes de salir bachiller, la decepción en la cara de mis padres cuando mi hermana se inscribió en la Carrera de Literatura de la UMSA. Estudié Ciencias de la Educación. Y he sido profesora, entre otras cosas, de literatura, en colegios y universidades por algo así como 25 años. Desde chica, desde el colegio, mi relación con la literatura fue constante, como un amor de alma vieja, siempre ahí. Más adelante hice lo que al parecer siempre había querido: leer sistemáticamente literatura gracias a una maestría en Literatura Latinoamericana. Recuerdo mucho el placer que me causaba estudiar casi todo el día durante esos dos años de maestría. Y, como a muchos, lo académico no cambió el hecho de que la literatura me emociona, me perturba, me alegra y me ayuda. Mi “momento académico” con la literatura fue un momento en que pude hacer todo eso a tiempo completo.

—¿Cuál es, a grandes rasgos, el tema del relato ganador del 38 Franz Tamayo?
—El tema de Esperando a los bárbaros es la espera, la anticipación fiel, el estado de suspensión que a veces uno construye para sobrevivir. Es la espera de ese algo que “nos arreglaría la vida”, ese algo que nos haría más felices, más libres, más lindos, más adecuados...

—Hace alrededor de 20 años ganaste otro premio literario. ¿Por qué esperar tanto para volver a la escritura y/o a los concursos?
—Hay otros cuentos escritos y publicados entre el que ganó hace 20 años y este último, pero son pocos. En general, sobre esta mi parsimonia escritural, diría que la vida es duro, como dicen en Oruro. Pocas veces uno hace lo que quiere o quisiera. Escribir es un proceso muy absorbente, creo. No me deja pensar ni hacer mucho más que eso: escribir. He escrito poco tal vez por eso y también porque soy floja, porque no puedo sobrellevar esa intensidad por mucho tiempo. Los concursos han sido, las dos veces que me he presentado a uno, un pretexto, un empujón para corregir lo ya escrito.

—El título del cuento “Esperando a los bárbaros” es el de un poema del alejandrino Konstantino Kavafis. En el poema hay una ciudad, y los bárbaros son una promesa o una amenaza que nunca llega. ¿Se vive esto de forma similar en el cuento?
—Sí, sin duda. No me di cuenta de ello sino hasta tarde, cuando ya sólo faltaba corregir el final del cuento. Por eso le puse ese título. Pensé en hacer una variación del título del poema, pero para qué, si Kavafis ya lo había puesto tan bien.

—Leí que la escritura y puesta a punto del cuento te tomó cinco años. En esa línea, ¿podría relacionarse la espera en la escritura del cuento con la espera que la ciudad mantiene de los bárbaros en el poema de Kavafis? Y, en líneas generales, ¿consideras que la literatura es una labor de espera, de paciencia?
—Cinco años, sí, pero no constantes. Hace cinco años lo escribí, dos años después lo corregí, y en julio de este año lo terminé. Esperar a los bárbaros es un gesto que imagino como lo más parecido a una espera de supervivencia: es un juego con el tiempo, una forma de esconderse de él, algo así como la espera de Felipe Delgado en una chingana mientras su padre se muere, aunque en otro sentido. Cuando escribo, es cierto que tengo momentos de apabullamiento, de efusión, pero nunca he sentido que se me vaya la vida en ello. Sobre si la literatura es una “labor de espera”, pienso que sí, pero tan importante es la espera como la labor, es decir, el trabajo que haces mientras esperas.

—¿Qué son los bárbaros? ¿Qué es la barbarie?
—Los bárbaros son lo que no podemos conocer y sin embargo imaginamos que es una suerte de solución. Si, como dice un amigo, la literatura nos ayuda a conocernos como hombres, como mujeres, y a entender por qué hacemos lo que hacemos, toda la literatura explora a los bárbaros, es decir, a nosotros.

—El poema de Kafavis termina diciendo que pese a que no llegan a la ciudad, los bárbaros eran posiblemente una solución (no se dice a qué). Se dice, sin embargo, que conforman un arquetipo: “odian la retórica y los largos discursos” y las piedras preciosas los “deslumbran”. ¿Consideras, entonces, acertada la clasiquísima separación de Sarmiento (civilización vs. barbarie) y crees que los personajes la experimentan de forma similar en tu relato?
—Sin duda, la idea de esa separación que propone Sarmiento en su Facundo, que conocemos tan bien y tan de cerca, está presente en el poema, pero no la considero acertada en absoluto y creo que Kavafis tampoco. El desprecio de la gente que se piensa civilizada porque valora y aspira a la retórica, porque distingue la diferencia entre baratijas y joyas de verdadero valor, ese desprecio hacia los “bárbaros” y sus modos, al parecer tan lejanos a los suyos, no es difícil de percibir como un lugar común al que el poema alude, que el poema cita. Pero lo interesante es el giro que Kavafis le da al final: “¿Y qué será ahora de nosotros sin bárbaros?/ Quizá ellos fueran una solución después de todo”. El “bárbaro” —que no entienden y que hasta les es repulsivo— tal vez sea el que les quite el peso, la responsabilidad de encontrar una solución (a su situación) o, mejor aún, de tener que aceptar que no pueden hacerlo. Si hubieran llegado esos “bárbaros”, los “civilizados” habrían estado en sus manos, sin elección (o decisión y, por ende, sin culpa) posible. Y sin “bárbaros” que lleguen o que estén por llegar, los “civilizados” no tienen una segunda oportunidad, no tienen historia posible.
En el cuento hay algo de esto último, pero el motor de este deseo/temor de ser poseído o “invadido”, incluso hasta alcanzar una especie de anulación, es la soledad o el miedo a ella, no la incapacidad de aceptar la culpa de haberse quedado sin historia.



38 La que acaba de ganar Ruiz es la 38 versión del Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo.



5 años interrumpidos le tomó a Ruiz completar el cuento, desde su inicio hasta su entrega al premio.



La frase



“La literatura me emociona, me perturba, me alegra y me ayuda”.



Virginia Ruiz

sábado, septiembre 17, 2011

La noche de la fiesta : La segunda novela de Giancarla de Quiroga




“A veces me pregunto qué pensaría Marcelo (Quiroga) de todo lo que está sucediendo y también de las novedades literarias. Me pregunto si se hubiese aprobado esta (mi) novela”, dijo Giancarla Zabalaga, a tiempo de recibir los ejemplares de su obra que, indicó, “se inspira en las denuncias recurrentes que se leen en la prensa sobre el extravío de menores”.

Puntualizando que la literatura se inspira en hechos sociales y que el “compromiso del escritor es escribir bien”, sostuvo que hay temáticas que, desde las letras, se prestan para “invitar a la reflexión”.

“Y la pérdida de niños es un hecho que ocurre con demasiada frecuencia en nuestro país, y nos tiene que llamar la atención, no sólo de los lectores sino de las autoridades en general”, sostuvo la escritora nacida en Italia, pero de familia cochabambina, agradeciendo igualmente la iniciativa edil.

A su vez, el escritor Adolfo Cáceres Romero comentó elogiosamente “La noche de la fiesta”, valorando la trayectoria de la literata, autora de varias otras publicaciones y ganadora de otros certámenes literarios.


Fuente de la info : "Opinión,Cochabamba"

viernes, septiembre 16, 2011

Daniela Peterito Salas y “Las mujeres de mi vida”,




Daniela Peterito, “Las mujeres de mi vida”, producto de una recopilación de sus textos escritos desde 2004 hasta la actualidad. El diseño del libro y las ilustraciones también tienen el sello de Peterito.
Según Daniela, editora del suplemento de CORREO DEL SUR “Gente Flash”, los textos que escribió, a partir de 2004, contienen poesía, prosa poética y algún cuento, en los que descubrió una temática marcada: las mujeres, mujeres reales, inventadas, de ficción, de fantasía, creadas y desconocidas, lo que pueden hacer y lo que no pueden hacer.
“No es algo que refleje directamente lo que soy o lo que hago, pero acepto que estoy claramente influenciada por mujeres que han sido importantes en mi vida”, manifestó Peterito.
Esta es la primera obra individual de Daniela; anteriormente,v junto con el grupo literario “Miércoles de Ceniza” fue coautora de un libro que lleva el mismo nombre.
Esta inquieta joven es Ingeniera Comercial y Diseñadora Gráfica, aficionada a la fotografía y escritura, ligada a CORREO DEL SUR desde 2004, como colaboradora del suplemento Puño y letra.

jueves, septiembre 15, 2011

Virginia Ruiz gana la versión 38 del Premio Franz Tamayo





Letras : Después de 21 años, la escritora vuelve a ganar un premio esta vez con una obra que habla de la paciencia.

Por Página Siete / La Paz - 13/09/2011


Virginia Ruiz es la ganadora de la versión número 38 del concurso municipal de cuento Franz Tamayo, con la obra titulada Esperando a los bárbaros.

“El título del cuento es el título de uno de los poemas del italiano Constantino Kavafis, en el cual se pregunta por qué todo el mundo se arregla los ropajes, por qué los oradores ofrecen sus mejores discursos o por qué los reyes relucen sus más caras joyas; la respuesta es: ‘desde lejos llegan los bárbaros’”, explica Ruiz, a pocos minutos de saberse ganadora del premio, dotado de 20.000 bolivianos.

Ruiz señala que en el cuento ganador se describe la espera de una mujer a sus bárbaros. “Todos tenemos nuestros bárbaros, aun más en ciertas etapas de nuestras vidas. El texto sirve para preparar la llegada de los amores de la mujer y a la vez conocerla más y también a los bárbaros”, explica Ruiz, de 47 años.

Es la primera vez que Ruiz participa en el afamado concurso municipal y recuerda que hace 21 años ganó otro premio de cuento. “Fue uno organizado por la embajada de España y por el Instituto de Cooperación Española; el cuento se llama Recojo la pelota y listo. A este paso, quizás publique un libro de cuentos en 60 años”, bromea la paceña y explica que Esperando a los bárbaros fue escrito durante cinco años, luego lo guardó un “largo tiempo”. “Faltando dos semanas para el cierre de la convocatoria del Franz Tamayo lo edité, pulí y lo presenté”, dice.

Ruiz se dedica a la edición de textos y a realizar consultorías. Está casada con el literato Mauricio Souza.

El cuento de Ruiz y otras seis obras concursantes (Estudio de probabilidades, Puntos cardinales, Nube, Con las puertas bien cerradas, La muerte del pepino y La puerta del sol) serán publicados en una antología por parte de la editorial Gente Común.


Breve biografía
Laura Virginia Ruiz Nació en La Paz hace 47 años. Cursó la carrera de ciencias de la educación y una maestría en literatura en Boston, EEUU. Ha escrito solamente cuatro cuentos: Esperando a los bárbaros, Cambios de luz, Eva y Recojo la pelota y listo.




Esperando a los bárbaros (fragmento)
Lo que necesito es una lobotomía, se repitió en voz alta y también ahora lo pensó en serio. No es que estuviera informada del tratamiento ni tampoco de si aún se lo practicaba. Lo único que sabía era lo que había visto hacía 25 años en una película. El título era también el nombre de la protagonista, Francis. Terminó su café, tenía que apurarse. Recordó el nudo en el estómago con el que había salido del cine aquella lejana noche, sola.

En la última escena de la película, Francis –ya después de la lobotomía– se acerca a lo constante y tranquilo en su vida, su amigo y pretendiente. El rostro de Francis no tiene expresión. Qué hermosa está, piensa él, que la ha acompañado y amado desde una distancia siempre impuesta por ella. La hermosa Francis, sí, y quizá hoy por primera vez a su alcance, aunque no sea la misma.

Lava la taza de café y piensa que ahora le queda sólo una mala reproducción, una sensación borrosa de la desesperanza con la que el protagonista decide dejar a Francis, decide verla irse. No había vuelto a pensar en la película hasta que se encontró, meses más tarde, caminando sin dirección por esta ciudad de piedra repitiendo una y otra vez que no podía más, que lo que necesitaba era una lobotomía, que ésa acaso fuera una solución, después de todo. En algún momento había empezado a preguntarse qué haría Francis, ya sin rebeldía ni ansiedad, sin reclamo ni dolor. Tal vez podría quedarse quieta, sin pensar, suspendida' Esto era lo que ella también quería desde hace un tiempo, no pensar. A partir de ese momento quizá todo podría continuar sin tanto esfuerzo.

miércoles, septiembre 14, 2011

Mauricio Rodríguez es el ganador del concurso de relato corto El mejor viaje de mi vida con cuento llamado "Jilaña"



Página Siete / La Paz/2011

Cada año, los escritores nacionales son tentados a incursionar en el mundo del microrrelato, gracias a los varios concursos que hay en este género, que de a poco se abre espacio en la actual literatura boliviana.

En estos días, el escritor paceño Mauricio Rodríguez ganó el concurso de relato corto El mejor viaje de mi vida, organizado en el marco de la campaña Ser boliviano es, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El certamen fue convocado vía internet e invitaba al público a escribir relatos de 800 palabras acerca de sus experiencias.

La obra ganadora lleva el título de Jilaña, palabra aymara que significa “crecer o madurar”. El jurado estuvo conformado por personalidades de la literatura y el periodismo nacional, y representantes de la ONU.

“En el relato hablo de un viaje que fue muy significativo en mi vida y en la historia contemplo el hecho de madurar”, dice Rodríguez, quien cuenta que en la aventura que narra el protagonista reflexiona acerca de la soledad y el futuro. Confiesa que la historia fue inspirada en varias anécdotas de sus viajes en 2003.

Rodríguez decidió incursionar en el género del relato corto porque considera que es un desafío para todo aprendiz de escritor estructurar una historia con sólo 800 palabras.

Ese desafío no fue nada fácil porque su obra Jilaña tuvo un proceso de creación de dos meses, según el autor, porque en narraciones cortas hay que lograr que la historia sea “contundente”. “Hay que pulir hasta quedarse con el hueso del relato para evitar las divagaciones”, comenta Rodríguez, quien recibirá de premio un lector de libros Kindle 3G con wi-fi.

El joven escritor dice que otra de las características que no deben faltar en un relato corto es la “intensidad”, porque una de las desventajas de este género es que los lectores tienden a olvidar fácilmente la historia.

Adolfo Cárdenas, escritor y docente universitario, considera que la “contundencia” es uno de los requisitos indispensables que nunca debe estar ausente en un microrrelato o microcuento.

“Son textos que tienden a olvidarse fácilmente y la contundencia es relevante para que la historia no sea olvidada por el lector”, expresa Cárdenas.

martes, septiembre 13, 2011

Pedro Rivero Mercado




Por Lupe Cajías : 26/08/2011

El periodista Bismark Kreidler publicó esta semana una biografía sobre su paisano Pedro Rivero Mercado que no sólo permite conocer al personaje sino a una etapa de la historia del periodismo boliviano en sus años de oro y, como rebote a la propia historia nacional.



Kreidler es más conocido como comentarista deportivo y quizá por ello teníamos un prejuicio sobre la calidad de su prosa. Nos sorprende con la claridad de las frases y con la rigurosidad de la investigación que buscó en distintas fuentes primarias. Es una biografía escrita con cariño pero sin halagos ni zalamerías innecesarias, que más bien podrían restar la fuerza del relato.



Pedro Rivero Mercado es director del matutino cruceño “El Deber” y además escritor de diferentes textos, desde los tradicionales y jocosos bandos carnavaleros, novelas costumbristas y cuentos, como también editoriales que suelen afectar la soberbia del poder político.



Rivero es como el vallegrandino Neftalí Morón de los Robles un “camba colla superao” pues sin dejar de amar la tierra natal, vivió y apreció durante años las costumbres de La Paz. Cuando lo conocí, una mañana invernal, en un desayuno de trabajo en un hotel paceño, fue el primero que puntual llegó a la cita. Me confesó que siempre se levantaba antes del sol y su costumbre de bañarse con agua fría, aún en la ciudad de las alturas.



“Quiero entrañablemente a esta ciudad donde pasé tantos años con mi familia, en mis primeros empleos. Me gusta su cultura, la comida y su gente”, comentó nombrando diferentes circunstancias. Ese respeto con el otro fue una característica en su vida personal y en su trabajo como director del periódico boliviano de mayor tiraje y ello se refleja en la reciente biografía.



Una de las mejores características de “El Deber” es su tono pluri multi en una sociedad que recibe a diario decenas de migrantes y que los debe absorber como no sucede en ningún otro lugar del país. No sólo las crónicas cotidianas sino los reportajes especiales, los testimonios de vida y también las páginas sociales abren espacios para que potosinos, muchachas del Plan Tres Mil o colonizadores cuenten sus historias, sus luchas, sus demandas.



Aunque algunos personeros, incluso gente ligada al periodismo, lo ignore, Rivero Mercado y otros periodistas fueron los primeros en difundir los derechos de las minorías. Antes de cualquier comisión contra racismos y discriminación, Rivero auspició portadas a todo color mostrando las luchas de homosexuales en sus marchas de orgullo gay.



Fue un reportaje costeado por Rivero y más tarde premiado en España el que dio cifras y datos sobre la explotación de los bolivianos en las factorías clandestinas de Sao Pablo y Buenos Aires. Algo que ya se rumoreaba pero que los diplomáticos bolivianos acreditados en esas capitales dejaban pasar, dejaban hacer.



Recuerdo también la campaña contra “El Deber” y su director cuando ese medio enfrentó al poder de las logias secretas. Sin embargo, y es algo que cito en mis libros sobre medios de comunicación, la audiencia cruceña salió en su defensa como mejor podía: comprando más ejemplares del matutino. Igual que ahora, ante los ataques, la última encuesta sobre preferencia de los lectores opta por este matutino independiente y por el respaldo a su director.

La autora es periodista

lunes, septiembre 12, 2011

Pedro Rivero Mercado. Director de el Diario Mayor EL DEBER: «El periodismo es una especie de alimento espiritual»




Lleva alrededor de 60 años ejerciendo el periodismo por vocación. Está al frente de EL DEBER desde 1965. Edificó un medio con principios claros y sorteó diferentes dificultades para destacarse como un intelectual al servicio de su pueblo. He aquí un ‘llanero con historia’

Por Juan Pablo Rodríguez C.

Modesto, genuino y ameno, Pedro Rivero Mercado hizo una pausa en sus múltiples ocupaciones para conversar sobre Un llanero con historia, su biografía escrita por el periodista Bismarck Kreidler.

-¿Qué opinión tiene sobre la biografía que Bismarck Kreidler escribió sobre usted?
- El prólogo es de Pedro Shimose y fue muy generoso, me ha honrado en grado extremo. En cuanto al contenido del libro no he tenido aún tiempo para leerlo, aunque confío en que Bismarck Kreidler con su experiencia de hombre de prensa y pensador honesto, además de su prestigio bien ganado, ha hecho una semblanza mía que me distingue.
- Según Kreidler, es una biografía exhaustiva…
- Yo creo que ya he cumplido mi rol y he sido honrado con el aprecio de gente de bien y de toda calidad humana de este mí Santa Cruz, además de Bolivia y también de distintas partes del mundo.
-Una personalidad como la suya, que ha alcanzado logros, bien podría retirarse para no tener ningún tipo de preocupaciones. Sin embargo, continúa ejerciendo el periodismo con la misma dedicación que en sus comienzos, ¿qué lo impulsa?
-El periodismo es algo que llevo en la sangre, esa es la única explicación, es una especie de alimento espiritual para mí. Me alimento espiritualmente a diario al lado de personas que saben lo que es el periodismo y que se brindan con la integridad que yo lo hice en mis comienzos, un periodo que está redondeando los 60 años.
-Bismarck Kreidler resalta que usted, desde su posición como director de EL DEBER, ha visto pasar a más de una veintena de presidentes del país. ¿Fue difícil sostener el prestigio del Diario Mayor en ese transitar?
-No conozco otra arma que la verdad. Yo he postulado en primer lugar la necesidad de no hacer un periódico alarmista y sensacionalista; de llamar a las cosas por su nombre y no distorsionar las realidades en las que nos movemos. Esos han sido mis principios.
- Los políticos a veces no miden reparos para lograr sus objetivos ¿Cómo se superan esas situaciones desde el liderazgo de un diario?
- Alguna vez se me tentó para que yo me identificara con determinado hombre público del país porque decía tener mala imagen. Él creía que EL DEBER era el mejor medio para recuperar su imagen y yo respondí que este periódico no hace esas transacciones con nadie porque el diario publica lo que es bueno y condena lo que es malo, de ese rol no se va a apartar.
Por fortuna estoy rodeado de profesionales de primer nivel que hacen que esa independencia y ese servicio mantengan al periódico con un liderazgo a escala nacional.
- Parece que consolidar un entorno familiar sólido es otra de las claves de su obra…
- Sí, eso es muy importante, no solo en el periodismo, sino en cualquier actividad humana. Se necesita contar con una base familiar idónea con buenos principios y antecedentes, que se identifica plenamente con uno, que lo acompaña en sus momentos difíciles.
- Al ser un protagonista de su tiempo, un hombre como usted ha recibido ataques y amenazas, ¿cómo superó ese tipo de situaciones?
- Me reitero en mis verdades, en mis formas de andar por los caminos de la vida. No hay una sola causa que me motive para desviarme, tengo mi norte, que es el del servicio y mi vocación. No hay fuerza que me pueda mover de ese estilo de vida, especialmente considerando que estoy al término no solo de mi labor periodística, sino de mi existencia misma.
-¿Tiene alguna aspiración que no hubiera alcanzado aún y que esté buscando?
- A esta edad ya no tengo aspiración pendiente. Dios me ha compensado con todo lo que he podido hacer e incluso con lo que no he llegado a realizar, no tengo otra aspiración que dejar en mis descendientes una réplica mejorada de lo que soy.
Estoy seguro de que ellos seguirán sustentando mis principios hasta que, como yo, les toque ceder el mando.
- ¿Qué característica admira del cruceño?
- Es afecto a llamar a las cosas por su nombre, sean buenas o malas, sin evadir consecuencias.
- ¿Y de la mujer cruceña?
- De la mujer cruceña tengo los más altos conceptos, la considero naturalmente bella, segura de sí misma y con una dignidad intraficable. Además de que posee inteligencia y solidaridad respecto a su pareja, que son insobornables.

Perfil

Hombre de letras
Pedro Rivero Mercado nació el 19 de octubre de 1931. Es abogado, periodista y escritor. Ejerce desde hace más de medio siglo como director del diario EL DEBER. Fue embajador de Bolivia en Francia.
También es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y de otras instituciones sociales y filantrópicas. Tiene una vasta obra novelística y poética.

domingo, septiembre 11, 2011

Los días mas felices : Nuevo Libro de Rodrigo Hasbún




« No es un buen escritor. Es uno de los grandes.» Jonathan Safran Foer

«Rodrigo Hasbún: recuerden este nombre.» Edmundo Paz Soldán

Sinopsis

La existencia de un hombre es un mundo, la de dos, un universo inabarcable. El amor se escribe con los silencios, la música y las huellas en la superficie de las cosas. Lo esencial, presente y oculto día tras día, enreda la vida de Pablo, de Luisa, de Valeria, de Ladislao y Julián. Arrazábal y sus compañeros de curso están a punto de acabar los estudios y deben enfrentarse a sí mismos, a la madurez, a los miedos viejos y a los nuevos, a los caminos que aún no saben que transitarán. ¿Son, fueron, los días más felices? Los cuentos que dan cuerpo a este libro, y que han de leerse como si se trataran de capítulos de una novela, o como las variaciones de un sólo tema musical, ahondan en la belleza de lo mínimo y sumergen al lector en una experiencia sensorial, propia e intensa, marcada por el ritmo de un estilo contenido y los planos cortos propios del cine

sábado, septiembre 10, 2011

La primera novela de Rodrigo Urquiola






Por Rodrigo Urquiola Flores

Recuerdo tres viajes fantásticos que tuve la fortuna de realizar. El primero, cuando a mis quince años, sin decirle nada a nadie en mi casa, atravesé nuestro país hacia el sur, a Tarija. El segundo, cuando viajé a Lima. Y el tercero, hace poco, cuando estuve por Santa Cruz y Cochabamba, contemplando algo que jamás vi antes y que resultó muy importante en mi vida. Estos tres viajes han sido definitivos en mi labor como escritor. Me han enseñado bastante, me han deslumbrado y, de cierta manera, me han ido convirtiendo en una persona nueva. Viajar envejece en el mejor sentido, hace que envejecer signifique crecer, tal como sucede cuando se lee un buen libro.
La primera vez que vi el mar fue a eso de las tres o cuatro de la mañana, desperté en carretera hacia Ica y aún todo estaba oscuro. Asomé mi mirada a la ventana, el sonido del viaje se había hecho algo natural, y entonces vi que el horizonte se movía. Ese horizonte era un monstruo negro, una anguila gigantesca que se movía oscilando, ascendiendo y descendiendo, manteniéndose, quedándose, quebrándose. Luego el bus alcanzó una cima y el horizonte resultó infinito. Fue un momento muy especial. Ya no pude continuar durmiendo. Tenía diecisiete o dieciocho años y nunca había conocido el exterior. Soñaba con conocer el mar. Sé que no es así para todos los bolivianos, pero para mí fue algo espectacular, difícil de explicar. Cuando llegué a Lima pude verlo en todo su esplendor. Viajé en junio, recuerdo que eran vacaciones de invierno en colegio y, según muchos peruanos, hacía un frío terrible. Yo no sentía ese frío, La Paz nos vacuna también contra ese tipo de cosas. Lima estaba nublada, como casi siempre, ebria de bruma y el océano mostraba su rostro plomizo, su horizonte gris. Me gustaba ir a las playas de Barranco o a Larcomar a ver y escuchar el oleaje, podía quedarme mucho tiempo haciéndolo. Había una playa donde en lugar de arena costera había piedras redondas. Allí me sentaba y leía o escuchaba música.
Intento recordar cómo fue que germinó en mi cabeza la idea de escribir esta novela y he llegado a la conclusión de que fue en el preciso instante en el que me senté sobre esas piedras y contemplé el océano. Recuerdo que, en un segundo viaje, en verano, extrañé la tristeza del invierno anterior y, al cabo de un par de semanas, quería volver a Bolivia, mi casa. No sé por qué pero pensé mucho en cómo acontecería una lluvia dentro de una piedra. En Lima no llueve o, cuando lo hace, no llueve con la misma intensidad que en La Paz. Y La Paz no posee playas costeras, lo que es una gran lástima.
La mayor parte de la acción que acontece en la novela sucede en Santa Fe. Muchos que leyeron la novela antes de la presentación me preguntaron si Santa Fe es un lugar que existe de verdad o si era una especie de Macondo o Yoknapatawpha o Santa María. Pero sí, Santa Fe existe. Es un alejado barrio paceño, inmerso en las fronteras de la zona sur con las montañas. Para llegar allí por Chasquipampa se debe atravesar dos ríos. Por suerte el progreso ha construido dos puentes muy estables. Cuando yo era niño había que pasar el primer río saltando sobre piedras, mojándose los volapiés y los zapatos y cuidando de que nada se cayera a esas heladas aguas de color café con leche que corrían debajo de nosotros. Y de pronto se escuchaba un trueno. Y caía la lluvia una vez más. Y continuábamos caminando. Rumbo al segundo río. Allí sí había un puente, pero muy precario que, luego de un par de años, sería arrastrado por una violenta riada. Llegábamos a casa y teníamos los pantalones y los zapatos llenos de greda y barro. Por las noches continuaba la lluvia. Parecía que nunca acabaría ese sonido sobre el techo, el temblar de los vidrios de las ventanas cuando sucedía un trueno o la visión, entre todas aquellas nubes azules, de los relámpagos que nacían y morían a lo lejos.
Lluvia de piedra es la historia de un viejo, Esteban, que, después de haber conseguido materializar un sueño, tener una casa a orillas del mar, en esa Antofagasta tan nuestra y tan ajena como la luna, atosigado por la soledad y tras un intento frustrado de suicidio, decide volver a Bolivia para darse una segunda oportunidad, para demostrarse que vale la pena continuar viviendo, y, en la puerta de la estación de trenes de La Paz, esos trenes varados que ahora mismo no nos sirven para nada y que deben tener impresa las palabras “Made in Chile”, se encuentra con una novia suya, Marianela, que había visto morir cuarenta años atrás, cuando ella tenía diecisiete años de edad.
Lluvia de piedra es la historia de esa casa vieja, a punto de desplomarse, habitada por una perra y sus crías y por muchos otros perros ya muertos, por fantasmas que no están en otro lugar sino en nuestras cabezas, por hierbas que están a punto de rozar las nubes, por la lluvia que no cesa, a la que siempre quise retornar. ¿Cuántos bolivianos no han deseado con todas sus fuerzas retroceder en el tiempo y empezar a hacerlo todo de nuevo? Yo soy uno de ellos y estoy seguro de que Hilarión Daza también.
Me voy a despedir con una imagen que me regaló el último de mis viajes. He descubierto algo más allá de lo evidente, algo que a no todos los seres humanos les está permitido conocer, o si es así, la mayoría no logra reconocerlo a tiempo. Es un secreto. No se lo digan a nadie. En la carretera una vez más, a través de las ventanas y de la noche, vi unos ojos que no eran los míos cerrarse y pude ver lo que había dentro de ellos. Luz, paz. Sobre todo paz. Llueve dentro de esos ojos pero esa lluvia no son lágrimas ni tiene ruido, no hay frío allí dentro, sólo la lluvia silenciosa que cae como si fuera viento lo que está cayendo. Una lluvia que no sucede dentro de una piedra. Y descubrí que también de eso trata Lluvia de piedra, de que no existe nada imposible siempre y cuando no dejemos de creer en ello con todas nuestras fuerzas. Nada.
*Mención del Premio Nacional de Novela 2010

1 Lluvia de piedra es la primera novela de Flores (1986), quien escribe también cuento y drama

"intento recordar cómo fue que

Germinó en mi cabeza esta novela y he llegado a la conclusión de que fue en el preciso instante en el que, en medio de un viaje fundamental, me senté sobre las piedras de una playa limeña y contemplé el océano. No sé por qué pero pensé mucho en cómo acontecería una lluvia dentro de una piedra

viernes, septiembre 09, 2011

“Bijeuterie finee. Un catálogo trans-barroso” : Poesía de Diego Mejía



Este poemario es una de las menciones del Concurso Nacional de Poesía, 2008. El autor es Diego Andrés Mejía Alandia (1980), narrador y poeta cochabambino. Estudió ciencias biológicas y literatura, enseñó arte y actualmente espera estudiar filología inglesa y continuar con la escritura creativa. En 2008 fue presentado en el “II Festival de Poesía en las calles Blanca Wiethüchter”. Ha promovido y participado de varias iniciativas literarias en la ciudad de La Paz.

jueves, septiembre 08, 2011

Jaime Saenz y las Flaviadas




Jaime Saenz falleció el 16 de agosto de 1986. Tres días después, el 19, murió Flavio Machicado Viscarra. El destino los hizo partir prácticamente juntos, hace ya 25 años. Ambos nacieron en La Paz; el poeta, el 8 de octubre de 1921 y el divulgador de la música clásica, el 3 de noviembre de 1898.

Dos habitantes de la urbe paceña encontraron una pasión común: la música. Flavio Machicado Viscarra decía: “Soy loco por la música —por la música buena– y aquí he venido a reconocer su importancia y los encantos que encierra; desgraciadamente mis pasos, durante la infancia y pubertad, siguieron otros caminos y así dejé de aprender aquello que hoy admiro con tanto frenesí. La música tiene para mí los encantos más sublimes, capaces de hacerme olvidar todas las pequeñeces de este pobre y miserable mundo”.

Flavio Machicado Viscarra fue el creador de las Flaviadas, audiciones de música clásica. La primera de estas sesiones musicales, la realizó de manera accidental o espontánea en 1916 cuando era estudiante de Finanzas en Boston, Estados Unidos, época en la que compró su primer tocadiscos.

“Entonces los escuchaba (los discos) en mi cuarto. Una noche muy calurosa, al terminar el disco y las obras, escuché un aplauso cerrado: eran mis vecinos del patio donde vivía, quienes sacaron su silla y escucharon en silencio. Podría decirse que fue mi primera Flaviada… En Boston hice mi primera colección de discos…”.

Retornó a Bolivia en 1922 y en 1938, pasada la Guerra del Chaco, estableció las Flaviadas en su domicilio de la avenida Ecuador, en el barrio de Sopocachi de La Paz.

En 1938, Jaime Saenz estaba en Alemania junto a una delegación de jóvenes bolivianos. Allí el futuro poeta cultivó sus primeras pasiones musicales: “Era sábado, 15 de octubre de 1938 —recuerda Saenz—. Exactamente a las nueve y media de la noche, se descorrieron las cortinas de la Sala de Conciertos de Königsberg, y en este momento, el Grupo de Cámara de la Orquestas Filarmónica de Berlín comenzó a tocar el Concierto Brandemburgués Nr. 5 de Juan Sebastián Bach”. Así reza un fragmento del capítulo sexto de La piedra imán, narración que Saenz escribió en 1980 y que se público en 1989, tres años después de la muerte del poeta.

La afición musical de Saenz lo llevaría a descubrir la música de Josep Antón Bruckner (1824-1896), a quien dedicó un poemario titulado precisamente Bruckner (1978). Allí escribe por ejemplo: “En el estruendo aniquilador que precede y que sucede a la aniquilación, / en que fluye la música con despiadado amor por el mundo, / en que la música del músico se encuentra. / En la abrupta pendiente en que la pendiente se hunde”.

Jaime Saenz y  Flavio Machicado Viscarra, ambos apasionados por la música, coincidieron reiteradas veces en las Flaviadas.
“Jaime llegó acá a poco de la apertura de las Flaviadas en 1938, Jaime entonces tendría unos 18 años de edad, era el más joven de todos”, recuerda Eduardo Machicado Saravia, hijo del Flavio Machicado Viscarra, quien a la fecha continúa organizando las sesiones musicales creadas por su padre todos los sábados, intentando mantener el mismo espíritu. “Cuando Jaime Saenz venía, él era muy respetuoso con mi padre. Entraba, escuchaba y volvía a salir. Era un bohemio. Mi padre le tenía mucho cariño y mucho respeto”, dice.

Uno de esos encuentros, precisamente, es recordado por Saenz en La Piedra Imán:

“Don Flavio Machicado, hombre temeroso de Dios y noble como ninguno, con cierto aire áspero y sarcástico no desprovisto de ingenuidad y candor, con cuello almidonado y un tanto destartalado, y con la cabeza redonda y rapada y ojos brillantes y enigmáticos que suelen mirar con acrimonia, y por lo tanto con un desconcertante parecido a Bruckner, que por los demás él no admite sino a muchos ruegos, me recibió una noche en su casa, y con proverbial amabilidad, me dijo que estaba encantado de verme. Me ofreció un asiento y se acercó al tocadiscos para apagar el aparato, en momentos en que finalizaba ya la Suite No. 2, de Bach, y luego se sentó en el sofá”.

Producto de esas sesiones musicales, Jaime Saenz escribió una serie de textos que permanecen inéditos. En uno de ellos, titulado simplemente Apuntes, de algo más de cinco páginas tamaño carta, el poeta escribió: “Subir al cielo y ver el espacio que es ocupado por el circo. Cachucha verde, parece que ese cuerpo es una pierna con mirada en la galería, parece que esa pierna de que hablo es injerto de fagot con bajón para el loco inventar oculto en el tren una sinfonía. La ternura se ha ido. Qué lástima”.

Saenz también hizo dibujos con motivos musicales, como uno fechado el 2 de noviembre de 1942, que lleva al pie la siguiente inscripción: La cuarta sinfonía de Tchaikovsky. El dibujo, posiblemente, fue realizado después de escuchar esa obra musical. Hoy, estos materiales forman parte de los fondos documentales de la Fundación Flavio Machicado Viscarra, creada precisamente para preservar los documentos, la enorme y valiosa discoteca, la biblioteca y las colecciones de periódicos y revistas que reunió através de los años el creador de las Flaviadas.

Por lo demás, la obra poética de Saenz está llena de referencias a la música, como este fragmento:

A los músicos se les aparecen las imágenes amadas
cuando escuchas tú

–todo el tiempo, los músicos se alegran del silencio
cuando escuchas tú.

miércoles, septiembre 07, 2011

Aruma : Obra literaria de la escritora novel Kassandra Barbery





Presentación del libro.

Ramos de margaritas, rosas y claveles le dieron el marco ideal a la presentación de Aruma. Carlos Hugo Molina hizo la introducción de la novela, que es el primer trabajo literario de Barbery



Aruma. La obra logra introducirnos en una historia donde sus personajes cobran vida, trascendiendo el tiempo en que viven, con la complejidad literaria de llevarnos a épocas remotas. El principal personaje de la novela nace caído del tiempo, su historia, su vida, su guerra interna, se ubica en el siglo XVIII en lo que ahora sería el departamento de Oruro, en pleno proceso colonial.

1800 Año......

La historia de la novela se centra en esta época, es una interpelación social al pasado y al presente.

martes, septiembre 06, 2011

DANZARINES EMPEDERNIDOS Y LA PERLA RUBIA




DANZARINES EMPEDERNIDOS Y LA PERLA RUBIA

Es una novela que prepara a la juventud para una vida satisfactoria.
Organiza, transforma la vida de las personas adultas logrando cambios de conducta para vivir una vida positiva.
A través de las narraciones, nos induce de manera entretenida, impactante y de constante suspenso, guiándonos a la comprensión y solución de los mayores problemas de la vida liberal: alcoholismo, drogadicción, prostitución y las enfermedades sexuales.



lunes, septiembre 05, 2011

Hermano Santos : La primera novela de Oscar Díaz Arnau



La obra se comenzo a escribir tras una conversación de Díaz con Santos Ramírez, actualmente en la cárcel San Pedro, de La Paz, pero no se concentra en él, sino que abarca una serie de temas existenciales y que hacen a una novela policial
Para armar esas voces, el proceso de creación de las obra duró más tres años.
Con respecto al personaje de Santos Ramírez, el autor explica que es parte de la obra, pero que también trata acerca de varias temáticas como el mundo escondido de las cárceles en el país, puesto que se intenta reflejar cómo es la vida en un reclusorio.

“Es una novela de ficción con elementos de la realidad y viaje al pueblo de Santos Ramírez para enriquecer la historia”, comenta Díaz, quien incluso conversó con internos del penal y familiares para obtener más datos de Ramírez.

Pero asegura que su novela no es una biografía del ex dirigente del Movimiento Al Socialismo y los problemas que enfrenta en la actualidad.

Las temáticas sociales, políticas e incluso los medios de comunicación son abordados en la novela, como también temas convencionales como el amor y la muerte. “Hablamos de la opresión que sufre el ser humano cuando está encerrado en la cárcel”, comenta.

A pesar de tratar diversas temáticas, el periodista define su obra como una novela policial y tiene la característica estructural de un monólogo.

domingo, septiembre 04, 2011

SOLEDANO DE LA CALLE


Es una novela social, psicológica- política, de acontecimientos, vivencias, enfoques fuertes y coherentes basadas en la realidad, una realidad triste, tormentosa, adversa.Soledano y Peregrino de la Calle, personajes que vienen al mundo a “ sobrevivir” para luego “vivir”, atrapados en la fatalidad de la miseria y la carencia de todo, en sí “dueños de nada”, víctimas de las injusticias, perseguidos en los golpes de Estado. La lucha de Peregrino por la sobrevivencia y la búsqueda de su realización en un recorrido de la geografía nacional ,un compromiso personal de conocer el territorio patrio, se constituye en una preparación para la vida, posteriormente se consagra como el “Vencedor de adversidades” y “Héroe de la vida” con misión cumplida.



sábado, septiembre 03, 2011

Edmundo Pérez Barco : Una biografia




Escritor boliviano. Nació en Salinas de Garcy Mendoza - Oruro 1956, Profesor de la especialidad de Literatura - Filosofia. Autor prolífico: novelista, cuentista, poeta, ensayista.


Sus Actividades Culturales, literarias, recitales, poéticos, conferencias y oratoria narrativa; reconocidas por la Prensa Nacional, Internacional confirman sus méritos como destacado declamador, orador, poeta, filósofo y escritor.


Fue el iniciador, creador de los Recitales Poéticos a principios de 1980 y de la Oratoria Narrativa en 1997 en Bolivia.


Organizador, Director e integrante del grupo folklórico musical "Integración boliviana" con notables actuaciones en Brasil.


Desarrolló actividades de comunicación social. Recibió numerosas distinciones como escritor, poeta, compositor, docente y director.


LIBROS PUBLICADOS, siendo los más notables : Las cadenas del vicio, Razones, Poemas de amor y cartas poéticas de amor, Razonamientos para la vida. Discursos a la humanidad, Pensamientos y razonamientos filosóficos, Cartas poéticas de amor, Danzarines empedernidos y la Perla Rubia. Por Bolivia pido la palabra, Soledano de la calle.


Exiliado en los golpes de Estado, por sus poemas considerados de revolucionarios e ideas filosóficas.


Actualmente es miembro de la Sociedad de Escritores de Bolivia.


viernes, septiembre 02, 2011

Edmundo Pérez Barco: "POR BOLIVIA PIDO LA PALABRA"




"Guiado por el amor y la razón, amigo de todos, enemigo de nadie"


POR BOLIVIA PIDO LA PALABRA. Poemas de razón, amor y sentimiento patriótico, canto de admiración y exaltación a la geografía nacional.


Condena los golpes de Estado y actos de sedición; a su vez, es un clamor de sensibilidad humana, justicia social; con un descenlace de autoanálisis y poemas en la "Filosofía de la vida".



jueves, septiembre 01, 2011

Norma Mayorga presenta dos libros de literatura infantil



La escritora Norma Mayorga mediante el grupo de narradores y narradoras llamado Escritores Unidos presentara dos libros infantiles que esperan cautivar los ojos lectores de el publico infantil boliviano.



Hay que admirar la paciente labor de una escritora,que tiene que luchar contra las complicaciones privadas y sociales para dar a luz libros llenos de momentos geniales y situaciones inolvidables.



Norma Mayorga demuestra su capacidad para convertir la realidad en fantasia,una fantasia que capte la atencion del niño o niña mediante una forma personal de inventar aventuras literarias protagonizadas por caracteres llenos de realidad y magia en sus personalidades.
Escritores Unidos esta logrando publicar libros de gran calidad y con mucha pasion y responsabilidad,la organizacion es una máquina de buena literatura y un grupo de talentosos escritores(as).

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