miércoles, octubre 22, 2008

En un lugar llamado Chiquitos




"Después de muchos años de ausencia, Edgardo retorna a Chiquitos, un lugar con pueblos perdidos entre las llanuras del Río Plata y las selvas del Amazonas.
En este paraíso ecológico poco conocido, su existencia confluirá con la de Fabiola, la expresión viva del apasionado carácter de los pobladores de esta zona, y con la de Katrin, una cooperante alemana que sin saberlo busca una experiencia que la saque de los esquemas rígidos y la rutina en los que vive en Alemania." (De la contratapa)

martes, octubre 21, 2008

Biografia de H. C. F. Mansilla




H. C. F. Mansilla (nacido en Buenos Aires en 1942; ciudadanías argentina y boliviana de origen) estudió ciencias políticas y filosofía en universidades alemanas. Hizo su Magister rerum politicarum (Mag. rer. pol.) en 1968 y su doctorado (Dr. phil.) en 1973 (ambos magna cum laude). La Universidad Libre de Berlin le confirió la venia legendi en 1976. Ha sido profesor visitante en universidades de Alemania, Australia, España y Suiza. En España fue catedrático visitante del Instituto de Altos Estudios José Ortega y Gasset de la Universidad Complutense. Desde 1999 es regularmente catedrático visitante de la Universidad de Zurich (Suiza). Es miembro de número de la Academia de Ciencias de Bolivia y correspondiente de la Real Academia Española. Por lo demás es escritor independiente. Ha publicado varios libros sobre sociología política, crítica de mentalidades autoritarias y ecología política.

Dirección electrónica: hcf_mansilla@yahoo.com

Website: http://hcf_mansilla.tripod.com

lunes, octubre 20, 2008

PORQUE ME GUSTAN LAS OBRAS DE FICCION





Por H. C. F. Mansilla

Sostengo que la literatura y las artes representan la forma más noble y elevada de la creación humana, la realmente perdurable, la única que merecería sobrevivir a la conclusión de nuestra historia sobre la Tierra. Los productos más importantes de la filosofía y las ciencias no alcanzan ese nivel de lo excelso y sublime propio del arte. La esfera de la literatura y las artes poseen una eminencia superior a las ciencias porque está vinculada con la verdadera inmortalidad. Para escribir un voluminoso tratado en ciencias sociales se requiere de disciplina y esfuerzo, de rigor y dedicación. Pero para componer un himno (en el sentido de la Antigüedad clásica), para crear una leyenda o para inventar una epopeya resulta indispensable un toque de inspiración casi divina: el haber sido, aunque sea por un instante, el favorito de las musas.

Dentro de los géneros literarios la novela es aquel que más me gusta. El largo y a veces enmarañado texto de una novela está sometido ciertamente a criterios estéticos más laxos que el cuento o la poesía. Se parece algo al ensayo y al panfleto porque se apoya en hipótesis extraliterarias y a menudo transmite experiencias razonadas e ideas sociales, políticas y filosóficas. Lo que más me impresiona de las grandes novelas es que irradian una visión coherente del mundo junto con los avatares particulares de individuos inconfundibles.

No hay duda de los progresos de la novelística latinoamericana en las últimas décadas. Y ello se debe no sólo al excelente dominio de técnicas literarias, sino también a la cosmovisión y a la mejor formación intelectual de los grandes autores. Las obras bolivianas de ficción van por ese camino promisorio. Curiosamente la novelística boliviana no ha incursionado todavía en una gran temática: la reconstrucción de pautas de comportamiento y valores de orientación de la vieja aristocracia terrateniente, normativas que corren el peligro de desaparecer de la memoria colectiva de la nación. Y si estos asuntos emergen en las novelas del país, lo hacen bajo la forma de la caricatura. Ayer y hoy la literatura boliviana ha celebrado otras cosas: la lucha de los explotados, la vida de los campesinos y mineros y las temáticas urbanas contemporáneas de las aborrecibles clases medias, es decir motivos que me parecen trillados y hasta tediosos. Sostengo que hay que recuperar algo que es valioso, precisamente porque la mayor parte de la sociedad boliviana se niega a reconocerlo como tal: las normas aristocráticas de comportamiento, el buen gusto formado en el hogar paterno, la elegancia que viene de generaciones, la distinción que requiere de siglos para consolidarse. Estos hábitos aristocráticos - que no tienen nada de oligárquicos - están contrapuestos a las horribles usanzas de los nuevos ricos contemporáneos y de las plutocracias mafiosas que nos gobiernan.

Una visión aristocrática del mundo (en cualquier parte del planeta y en todo periodo histórico) no tiene nada de reaccionaria: en política está vinculada a una ética estricta de servicio público, su estética tiene bases más sólidas (apoyadas por un depurado buen gusto que ha resistido el paso de los siglos y las edades), y su moral está anclada en un pesimismo fundamental que no excluye el amor al prójimo, la auto-ironía y la lucidez que brinda la consciencia de la propia debilidad.

Aunque admiro diversos estilos, tiempos y corrientes, tengo una pequeña predilección por las obras de la Antigüedad clásica, del Renacimiento y de la Ilustración. Me impresionó el ideal canonizado por Johannes Winckelmann: la belleza estaría contenida en las obras que se destacan por una grandeza silenciosa y una noble sencillez. La concisión, la claridad, la falta de afectación y la precisión fueron las características de los ensayistas, los enciclopedistas y de muchos novelistas franceses (hasta Prosper Merimée), antes de que la literatura de esta gran nación cayera en manos del fárrago postmodernista. En América Latina Jorge Luis Borges y Octavio Paz se consagraron a revitalizar una literatura similar a la elegancia ateniense, que es algo muy alejado de todo barroquismo, que ahora vuelve a tener la condición de una moda obligatoria.

He leído desde mi más tierna infancia obras de ficción de la proveniencia más diversa. Supongo, por ejemplo, que conozco todos los libros de Jules Verne. Numerosos géneros y autores me han emocionado. Sería largo y tedioso nombrarlos. Pero puedo dar algunos indicios: los himnos sumerios, los mitos babilónicos, las epopeyas y las tragedias griegas clásicas, los relatos árabes de aventuras, los dramas de William Shakespeare y Pedro Calderón de la Barca, la novela realista francesa y rusa (Honoré de Balzac, Stendhal, Fjodor M. Dostoevskij, el conde Lëv N. Tol'stoj), algunos escritores que conocieron por dentro el totalitarismo comunista y lo sufrieron en carne propia (Arthur Koestler, Manès Sperber, Ignazio Silone), el teatro de autores tan disímiles como Friedrich von Schiller, Oscar Wilde, Albert Camus, Jean Anouilh, Samuel Beckett y Eugène Ionesco, las novelas de Daniel Defoe, Joseph Roth, Thomas Mann, Max Frisch, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, las biografías de Stefan Zweig, los cuentos de Jorge Luis Borges. Y, naturalmente, algunos filósofos y ensayistas muy cercanos a la creación literaria, como el divino Platón, Michel de Montaigne, el duque de La Rochefoucauld, Voltaire, Hans Magnus Enzensberger, Octavio Paz. En suma: el canon occidental. El motivo primordial de esta elección es simple: la calidad y la profundidad de estas obras, perceptibles desde la primera página.

domingo, octubre 19, 2008

La filosofía de Jorge Luis Borges y su celebración por los postmodernistas






Por H. C. F. Mansilla

La fama le llegó relativamente tarde: recién a raíz de una amplia difusión de sus obras en Europa y Norteamérica a partir de aproximadamente 1965/1970 y de la recepción académica que le ha sido extraordinariamente favorable, Jorge Luis Borges disfrutó de un reconocimiento que podemos llamar mundial. A Borges no le faltaron las críticas convencionales de la izquierda, que lo acusaron de un esteticismo vacío, de exaltar a la oligarquía liberal y hasta de tomar partido por la reacción derechista. Se le atribuyó además una "voluntad servil de imitación" con respecto a las literaturas europeas: su obra sería la reproducción de las "formas ornamentales de las sociedades hegemónicas", pero como "copia degradada y en tono menor". Su literatura tendría por objetivo "legitimar su dependencia de los centros metropolitanos" y, al mismo tiempo, "consolidar su posición señorial represiva con respecto a la sociedad local". Estas necedades e imprecisiones eran lamentablemente abundantes y marcaban el tenor de la crítica izquierdista a los libros de Borges. No está demás señalar que algunos de sus censores marxistas se convirtieron, con el paso de los años, en sus más fervientes admiradores postmodernistas. Y ésto no es casual. El vuelo de la fama de Borges - según la clásica metáfora de Virgilio la fama es un pájaro de aspecto monstruoso - ha tomado en las últimas décadas algunas características curiosas que suscitan esta breve reflexión.

Un ensayo olvidado de Enrique Anderson Imbert señaló tempranamente las causas del éxito de Borges, que tienen que ver con su celebración actual por los postmodernistas. Después de analizar las opiniones del propio escritor sobre el éxito y la democracia, fenómenos con los que Borges mantuvo una irónica distancia, Anderson Imbert reconoció la singularidad del talento individual, la defensa del liberalismo espiritual y la energía estética de extraordinaria intensidad que pertenecieron y adornaron a Borges. En efecto: el talento literario de Borges está fuera de toda duda: el castellano más bello escrito jamás. Esa combinación ática de elegancia y concisión representa una de las cumbres más altas de la creación estética. Como afirmó Octavio Paz, Borges ofreció dádivas sacrificiales a dos deidades normalmente contrapuestas: la sencillez y lo extraordinario. En muchos textos Borges logró un maravilloso equilibrio entre ambas: lo natural que nos resulta raro y lo extraño que nos es familiar. Fritz Rudolf Fries sostuvo que Borges consiguió formar su propia identidad en el espejo de los autores que él interrogaba, mostrándonos lo insólito de lo ya conocido.

Pero: es la concepción borgiana del mundo la que se presta a algunos equívocos: cada uno cree encontrar en Borges lo que busca. Y de modo relativamente fácil. Cuando es "trivial y fortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios, y yo su redactor" - como afirmó Borges -, entonces surge la probabilidad de una arbitrariedad fundamental como rasgo constitutivo del universo. Lo que a primera vista parece ser una amable ocurrencia literaria, burlona y, al mismo tiempo, inofensiva, resulta ser el compendio de una visión pan-identificatoria del mundo, que para nada es inocua. Su núcleo conceptual reza que en el fondo todo es intercambiable con todo. Si ésto es así, los esfuerzos teóricos racionales y la praxis socio-política razonable aparecen como fútiles e insubstanciales.

En un artículo muy corto y poco conocido (sobre Domingo Faustino Sarmiento), generalmente dejado de lado por las grandes compilaciones de sus escritos, Borges reúne las dos columnas de su asombrosa obra: (a) la penetración, profunda, aguda y hasta divertida del tema tratado, que corresponde a la tradición racional-liberal de Occidente, y (b) su inclinación por una filosofía simplista pan-identificatoria, que pertenece a una veta irracionalista que puede ser rastreada hasta los sofistas presocráticos. La segunda tendencia fue siempre la predominante. Mediante sus poéticas imágenes Borges aseveró en el texto sobre Sarmiento que el hombre es simultáneamente un pez, "el águila que también es león" y que existe la "sospecha de que cada cosa es las otras y de que no hay un ser que no encierre una íntima y secreta pluralidad". Esta es la visión pan-identificatoria. Pero en el mismo artículo Borges hizo gala de enunciados claros y unívocos, elogiando la racionalidad a largo plazo del proyecto histórico de Sarmiento y declarando enfáticamente que la dictadura peronista "nos ha enseñado que la violencia y la barbarie no son un paraíso perdido, sino un riesgo inmediato". En otras breves líneas escritas al comienzo de la segunda guerra mundial, Borges realizó una indudable toma de partido por el racionalismo y la democracia liberal, aseverando además que una victoria alemana "sería la ruina y el envilecimiento del orbe".

Así es que desde el inicio de su carrera literaria y paralelamente a las ambigüedades hoy tan caras al postmodernismo, se puede detectar en Borges una inclinación a expresiones inequívocas, adscritas al racionalismo occidental y al espíritu de la libertad individual. Es probable que esta tendencia haya sido influida por José Ortega y Gasset. (En la REVISTA DE OCCIDENTE apareció la primera reseña de un libro de Borges, de tono laudatorio.) Esta corriente está vinculada a las normativas éticas que acompañan a menudo a las epopeyas y a la literatura de aventuras, que Borges conoció desde su más tierna infancia. La idea borgiana del valor personal, el encomio de las virtudes épicas y de las actitudes estoicas, el enaltecimiento del coraje y la lealtad, la pasión por los juegos agonales y el rescate del sentido noble del honor, propio de la aristocracia guerrera y ajeno totalmente a las clases mercantiles, constituyen espacios donde Borges no practicó ninguna ambivalencia. En suma: la valentía y la firmeza genuinas no deben ser jamás confundidas con el mero éxito.

Al lado de estos elementos se halla la otra parte constituyente de la filosofía borgiana. Se trata de un relativismo axiológico y estructural bastante acentuado, que conforma también la base de las doctrinas postmodernistas actuales. Su búsqueda de la identidad combinó los elementos más diversos, desde la fidelidad inquebrantable a los recuerdos hasta una visión del mundo prefigurada por variantes desmesuradas del nominalismo medieval y del primer idealismo. Los objetos en el espacio son únicamente las ilusiones de nuestros sentidos. El ser es sólo percepción. Algunos de sus críticos reprocharon a Borges que las pasiones y los problemas de la humanidad adquirían para él la naturaleza de meros pretextos para ejercicios de estética. Esta es una opinión exorbitante, pero en la obra borgiana se puede detectar evidentemente una devaluación de la historia y de los contextos sociales, pues éstos serían ornamentos que no rozarían el núcleo de una buena narración. Octavio Paz señaló que Borges dejó atrás las palabras rebuscadas y los laberintos sintácticos que tanto lo cautivaron en la juventud, pero que nunca mostró interés por problemas político-morales y enigmas psicológicos. La variedad del comportamiento y de las convicciones humanas, la fuerza organizadora de la historia y la complejidad de las sociedades modernas son asuntos que le preocuparon muy poco.

No hay duda de que precisamente los textos más bellos y de ejecución más esmerada de nuestro autor borran a menudo las diferencias entre razón y locura, entre lo santo y lo profano, entre lo lícito y lo delictivo, entre lo cotidiano y lo festivo, entre sueño y vigilia y, por ende, entre realidad y ficción, pese a que Borges trató estos temas con distancia lúdica e irónica. Una de las formulaciones más hermosas de esta concepción es también la más concisa: "La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tu soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estás tú, que como yo eres muchos y nadie". Uno de los puntos culminantes de su obra, el cuento Los teólogos, hace manifiesta esa ideología pan-identificatoria no sólo mediante un argumento lógico y una estructura impecable, sino también recurriendo a profundas emociones. Y por ello esta narración es también un conmovedor alegato contra el dogmatismo y el fanatismo.

Como se sabe, una porción importante de los escritos borgianos está dedicada a dilucidar cuestiones como la relación entre el tiempo y la eternidad, la dialéctica de unidad y diversidad y el nexo entre lo uno y lo otro. Son dilemas básicos en torno a la identidad, sin solución definitiva y proclives al surgimiento de paradojas y laberintos. Borges se adhirió también a una versión de la ley universal de entropía aplicada a fenómenos socio-culturales. La disipación final de la energía conllevará asimismo la incomunicación y el desorden. A fuerza de intercambios y tratando de alcanzar equilibrios, el universo estará tibio y muerto. "[...] el mundo será un fortuito concurso de átomos".

Todo ésto da pie a algunos teoremas centrales del postmodernismo: la muerte del sujeto, el individuo como ente descentrado, el yo como mera ilusión y la consciencia en cuanto receptáculo casual de sensaciones aleatorias. El mundo sería un conjunto arbitrario de signos semánticos; el debate político representaría exclusivamente la pugna de intereses materiales contingentes. Borges no sostuvo esta posición de forma explícita, pero su concepción pan-identificatoria conduce a postulados que son similares a los postmodernistas. Siguiendo a Borges se puede inferir que un trazo casual de rayas o signos podría ser también una auténtica obra de arte, que una ocurrencia cualquiera - mejor si es hermética - podría ser interpretada como el epítome de un gran tratado filosófico y que no existiría una diferencia fundamental entre el medio y el mensaje. Teniendo esta visión del mundo no se puede distinguir entre lo marginal y lo relevante, y se abre la puerta a la retórica de la simulación, a la abdicación del pensamiento crítico, al paraíso de la charlatanería, al oportunismo político y al cinismo como método. Los textos de Borges están estilísticamente en las antípodas del fárrago y el bizantinismo postmodernistas, pero su visión del mundo avala tesis esenciales de las nuevas modas ideológicas. De ahí la inmensa popularidad de que gozan ahora los escritos borgianos entre todos los adeptos del deconstructivismo, del neo-estructuralismo y de las otras variantes del postmodernismo.

Borges sostuvo que el poeta es un simple agente de la actividad del lenguaje. Y entonces los heideggerianos y sus innumerables adeptos lo tomaron como a uno de lo suyos. Aseveraba que el yo se disuelve en un mundo sin tiempo, y los budistas creyeron que era un creyente de esa confesión. Los existencialistas lo vieron como a un poeta angustiado en un laberinto de pesadillas, y lo consideraron como muy próximo a esa doctrina. Y así sucesivamente.

Se puede decir que los dos grandes aspectos de la obra borgiana (expuestos anteriormente) no son antagónicos, sino complementarios. Este es el tenor principal de innumerables estudios sobre Borges. Existe el consuelo, expuesto por Anderson Imbert, de que Borges era un sofista que jugaba con ideas en las que no creía, y que la totalidad de su obra constituiría un ejercicio lúdico y hermoso, pero sin significación filosófica. Borges recompuso de modo original antiguos dilemas teóricos, acertijos lógicos y trampas conceptuales, pero lo que podemos llamar su formación filosófica era algo limitada y estaba conformada, en lo principal, por el Diccionario filosófico de Fritz Mauthner, La filosofía de los griegos, de Paul Deussen y El mundo como voluntad y representación de Arthur Schopenhauer. Nada de ésto le puede ser reprochado, obviamente. Borges jugó con ideas de Berkeley, Hume, Kant y Bergson, pero en realidad su cartografía de ideas - como se dice ahora - es una yuxtaposición personal y una combinación caprichosa de elementos dispersos. Esto es naturalmente legítimo, pero el resultado es un ejercicio de arbitrariedad o, mejor dicho, una doctrina laudatoria de lo contingente.

En casi todas sus obras - como en los tratados de los postmodernistas - se advierte una contradicción performativa: el curso del texto desmiente la idea central propugnada en el mismo. La concepción borgiana con respecto a normas y paradigmas es fundamentalmente relativista y escéptica, pero la consciencia libre y el heroísmo voluntario son cantados como valores supremos. Borges se consagra a la refutación del tiempo, pero la trama de sus cuentos tiene una estructura temporal que puede ser calificada como convencional y lineal. Borges descree de la razón europea, pero sus ficciones están basadas en una rigurosa lógica occidental. La arbitrariedad de todo idioma es uno de sus temas favoritos, pero la totalidad de su obra está escrita con estricto apego a las reglas académicas del lenguaje. Una buena parte de la obra de Borges ensalza la disolución del sujeto, pero él mismo era el feliz poseedor de un ego muy vivaz y ultracentrado. Daba a entender que la consciencia individual es ficticia y hasta fantasmagórica, pero tenía una percepción aguda de su propia valía y, por consiguiente, de su irreductible unicidad e inconfundibilidad.

sábado, octubre 18, 2008

Mi viejo y querido profesor





Por H. C. F. Mansilla

Mi última estadía en Alemania incrementó un ánimo pesimista que arrastro desde la infancia. Uno de mis maestros universitarios más admirados estaba gravemente enfermo, y yo le hice una visita de cortesía. Ambos nos dimos cuenta de que era la última vez que nos veríamos. Ello dio a la ocasión un aire solemne: sin quererlo, tratamos de sopesar cada palabra y de medir cada gesto. Me pareció curioso, porque mi profesor era el paladín de la ironía y de las bromas. En mis años estudiantiles él me enseñó algo que no practiqué: la necesidad de ponerse a diario en cuestionamiento, la conveniencia de tomar todo con distancia y la pertinencia de ejercitar un estoicismo moderado y distinguido. Y yo pensaba a menudo como necio consuelo: proponer algo así es mucho más fácil que actuar en consonancia.

Mi maestro, que siempre había evitado referirse a sucesos y circunstancias personales, me contó inesperadamente muchos detalles y episodios de su vida. Esto fue lo que me produjo pesadumbre: el hombre había hecho de la crítica y la ironía su arma intelectual, su estilo de enseñanza y hasta la marca distintiva de su escuela, y ahora dejaba vislumbrar una existencia por demás prosaica y sin relieve. Ninguno de los relatos tenía valor literario o anecdótico, y ésto era lo triste: esos retazos de vida, contados con cariño y morosidad, trataban de concitar mi atención, dilatar mi visita y quizá ilustrar o dar cuerpo a un mensaje que resumiera el cúmulo de sus conocimientos.

El había querido brillar en la ingrata república de las letras y las ciencias, y hasta ejercer alguna influencia sobre los asuntos públicos. Sus muchos libros y, sobre todo, su incansable asesoramiento en favor de diferentes gobiernos eran testimonio de ese designio. Hubiera querido ser el preceptor de una nueva Alemania, razonable y democrática, como también lo deseó Max Weber, su gran modelo. Como defendiéndose de un posible reproche, en cierto momento mi apreciado catedrático afirmó que jamás se había hecho ilusiones en torno al reconocimiento del ámbito académico y que nunca le interesó el juicio de la posteridad, pero eso, obviamente, no correspondía a la realidad. Acto seguido me aseguró, por ejemplo, que no eran las enfermedades ni el olvido de sus hijos lo que le dolía, sino la indiferencia de sus pares, el olvido de la opinión pública y el alejamiento de sus discípulos. Eso me dejó profundamente abatido: hasta mi respetado profesor, el campeón de la lógica práctica, el conversador agudo y preciso, caía en incongruencias tan notorias y pueriles. Y ahí pensé: todos nos comportamos de manera similar. Cuando se acerca el fin - o mucho antes - cometemos los mismos errores, caemos en las mismas vanidades y endulzamos del mismo modo la infancia y la juventud. Y nos mostramos, por consiguiente, carentes de sentido común y, lo que es más grave, de elegancia.

Quien lo hubiera imaginado: durante décadas mi maestro daba la impresión de una notable fortaleza espiritual y de un olímpico desdén por las recompensas de este mundo. Desde afuera su vida parecía ser una seguidilla de éxitos, pero ahora aseveraba que había sido una cadena ininterrumpida de pequeños agravios, de innumerables derrotas repetidas casi cotidianamente. Imposible, me aventuré a contradecirle con estudiada vehemencia: ahí estaban el aprecio de cientos de discípulos, la fama bien establecida, las menciones laudatorias y agradecidas en varios discursos del Presidente Federal alemán, los innumerables estudios y comentarios sobre su teoría y la fascinación que ejercía sobre muchas alumnas. Pero él afirmó, subiendo sorpresivamente la voz, que esto último fue precisamente lo más fugaz, lo más deleznable, lo menos digno de ser recordado. Se había casado tres veces, con mujeres jóvenes, bellas e inteligentes que lo admiraban, y ahora terminaba sus días en la soledad total. La felicidad, me confesó, era el resplandor de unos instantes, la dicha de ciertos momentos y, ante todo, la falsa seguridad que proviene de nuestras confusiones y nuestros prejuicios.

El viejo y querido profesor había representado para mí un dechado de corrección, un paradigma de sabiduría: un ejemplo de vida bien lograda, como se decía en la Antigüedad clásica. Su producción teórica no llegó a convencerme, y no compartí del todo sus análisis y diagnósticos sobre la realidad política y social. Pero su sapiencia práctica era para mí la última palabra. Su actitud estoica frente a los avatares de la vida me pareció lo más sensato que los mortales pueden hacer en un mundo irracional e impredecible. Su talante sereno, su virtuosismo verbal - el alemán más bello que jamás escuché -, su buen gusto admitido y envidiado por la comunidad intelectual y su comportamiento siempre adecuado y oportuno habían constituido a mi entender la norma de perfección que debía imitarse. Y ahora que lo veía tan vulnerable y decaído, contradictorio e ilógico, tierno como un niño y orgulloso como en sus mejores tiempos, me percataba de la fragilidad de los grandes modelos, de la futilidad de todo esfuerzo sostenido, de la debilidad de nuestra especie. Hasta pensé que no poseía un mensaje claro y sistemático o una concepción coherente, sino observaciones circunstanciales, fragmentos centrados en asuntos autobiográficos, recuerdos soterrados, anhelos ambiguos, pensamientos sin grandes enseñanzas ni moralejas. Una doctrina llena de brumas y sombras. (¿Cuál está libre de ello?) Entonces me acordé de una de sus observaciones: la herencia cultural amenazada y precaria es la más valiosa.

Al término de la visita me dijo - como una especie de corolario existencial - algo que me afligió aun más, porque probablemente se acerca a la verdad, si es que hay algo tan inasible e incierto como la verdad: al final de la carrera y de la vida se sabe menos que al comienzo.*



*La foto de este articulo le pertenece a Leonard Levy,Levy was one of the great historians of America.

viernes, octubre 17, 2008

Una tarde de nostalgias y melancolías





Por H. C. F. Mansilla


Un chubasco repentino me obligó a buscar refugio en una cafetería destartalada en el centro de la ciudad de La Paz. Y allí me encontré con algunas personalidades de las letras nacionales, poetas y novelistas que apenas dos décadas atrás eran figuras destacadas de la cultura boliviana. En el local formaban un corro de ancianos desamparados, ansiosos de recibir alguna noticia que no resultara calamitosa o algún elogio que fuese creíble. Son la sombra de tiempos mejores. Respetados y hasta ilustres en su día, hoy son las víctimas de la pobreza, el olvido y la tristeza. Ellos mismos reconocen que ya no tienen nada que decir en el presente, que se les han acabado la inspiración y el entusiasmo y que están sumidos en una pesadumbre continua. Y lo más grave: admiten que ya no entienden nuestro tiempo, signado tan abrumadoramente por la prisa, el cinismo y el placer barato. Son gente de otra generación, es decir de otro universo: cifraron su honor en la creación de la belleza o en el esclarecimiento de la verdad, y ninguno supo (o pudo) acumular una fortuna regular o asegurarse influencias políticas duraderas.

En la cafetería la atmósfera en torno a ellos era deprimente. Hablaban de temas repetitivos y tediosos que un hombre sagaz hace bien en evitar, como el sufrimiento de los justos, las inesperadas vueltas del destino, el sinsentido de la vida, la corrupción irrefrenable de la esfera política, la deslealtad de las mujeres y la insensibilidad de los hijos.

Hace escasos veinte años estos escritores estuvieron en el centro de las letras bolivianas. Su voz era escuchada con atención y hasta con reverencia. La opinión pública se ocupaba a menudo de ellos. Algunos estadistas (por los motivos que fueran) se enorgullecieron de estar a su lado. Las damas de la alta sociedad se hacían fotografiar con estos representantes de la cultura. Y ahora sólo experimentan la indiferencia de los jóvenes, el desprecio de los poderosos, el desinterés del ámbito académico, el silencio de los periódicos y la televisión. En fin: uno de los males nacionales desde el comienzo de la república. Me fue muy fácil el identificarme con ellos...

En una constelación así lo único que cabe es dar la espalda al mundo, pero de manera inteligente y hasta divertida. En una situación similar decía Theodor W. Adorno (pensando en su amigo Walter Benjamin) que lo mejor es vivir en los textos y escribir en un café. Dentro del texto el escritor se acomoda como en un hogar: sus pensamientos se parecen a los muebles y las palabras a los objetos que uno va cambiando de lugar, a los que uno toma cariño y con los que uno se enfada ocasionalmente. La escritura es la morada más conveniente, más cálida, más acogedora, la menos extraña: quien no tiene casa, se refugia en las palabras como en una habitación propia. En el café - el hogar impersonal, temporal y casual - uno observa al público con ojo clínico, sin identificarse con sus problemas ni tomarlo demasiado en serio.

Pero Adorno mismo prefería la seguridad de la torre de marfil y la cátedra bien pagada. La torre de marfil es el lugar del asilo, pero también de la pureza y la belleza. Es en cierto modo una huida del mundo, ya que permanecer en el mundo - en la política, por ejemplo, como su forma más conspicua y visible - significaría avalar la suciedad generalizada, compartir la estupidez cotidiana, legitimar la injusticia. Cuando no hay perspectivas de una praxis razonable, la torre de marfil constituye el mejor resguardo contra los desastres de la época. Hay que dejar obviamente una puerta abierta. Otro consejo de Adorno para evitar la desesperanza era sumergirse en el trabajo: sostuvo que su asombrosa productividad era el esfuerzo permanente por superar "una soledad y una melancolía casi insoportables".

Quería reconfortarlos y brindarles alguna esperanza, algún aliento, alguna palabra amable. Pero no me atreví a hablarles de Adorno y de sus reflexiones, pues lo que podría haber dicho hubiera sonado a impudor, a falta de tacto, a vana erudición. Podría haberles recordado que todo trabajo creativo es un naufragio si uno considera el abismo entre las propias aspiraciones y la modestia de los resultados, y que, por lo tanto, la derrota existencial de cada uno es relativa y circunstancial. Pero esta verdad no era un buen consuelo para aquellos escritores que encontré literalmente en la intemperie. Como tampoco era una palabra de alivio afirmar que la auténtica felicidad reside en el conocimiento puro, en el tiempo libre para pensar, en resistir la estulticia colectiva, en la contemplación de las grandes obras de arte, y no en reunir grandes caudales ni acceder a la fama ni alcanzar las cumbres del poder. Todas estas expresiones clásicas de la filosofía y la teología me parecieron en aquel momento como presuntuosas y vanas, insubstanciales y groseras frente al sufrimiento concreto.

Después de dos horas con aquellos escritores del pasado (¿por qué del pasado?) quedé desalentado: ese destino es el que me espera. No supe qué decirles: no hay un consuelo efectivo para esas personas, ni un consejo que sea realmente adecuado, ni una palabra que no parezca falsa. Si fuera cínico, les recordaría los hermosos versos del poeta romántico brasileño Manuel Antônio Alvares de Azevedo (1831-1852), que en mi ya frágil memoria dicen más o menos así:

"Tengo por mi palacio las largas calles;
paseo a gusto y duermo sin temores.
Cuando bebo soy rey como un poeta,
y el vino me hace soñar con el amor.
Mi patria es el viento que respiro,
mi madre es la luna macilenta,
y la indolencia la mujer por la que suspiro.
[...]
Soy hijo del calor, odio el frío.
No creo ni en el diablo ni en los santos."

¿Se conformarían ellos (y yo) con las calles como hogar y con el viento como patria, aunque se trate de imágenes y metáforas?

jueves, octubre 16, 2008

La escritura desde Santa Cruz de la Sierra




Por Claudia Bowles Olhagaray*

En el último cuarto del siglo XX y los años que llevamos del S. XXI, la literatura boliviana, producida desde Santa Cruz, ha experimentado una serie de transformaciones con respecto a los registros literarios que antecedieron a este período. Lenguajes, temas, perspectivas, pero sobre todo actitudes frente a la escritura, hoy son radicalmente diferentes en los autores que vienen escribiendo desde el inicio de la década de los 80 o han empezado a hacerlo durante la misma, y continúan de manera sostenida desde entonces.

Tan desmesuradamente como ha crecido la ciudad, dispersa y desencontrada de sí, así lo ha hecho su literatura. En esa fragmentación, real y simbólica, sin embargo, se pueden reconocer algunas constantes que vamos a proponer como claves para alcanzar una aproximación incluyente y abarcadora, pero que más allá de todo, logre “decir” a Santa Cruz, desde la ficción literaria y la sensibilidad del verso.

Hemos prescindido preliminarmente, de la necesidad de establecer una categoría ontológica, para nosotros exigencia académica importante, cual es la de definir, a priori, “lo cruceño” (que luego debería identificarse como rasgo pertinente de la escritura). Y no sólo porque circunstancialmente esta categoría (en planos regionales y nacionales) de comprensión del mundo esté siendo realmente replanteada en las esferas sociopolíticas, sino por la relatividad de su valor a los fines interpretativos y de valoración de la poesía y la narrativa actual. Muy al contrario de lo que parece estar sucediendo en el resto del país, y en los planos ya aludidos, de hecho podemos decir que, Santa Cruz se ha convertido también en lo literario (como en lo productivo, social, industrial, etc.), en un espacio de convergencia, de encuentro, desde donde escritores de distintas procedencias, formaciones, y visiones, coinciden en residir aquí, hablar desde aquí, crear desde aquí.

Hemos prescindido también de ubicar a los creadores generacionalmente, no obstante existir un hito (ver más adelante) que ha demarcado territorios y delineado lenguajes en algunos de los autores incluidos en esta selección. Buscaremos, más bien, mencionar, los elementos afines o comunes que puedan vincularlos, siempre del orden de lo literario.

Antecedentes
Sobre los andamios, no siempre conscientes, de escritores de la vieja generación realista/costumbrista, (R. Otero Reiche, A. Flores, E. Finot, E. Kempff, escritores de la primera mitad del S. XX) y O. Barbery Justiniano o Manfredo Kempff, de los 70 y 80; con algunas evocaciones a los poetas nacionales de la primera mitad del S. XX (Cerruto, Mitre, incluso Camargo, etc.); sobre los vagos recuerdos de lecturas de escuela e infancia, así como también sobre la base de profundas y polémicas lecturas “escolares” (algunos de los autores incluidos comentan lo subversivo que resultaba leer a los escritores mencionados, durante la dictadura de los 70), entre los que se encontraban desde Rulfo hasta Borges o Cortázar, el obligado García Márquez, el muy apreciado Neruda; y, por supuesto, con algunos acercamientos hacia la interminable literatura universal, durante la década del ochenta se fueron perfilando los rasgos de los grupos que en los noventa consolidarían una generación distinta; luego se sumarían nuevas presencias y se bifurcarían en innumerables posibilidades temáticas y formales. Nuevas maneras de hacer y pensar a la literatura se abrieron espacio y cobraron forma en textos, temas, géneros, estilos nunca antes abordados en esta región. Hoy podemos decir que existen más de una voz o un registro: una poética de la multiplicidad, coherente y consecuente con la dispersión urbana que nos caracteriza, una poética que refracta a las múltiples nacionalidades y se expande a partir del entrecruzamiento de ellas. Este desencuentro que subyace a un fragmento (región) de esta sociedad que busca definirse a sí misma, es uno de los motivos que alimentan la producción literaria actual.

Hacia fines del S. XX y principios del XXI, en vez de un previsible ocaso del que mucho se hablaba, se llegó a un auténtico reencuentro con la palabra. Para muchos la sospecha era, cuando nos aproximábamos al fin del milenio, de que ‘en los años que nos quedaban por vivir’, la literatura no gozaría de buena salud. Pero no ha sido así en estas llanuras. La literatura cruceña se encuentra en un momento especial, en el que años de apertura, libertad y – sobre todo- compromiso con la palabra, han dado lugar al nacimiento de varias texturas discursivas, que sin duda re-dibujan a Santa Cruz y al cruceño.

Los cambios
La nostalgia por la Santa Cruz aldea, la de los tipos y leyendas, la de los cuadros de costumbres (Flores) o los balcones y serenatas (Otero), fue poco a poco quedando atrás, y sólo pervive en algunos textos poéticos apenas ya como un tópico, o con un tratamiento lingüístico que le da otra dimensión. El fin del milenio provocó en algunos una vuelta a la tradición; otros, transitaron indiferentes el umbral.

Durante las décadas de los 70-80, se produjo una serie de acontecimientos políticos, que incidieron profundamente en la producción literaria. La dictadura no propició la aparición de obras literarias significativas. Pero a partir del año 1985, Santa Cruz se convierte en un centro generador de arte, particularmente de literatura.

El “Taller del Cuento Nuevo”, (1986) grupo que naciera a raíz de la realización de un encuentro-taller justamente, dio algunos de los nombres que hasta ahora permanecen produciendo con una constancia y permanencia pocas veces vista. De aquella escuela vienen (directa o indirectamente) Blanca Elena Paz, Homero Carvalho, Oscar Barbery, Paz Padilla y otros que, sin haber pertenecido al grupo, por sus coincidencias literarias hoy se funden en esa generación pos-80, que renovó el oficio de la escritura en varios sentidos, cuales son Aníbal Crespo, Gustavo Cárdenas Ayad, Gary Daher, Luis Andrade, Emilio Martinez, Gonzalo de Córdoba. La expansión demográfica de esta urbe, alimentada significativamente por la migración interna y externa, se hace evidente en la presencia de estos últimos, que vienen de otras regiones del país, o de fuera de él (los dos últimos). Por otro lado, el espacio poético sería tomado con un sostenido espíritu de trabajo, y un innegable crecimiento de la profundidad en las exploraciones literarias, desde la mano de las mujeres: allí aparece casi precozmente Giovanna Rivero, antes la ya mencionada B. E. Paz, Luisa (Gigia) Talarico, Centa Reck y Claudia Peña.

Unos aproximaron la prosa a la poesía; otros incorporaron algunos preceptos del realismo mágico a este contexto de selva y calor, absolutamente apto para esa concepción literaria; alguno nos permitió pensar en una literatura negra o policial propia, género casi exclusivo de otras lenguas y culturas. Llegaron incluso a concedernos la posibilidad de encontrar humor en la literatura, un recurso poco frecuentado en nuestra tradición literaria (nacional sobre todo) tan grave en el tono y melancólica en la visión (Homero Carvalho, Oscar Barbery Suárez). La poesía se reencontró con la canción popular, ésta ahora un “espejo” propicio para la reflexión interior (O. Barbery), pero también se volvería alivio ante “tanto desacierto, la sangre agobiada”. /la palabra es puerta que abre y armadura que protege (A. Crespo). El verso logra la brevedad suficiente para expresar la angustia ante la ausencia del otro, la insoportable y dolorosa necesidad del cuerpo del otro, como anuncia Gigia Talarico en sus textos aún inéditos.

Aunque durante el S. XX, la narrativa (más que otros géneros) había alcanzado en términos universales, límites que justamente nos hacían pensar en un posible agotamiento, hoy continuamos sorprendiéndonos y disfrutando con las propuestas que las mismas circunstancias vitales le ofrecen al hombre como reto. La mitología de todas las regiones, la vida y la muerte, el amor y el odio, la traición, el poder, la soledad, el abuso, el desquicio, y otra vez la soledad, continúan siendo los temas capitales de la literatura actual. Pero es también la literatura misma, los mitos literarios, los “topoi” literarios, los que se convierten ahora en eje temático esencial. De pronto la intertextualidad es un recurso, una técnica y un valor literario insoslayable, como se evidencia en textos de Cárdenas, Martinez, Carvalho. Y cuando hablamos de literatura debemos incluir también a algunos géneros mal llamados marginales, como la historieta (cómic), el cine, los relatos orales, las tradiciones urbanas (ya no las regionales o nacionales rurales), convocados por la escritura cruceña, como ocurre en Carvalho y Barbery. Pero el habernos convertido vertiginosamente en una “gran urbe”, impone casi obligatoriamente otros motivos.

Hoy nuestros escritores evocan insoslayablemente la angustiante e impersonal vida urbana, símbolo de la decadencia de la civilización que pasó de la gloria a la mediocridad en los inicios del siglo veinte; y en esta ciudad, símbolo de la superposición y convivencia no siempre armónica de mundos, tiempos, mentalidades, culturas, lenguas, que se entrecruzan y se hibridan, oscilando entre la intolerancia política y religiosa que creíamos superada y la libertad degradada de los reality-show, de los noticiarios-espectáculo; entre la ‘modernidad’ de una democracia milagrosamente conservada por más de 20 años, y el racismo, la xenofobia, el machismo y la ceguera cultural y artística que subyacen bajo el discurso que la sostiene. A esta multiplicidad imposible de nombrar, que también es multiplicidad de “hablas”, le acompaña el silencio de las multitudes.

Pero frente a esta mutilación del “habla” – que atribuimos al discurso político, de las comunicaciones masivas, y del anonimato colectivo en el que vive la gran mayoría de nuestra población, que paradójicamente vocifera en la palabra del político/impostor; frente a este sin sentido y sin rumbo de la cotidianeidad, frente al silencio de miles, que se confunden entre el reverdecido indigenismo, el trasnochado marxismo, el tardío feminismo; frente al grito desesperado de los niños de la calle y las ostensivas campañas de salvataje de las instituciones gubernamentales, frente a los apabullantes y multiplicados/bles cabildos y referendos; frente a la compleja y contradictoria “refundación” de nuestra “Carta Magna” …aparece la poesía y nos salva; el acto poético sobrevive a todos los embates de la chatura política y a la vacuidad de la comunicación cotidiana. Pero la escritura será también, determinada por aquellos fenómenos extraliterarios, pues es el sujeto escindido, que ha roto con su mundo, el que habla en estos brevísimos cuentos, en escasísimos versos o en relatos sobrecargados de ironía y dolor como se percibe en Giovanna Rivero o Claudia Peña. Los escritores incluidos aquí, además de superar las profundas huellas dejadas por el realismo social e histórico, el indigenismo, la mística de la tierra, replantean sus poéticas, alcanzando, casi todos, en la escritura, un camino de encuentro con el propio ser.

Creemos, junto con Wittgenstein, que la realidad consiste de un incontable y discreto cuerpo de irreductibles hechos, a los que los humanos intentamos comunicar simbólicamente a través de la palabra; pero también, tal cual se dice en Investigaciones Filosóficas, que además representar la realidad, las palabras la determinan.

Desde otra perspectiva, es cierto que se ha producido una gran explosión de información y una implosión de significado, en palabras de J. Baudrillard; que siempre ha existido una cultura popular, por un lado, y por otro, los escritores siempre se han sentido solos, incompletos, enajenados y a la vez seducidos por el contacto directo con el público. Eso los lleva de vuelta al “mundanal ruido”. Pero la literatura y eso lo sabemos todos, informa sobre lo que está más allá de la información. Sobrepasa infinitamente lo dicho en el discurso cotidiano de la política y de la información.

De la misma manera en que sabemos que ya no es la clase media ilustrada europea la que porta la cultura, que ya no existen culturas metropolitanas y mucho menos culturas homogéneas; así como sabemos que la historia se ha vuelto universal y por ello todos somos excéntricos; así, la literatura cruceña es producto, también, de ese descentramiento de los focos de cultura nacionales, y alcanza su sentidos cuando se aproxima a lo universal a través de lo cotidiano, liberándose de llegar a construir un sentido de pertenencia territorial geopolítico, e incluso de construir una tradición literaria para reconocerse “heredero de” o “influenciado por”.

Las lecturas de esta selección nos muestran la posibilidad de hacer literatura, mirando intensamente adonde quiera que se encuentre el sentido oculto, allí donde se descubra lo invisible, lo olvidado, lo marginado, haciéndolo además a contramano de lo que la realidad sugiere, como excepción a los valores de lo oficial.

Los autores y la ciudad
La ciudad. La ciudad con todos sus conflictos y tensiones, nos habla a través de estos escritores. No se trata de que ésta sea una literatura referencial o del paisaje urbano. Más bien, de que el discurso proviene de sujetos que logran apropiarse de este espacio que – por inexistente o ajeno-, había estado fuera del alcance de la contemplación literaria. Los autores de esta selección, nos han permitido leernos como parte de esa ciudad, reconocernos en ella, tanto en textos que se engarzan voluntariamente en la tradición popular, (como O. Barbery) como en otros que se valen de un lenguaje absolutamente libre, que transita por la frase personal, íntima, casi confesional como sucede con Gustavo Cárdenas o Aníbal Crespo. Más allá de sus actividades cotidianas, todos tienen el ‘oficio’ de la escritura como un componente esencial de sus vidas, no una labor complementaria. En todos se reconoce la importancia otorgada al lenguaje (como objeto, no más como mero instrumento) y al género con el que trabajan. El cuidado puesto en ellos se convierte en intensidad. Todos intentan alcanzar una voz propia.

Oscar Barbery Suárez, en los textos de su “Cancionero” que aquí se incluyen, refresca, renueva a la canción popular. El poema/canción se reconfigura estéticamente, pues se prescinde del ‘color local’ que se manifestaba en un léxico ‘típico’ y un tratamiento muy sencillo del poema mismo. Aunque recorre los ejes temáticos de la tradicional canción folclórica, le incorpora la sensibilidad compleja del hombre de hoy, y desde allí reinterpreta una realidad usualmente caracterizada con extrema superficialidad. Así, ‘El Palmar’ deja de ser un espacio para la serenata amorosa o la anécdota pueblerina, y se convierte en el pretexto para la reflexión sobre la existencia y el sueño, la realidad y su imagen. ‘Negro Diablo’ parece solo reincidir en el viejo tópico de los amores imposibles por la diferencia de clase o color, pero es inevitable encontrar una tenue crítica a las rígidas estructuras sociales todavía vigentes en la actualidad. Recordemos que Barbery es también creador de una tira cómica, “El Duende y su camarilla”, cuyos personajes ironizan a diario sobre la realidad sociopolítica de la ciudad y el país.

Gustavo Cárdenas, narrador y poeta de gran sensibilidad lírica, transmite las mismas preocupaciones en sus relatos como en sus poemas. Sus cuentos no tienen una naturaleza estrictamente narrativa: es una manifestación intensamente emotiva de sus búsquedas poéticas, la palabra precisa y expresiva, la construcción metafórica y la imagen como únicos recursos literarios. De ‘Desapariencias’, (relatos) dijimos ya que nos ha permitido leernos como ciudad, desde aparentes lugares que, como espejos, reflejan los arrabales del desquicio, hasta bifurcaciones que proponen rupturas en el tradicional estilo narrativo; el autor transita por la frase personal, libre, íntima con un lenguaje que traspone lo ambiguos límites del decir y el nombrar. “Andamios”, por otro lado, dividido en dos partes, sigue la línea poética de “Las hojas de la madera”, aunque evidencia un proceso evolutivo marcado por la economía en el lenguaje. Los poemas de “Andamios” se caracterizan por la precisión, lo que este poeta busca es la palabra sin adornos ni florilegios”, opina Ma. Pía Franco. La poesía de Gustavo Cárdenas no sirve para nada – como toda poesía- es un pretexto caprichoso de quien anda por el aire aferrado a una letra, que le permite seguir en lo alto, mirando como un pájaro de breves vuelos, de andamio en andamio, persiguiendo lo imposible: una palabra que lo diga todo.

Homero Carvalho, ha abordado en sus cuentos y novelas, reunidos en varios volúmenes, asuntos donde también se destaca el humor con que opta por referir su concepción de las cosas. En dos de sus novelas, Memoria de los Espejos y Santo Vituperio nos confronta a tópicos ahora familiares en la actualidad literaria: el de el mundo o mundillo de los intelectuales, y el de las mitologías urbanas: espacios urbanos, (los cafecitos), belleza, riqueza, poder, religión y moral, junto a acontecimientos detectivescos, y un imaginario atemporal le permiten elaborar una novela con el color del discurso de crítica social: después de todo, entroncándose en la centenaria tradición costumbrista, también aparecen las ‘damas de sociedad’ de otros autores (Flores), pero convertidas en jóvenes modernas y elegantes; las autoridades, igualmente parodiadas; aparecen las prostitutas, con “Inés de las Muñecas”, para recrear el imaginario religioso popular. En esta ocasión, sus brevísimos cuentos son un amplio y variado cuadro de homenaje a los personajes, tópicos, temas, de todos los espacios y tiempos que lo han apasionado. Como un gran fresco, en cada pequeño relato, se refiere a cada uno de ellos, y de la mano de la brevedad y el humor, nos ofrece esta suerte de confesión de sus pasiones, con la que intenta compartir una mirada total de la realidad una vez más parodiada.

Muchos son los sentidos o funciones, con los que los poetas han hecho poesía en nuestro país. La búsqueda, a través de la escritura, del sí mismo, es uno de esos sentidos. En este caso concreto, el de Aníbal Crespo, el fenómeno es sensiblemente perceptible. Es un escritor que asume su escritura como camino de apertura hacia el ser interior, su propio ser. Es, como se ha dicho en algunas críticas previas, una poesía de tono individualista, y aunque esto parecería un pecado de nuestros tiempos, el autor opta, ya cansado del “mundanal ruido” por la palabra ‘silenciosa’, casi un susurro para sí mismo, que pudiendo hablar de todo, prefiere el amor, el destino, la existencia, el ser y el existir a través de la palabra. Tal como tienen en los poemas elegidos, el poeta dice: Escribir estos signos, estas letras, que son mi identidad secreta, mi armadura y también la puerta de mi alma.

Por otro lado, existen poemas que nos deleitan, que nos enamoran, que nos permiten unos segundos de ilusión ante la precariedad de la vida. Este no es el caso. Gary Daher, en un acto de sinceramiento, nos entrega a todos los que alguna vez hemos querido construir algo con las palabras: el insoportable dolor del silencio. “El lenguaje me limita” dice en los primeros versos de ‘Oruga Interior’. Y si lo más sagrado que hemos tenido es el lenguaje, si por siglos le hemos depositado la certeza de la comunicación, y ahora éste nos limita, ¿qué nos queda? Ya ni el amor es posible, solo el silencio. Las palabras son inútiles, dice más allá, solo la música penetra; pero, ojo: no con la suavidad con la que podríamos esperanzadamente creer. Taladra, corta, araña. El alma apenas acierta a proferir azarosamente una o dos frases verdaderas, que no son sino extravíos de los demonios interiores. Aunque por instantes sentimos una dureza violenta, agresiva, en estas palabras, a medida que avanzamos en el poemario, confirmamos que la intensidad no va a ceder. Es una tromba la que envuelve al poeta, y su palabra apenas una tabla de salvación provisoria. Pero en ‘Actos’ por ej., hace del acto amoroso un lento relato lírico, de un suave erotismo. Otra faceta del escritor se presenta en este fragmento de Tamil.

La intertextualidad, la reconstrucción de personajes, las alusiones literarias, la invención de mundos imposibles, el relato lúdico, son algunos de los ingredientes de la narrativa de Emilio Martinez. Confeso no-lector de novelas, sus cuentos son producto de de dos pasiones aparentemente obvias: la lectura, de donde extrae, distorsiona, moldea, personajes o escenarios; y por supuesto la propia escritura. Pasión en tanto que en los cuentos descubrimos una cuidada elaboración de todos los niveles textuales. La palabra, los tiempos, los sujetos, las tramas, las sorpresas, nada está dejado al azar ni es producto de la desnuda inspiración; más bien diría, es un trabajo de laboratorio, laboratorio de experimentos en el que juega con las categorías literarias. Este es, uno de los aportes de Martinez, tanto en Macabria y otros cuentos, uno de sus primeros volúmenes de cuentos, como los que aquí aparecen. La desmitificación de lo académico, la parodia de los sistemas de valores, de los cánones literarios y culturales, son la fórmula que ha encontrado Martinez para romper el acartonamiento de la realidad y de la escritura con la que a ella se refiere.

Una de las más jóvenes escritoras de este grupo, Giovanna Rivero, se adentra en lo más profundo del ser femenino, desgarradora y dolorosamente, con una escritura que no se puede calificar sino de brutal, por la agresividad con que las palabras osan llegar hasta el desprevenido lector. Desde Nombrando El eco, su primera obra narrativa editada, la escritura de Giovanna Rivero ha tenido algunas constantes, rasgos, que “in crescendo”, han dado en lo que considero un momento significativo dentro de su proceso, de la evolución de su escritura. Porque quien quiera que tenga la escritura como un elemento vital de su existencia, lo busca así, consciente y consecuentemente. Ya dijimos antes que una voz provocadora, irritante, molestosa, corrosiva. Pero en “Sangre Dulce” (último libro de cuentos) se llega a provocar ese efecto, no solo por las historias que se cuentan sino fundamentalmente por algunos elementos que hacen a lo lingüístico, al manejo del género, y al dominio de las técnicas narrativas. Las tramas, las historias crueles y durísimas historias contadas nos conmueven las fibras más profundas, los sentidos reaccionan, sentimos dolor, tristeza probablemente hasta rechazo ante un texto que nos tira a la cara una realidad que está ahí, muy junto a nosotros, y a la que pasamos de largo, negamos, en fin. Las urgencias más cotidianas, la reacción insospechada de una perra domesticada en un gesto que parece una epifanía, una intervención divina en el cuento Ladrando Bajito (por cierto de extrema dureza), el amor con todos sus caprichos: una multiplicidad de sensaciones encontradas y contradictorias, que nos mueven la estantería, nos enfrentamos a nuestros prejuicios, a nuestras convenciones, una de ellas, particularmente fuerte en el mundo femenino, el de ver contada nuestra vida en el papel. La podemos vivir, la podemos sobrevivir, (por supuesto la ocultamos, la negamos, etc.) pero no la resistimos escrita. Y es que una vez escrita, la realidad cobra otra dimensión. Y al lector, así quiera soslayarlo, le tocará verse en la palabra escrita. Como quien se mira en un espejo, pero ojo, que esto no se entienda como una escritura que refleja a la realidad. No es así.

Centa Reck, con un lenguaje descontraído, descontrolado, irreflexivo (en el sentido de que parecería no ser producto de la reflexión) logra salir de una tarea pendiente con su contexto local, el de Por la otra Ventana, para arremeter con intensidad en la profundidad sicológica de esta ciudad moderna. El desquiciamiento, la enajenación, parecen ser ingrediente obligatorio para construir la historia de Zona Rosa. La rebeldía, el tomar la palabra por la fuerza como gesto de liberación de mujer, es claro en varios de los escritos de C. Reck. Los temas y sus personajes, son los que esta actitud imprime: la sexualidad en todas sus formas, la muerte, la libertad, la infidelidad, el mundo de lo onírico (que de hecho revela por sí solo un infinito abanico de represiones) y, muy importante, el discurso escindido de las mujeres carentes. En el caso de la Zona Rosa, un triángulo amoroso es el eje narrativo central de la trama. Todo ese discurso disparado por la autora, es un escape, una salida, a la inacción, a la indiferencia que nos, a hombre y mujeres, mantuvo callados por varias décadas y que en los últimos quince años del siglo que se fue, tímidamente empezó a nacer. Detrás de todo ese discurso, que no puede ser callado, quedan los rastros del desquiciamiento que hemos bordeado como sociedad.

Las mujeres han logrado romper el mandato patriarcal, “el mandato del amo que nos destinaba a seguir brindando circo y satisfacción, ahora presentadas en forma de confites, o de un turrón literario”. De esta forma actúa Claudia Peña Claros, en su poesía y su narrativa. Se rompe el velo para entrar en el discurso, se apodera de él, y bordea el erotismo, la seducción, con una postura entre inocente e ingenua. Aunque en este relato también retoma una modalidad discursiva vinculada a lo rural y a la manera convencional de concebir los afectos, su poesía es reconocida por la firme y decida intención de acercarse a las emociones y sensaciones más ocultas de la mujer contemporánea, develando, como decíamos antes, los miedos y los deseos más ocultos.

Ya hemos anticipado antes, que cierta línea de poesía es de tono muy intimista en lo conceptual, y que persigue las formas breves. Ese es el caso de Gigia Talarico. Muy reconocida por los lectores por su incursión en la literatura infantil, desde hace unos años tornó la mirada hacia su propio interior. Pero no es esta la escritura de una mujer en particular: ella condensa y contiene las voces de quienes han transitado por el dolor de la partida, el dolor del cuerpo fracturado, lastimado por la ausencia del ser amado. Mi cuerpo está tibio y desnudo/ y flores brotan salvajes /de mis montes/ hay un río que bulle muy dentro. Tal la enunciación del deseo de mujer, salvaje y solitario.

Consideraciones finales
Creemos que hoy, más que nunca, el carácter sinecdóquico y develador de la literatura cruceña, propone una contemplación de las realidades históricas y sociales desgajadas de su temporalidad concreta, es decir, transitoria. Aunque la ciencia continúe organizando el mundo en categorías, la cotidianeidad nos invite al silencio, la parodia política nos lleve a la abulia comunicativa, llegará la poesía y nos hablará de relaciones diferentes. La narrativa continuará buscando describir y edificar la totalidad secreta de la vida, incorporando coherencia y sentido la existencia del hombre. Y tras mucho leer y escribir, allí estará, al final del laberinto, cuando terminemos de despertar a este nuevo siglo, la Santa Cruz de siempre y la de hoy.

* Claudia Bowles Olhagaray es licenciada en Letras Modernas e investigadora.

miércoles, octubre 15, 2008

Edipo y su mamacita......!Que complejo!



Este libro de Elias Serrano Pantoja nos cuenta la historia de Eddy,un joven estudiante que esta enamorado de Vera,una chica de 25 años, que esta casada con su padre y que es su madrastra, el padre de Eddy sospecha de la sexualidad de su unico hijo, porque Eddy aparentemente no esta interesado en las chica,solo se concentra en sus estudios y en su mundo intelectual donde consume horas leyendo libros,Vera,se ofrece como conejillo de laboratorio para comprobar la homosexualidad no declarada socialmente del hijo de su esposo,el padre de Eddy se marcha a trabajar por un tiempo indefinido y deja a su joven esposa y a su hijos,solos en la casa, donde la tentacion de seducir a Vera sera la carnada para descubrir si Eddy es heterosexual,es una comedia muy bien ideada, donde se usa astutamente el concepto de la vieja leyenda universal de Edipo y se lo adapta a un ambiente boliviano,la comedia acaba con un final lleno de genialidad y el humor usado en sus paginas refleja las personalidades del hombre y la mujer originarios de Santa Cruz de la sierra.

martes, octubre 14, 2008

Notas para una Epistemología de la Hoja de Coca




Ensayo epistemológico que discurre sobre la hoja de coca desde la perspectiva mitológica, la emergente de los saberes nativos andinos y su actualizada forma represiva.Una interesante obra de investigacion sobre la importancia de un elemento presente en la vida del boliviano que vive en la zona de Los Andes,Renzo Abruzzese nos demuestra su maestria de investigador al desnudar los lados positivos de la hoja de Coca y demostrar que no es una planta condenada al exterminio.

lunes, octubre 13, 2008

Sueños, kharisiris y curanderos de Alison Spedding




Este texto reúne cuatro trabajos que tratan diferentes aspectos de la religión popular en los Andes y de la variedad de sus procedimientos rituales. Algunos corresponden a lo que se considera lo tradicional andino, en otros hay un notable contenido de símbolos cristianos y otros incorporan elementos de la vida moderna urbana y occidental. Desde la historia oral nos adentramos en lo más profundo del alma andina, la de los sueños, la de las creencias, las de los mitos.

domingo, octubre 12, 2008

EL AMOR y LA VIDA




Este poemario se ha convertido en un verdadero suceso de ventas en la pagina web de la prestigiosa editorial llamada LULU,su autora es para el deleite de la narrativa latinoamericana, una mujer boliviana que nos demuestra sus analisis femeninos sobre el amor y la vida, dos grandes enigmas que el hombre siempre ha querido comprender mediante diversas formas de expresion artistica.

Marie Lissette Canavesi Rimbaud es una poetisa con un gran poder de expresion en sus metaforas y la verdad es que ironicamente se ha convertido en un clasico de nuestra poesia con el exito que ha cosechado en otros mercados literarios del mundo.



Descripcion de la obra de Marie Lissette Canavesi Rimbaud

Es un libro de poesía que toma dos aspectos importantes: el amor y el sufrimiento de los amores imposibles o sea, el amor y el desamor y por el otro lado, el amor y la pureza de la niñez, de los hijos, de la primavera, los amigos, la patria.

sábado, octubre 11, 2008

¡Maldita Manzanita! : Séptima obra de Oscar Ricardo Encinas




Ian es codiciado por todas las mujeres de su alrededor, es por eso que vive una vida repleta de placeres y fantasías, hasta que un día llega un ente decidido a quitarle todo su "encanto" si seguía a ese ritmo. Ian desea conservar su encanto a toda costa pero ¿Será tan simple?

viernes, octubre 10, 2008

Plato Paceño, de Raúl Salmón



Todo un vecindario compra un billete de lotería con el sueño de ganar el premio y arreglar su vida sin tener que trabajar,los personajes de esta obra teatral pierden el billete de loteria lo que desencadena una serie de eventos comicos en el vecindario,la obra es un clasico de la literatura boliviana y su humor ha podido superar al olvido del cruel tiempo que es el principal enemigo de cualquier libro no comprendido adecuadamente en el momento de su publicacion inicial.

jueves, octubre 09, 2008

Cuentos desnudos : El libro de cuentos de Jaime Nisttahuz



"Cuentos desnudos" es una coleccion de 28 cuentos ineditos que su autor ha escrito para demostrar su manejo admirable de la narracion breve,Jaime Nisttahuz es un importante poeta boliviano, que nos demuestra que el escupe las verdades de nuestra sociedad en cada una de las historias cortas que conforman este libro,la mayoria de los cuentos usan la tecnica narrativa de narrar acontecimientos en primera persona,lo que le da una atmosfera de seducion a cada una de las palabras escritas en este libro que con el tiempo sera recordado como un clasico del cuento boliviano.

Analisis literario de Manuel Vargas sobre este libro de cuentos


"Por su técnica y por su sinceridad, los cuentos de este libro significan la coronación del autor en su carrera de obstáculos. En realidad no son cuentos, sino alaridos y golpes de ciego visionario, según Chesterton.
Para el autor estos son textos jubilosos y exultantes. Pero nada que ver, son el testimonio de un gran dolor.
Uno puede no estar de acuerdo con esta visión del mundo, ¿pero qué importa? Más bien nos enriquecen al hacernos conocer zonas ocultas y nada amables del ser humano. De ese ser que habita a veces invisible a nuestro lado. Y que para soportarlo se requiere algo más que valentía".

miércoles, octubre 08, 2008

Personajes increíbles vistos por un clasemediero en crisis




Rodrigo Ayala Bluske publico este libro humorostico el 2005,convirtiendose automaticamente en un bestseller de la narrativa boliviana,gracias a que se agotaron dos ediciones el mismo año,la obra demuestra una version comica inspirada en las comedias de las comedias clásicas de los años 40, donde la cámara no se nota e importa la historia y los personajes,inspiracion que tambien sirvio para que su autor escriba el guion de su primera pelicula, que es una comedia ambientada en la ciudad de Tarija y se titula "Día de boda",su primera pelicula se ha convertido en un exito de la comedia boliviana que comienza a nacer lentamente como una interesante sub-categoria de nuestro cine extravagante y original,en esta obra se hace una descripcion humoristica de los personajes mas destacados de la politica boliviana aparecidos los últimos años de la democracia boliviana.
Esta obra humoristica podria ser un tema interesante para una comedia que reuna todas las historias que se pueden leer en sus paginas en una pelicula que capture el ingrediente mas increible de la politica boliviana : el humor inconciente de sus lideres politicos.

martes, octubre 07, 2008

*H……. (*Huevadas) : libro humoristico de Raúl Salmón




“Rompí suelas de zapatos en caminatas juveniles por latinoamericanas calles de Dios. Experiencias. Hambres. Contactos con el bien y con el mal. Temprano me vacuné contra la poliquitería y su mugre militante. Diciéndome periodista independiente, resulté hombre sándwich, golpeado, permanentemente, por los de arriba y por los de abajo.
Por eso, no realizado, o como para abofetear el rostro de esta vigencia que me circunda, ordené apuntes redactados en servilletas de restaurants, cafés y boliches. Así salieron estas H……. que, graficadas muy a la boliviana, son eso: huevadas, aunque alguien que leyó los originales dice que son retratos de este tiempo. A lo mejor”. (El autor)

lunes, octubre 06, 2008

La sanguchera de la esquina



La obra de Jorge Wilder Cervantes, que muestra el esfuerzo y el amor de una mujer del pueblo dedicada a la venta de sándwich,es una comedia que representa las condiciones de trabajo de las mujeres campesinas que llegan a las ciudades grandes del territorio boliviano con la esperanza de mejorar su condicion economica y social y que tienen que soportar el frio de la noche andina, esperando a sus clientes,que la mayoria de las veces aparecen borrachos y sin intenciones de pagar por lo que comen,estas mujeres nacidas en comunidades indigenas luchan por tener una vida decente mediante la venta de los llamados sandwichs de chola y son un ejemplo del coraje femenino de una raza que se niega a ser estrangulada por la discriminacion racial y de intelecto.




Fragmento de una noticia publicada en Diario El Potosí,Sábado 6 de octubre del año 2007 Potosí - Bolivia

"Personajes nocturnos que se mueven bajo el velo y protección de la noche donde emerge la esencia del lugar de donde realmente se procede. Esos seres de todas partes que por no mostrarse se trasforman en un estereotipo ante nuestros ojos, ignorando la profundidad de cada uno como ser humano.
Una actuación a la altura, sin duda, de un actor de naturaleza como es Hugo Pozo y el personaje de "la sanguchera" se lució haciendo reír a todos los asistentes. La entrada de Pozo al escenario desencadenó los aplausos de los presentes.
Dentro de la trama, todo aquel que pisó escena demostró que había trabajado su personaje durante el tiempo prudente que merece una obra teatral; esa que ayer trató el alcoholismo, drogadicción y otros vicios desde un punto de vista diferente, menos trágico".

domingo, octubre 05, 2008

Me averguenzan tus polleras




Esta es una obra de teatro escrita por Juan Barrera,la historia cuenta la discriminación que presentan los hijos de gente humilde en Bolivia, quienes se ven obligados a adoptar una postura falsa e hipócrita, negando incluso a su propia madre, por el solo delito de vestir polleras.
La obra es un clasico de la literatura dramatica del teatro boliviano y nos demuestra la identidad de nuestra país desde una imagen comica de nuestros actos imperfectos.

sábado, octubre 04, 2008

LAS ADELAS : UNA ANTOLOGIA DE LA LITERATURA FEMENINA BOLIVIANA



Próximamente la Editorial Yerba Mala Cartonera publicará una selección de poesía, cuento y ensayo de escritoras contemporáneas de la literatura boliviana.
Gracias a la invitación del IFFI (Instituto de Formación Femenina Integral) de Cochabamba, el mARTadero y el incansable apoyo de Lourdes Saaaverdra, escritora Cochabambina, se está gestando un libro con los aporte de numerosas escritoras bolivianas, entre ellas Giovanna Rivero y Claudia Peña. La seleción se ha denominado LAS ADELAS, esto por la fecha (11 de octubre día de la mujer boliviana, nacimiento de Adela Zamudio) y por marcar de alguna forma la labor de las mujeres en las letras bolivianas.


Fuente : (Blog de la editorial Yerba Mala Cartonera)

viernes, octubre 03, 2008

Gudea Criptico : De Carlos Calvimontes Rojas






La más famosa escultura de Gudea es el Arquitecto del Plano que se conserva en la Sala de Antigüedades Orientales del Museo del Louvre. André Malraux, al alabar lo que para él fue un objeto de revelación, expresó “Y la majestad de este objeto hace que el artista lo ignore como el santo ignora su propia santidad”. En ella, en el grabado de lo que parece ser el plano de un templo, Gudea instruyó que se oculte el conocimiento que él tenía de las proporciones armónicas, regidas por lo que ahora se conoce como el Número de Oro; expresándolas, con admirable precisión, en las proporciones de un hombre y de una mujer. Esta obra trata de lo hay en ese grabado y de otros conocimientos concomitantes de esa época, con el contexto de una amplia descripción de la presencia del Número de Oro en la Naturaleza y en la obra humana, ilustrada con lo que el autor ha descubierto en testimonios de diferentes épocas y culturas.

jueves, octubre 02, 2008

Concepto de política en el Japón y entre los aimaras




La docente y investigadora del Centro Psicopedagógico y de Investigación en Educación Superior de la UMSA, Mitsu Miura,es una muy sorpredente escritora boliviano-japonesa que ha sorprendido por sus estudios relacionados con la cultura japonesa y algunos aspectos similares de las leyes niponas en la cultura aymara,su libro es una excelente radiografia a dos paises distintos : Bolivia y Japón,Mitsu Miura es una escritora que comparte con Alyson Spedding el destino de ser parte de la literatura boliviana y hay que celebrar por eso.




Analisis del Dr. Abraham Herrera sobre este libro


“El presente trabajo consiste en analizar el concepto de la política en sí en el Japón antiguo, girando alrededor de la palabra –la cual es cuna de la política en ese país–: Matsurigoto, curiosamente, esta palabra tan antigua, según la autora, arrastra su concepto hasta los días modernos del presente. Mitsu analiza epistemológicamente esta palabra mediante varios autores japoneses reconocidos en este tema hoy en día y trata de explicar ese arrastre en una forma narrativa, por otro lado, toma el concepto de la política en los aimaras elaborando preguntas y cuestionándolas a destacados políticos aimaras por un lado y por otro a personajes aimaras intelectuales que trabajan como decentes en la UMSA, e intenta encontrar alguna similitud entre dos conceptos de distintos lugares”. (Dr. Abraham Herrera)

miércoles, octubre 01, 2008

La toma del manuscrito




La novela ganadora del Premio Nacional de Novela de Bolivia,titulada“La toma del manuscrito”, se desarrolla en África a finales de siglo XIX ,cuenta la historia de un personaje que comete un asesinato para robar un album antiguo que contiene fotografias de una misteriosa y legendaria expedicion al continente africano,esas fotos estan conectadas con la vida de el traductor de un viejo manuscrito en inglés,el asesino intenta descubrir detalles ocultos sobre el manuscrito,el autor de la novela policiaca que mezcla elementos de las clasicas novelas de aventuras de la Inglaterra victoriana es Sebastián Antezana Quiroga,un joven escritor que ha debutado en el mundo literario con la publicacion de su primer libro que es para orgullo del publico lector latinoamericano una excelente primera novela, que nos transporta a un mundo lleno de realismo y a la vez lleno del mejor misterio que se puede encontrar en un buen libro policiaco,en la trama de esta primera novela,se puede apreciar una muy buena idea argumental en cada una de las paginas de esta novela y en esa idea se entrelazan varias historias que se unen para contar el descubrimiento de un antiguo manuscrito y una expedición que parte de Europa hacia África alrededor de 1870, durante la colonización de ese continente.


FRAGMENTO DEL ARTICULO DE RICARDO BAJO TITULADO: "Una máquina boliviana de pura ficción"


"La aparente complejidad, los autores y lecturas que se dejan entrever en el intertexto desde Pérec hasta Borges (por citar sólo a algunos), las historias cruzadas, el juego que nos lleva desde la novela de aventuras al género detectivesco exigen la presencia aludida de un lector inteligente y a veces puntilloso. Así lo quiere y demanda Sebastián Antezana: lectores a la altura del reto, lectores que degusten cada palabra, cada capítulo, cada fotografía tomada por Q. (bisabuelo del traductor S.) y descrita por Z., el asesino inexplicable y envidioso, cada atajo narrativo, cada quiebre de la historia.
Un lector semejante a un espectador teatral de un enigma de Agatha Christie llevado al escenario, ansioso por devorar páginas y minutos para averiguar el ‘leif motiv’ (otro ‘latinejo’) de un misterioso asesinato ocurrido hace más de un siglo, en Inglaterra, tras dos expediciones africanas.

Pero quizás con el paso de los años lo que más se recuerde y celebre será la docena de personajes fascinantes. Desde Hugh Jeremy Atkins (alias Al-Abyad), el periodista que se convierte a la antropofagia en lo más profundo del continente negro con recetas como pechos de adolescente con salvia, limón y sal salvaje o cuellos a la menta y pimienta blanca, hasta Stanley Ackley, el racista inglés que sale en la expedición de su padre a buscar al famoso periodista galés Henry Morton Stanley (el que encontró al mítico explorador ‘descubridor’ de las cataratas Victoria con su famosa frase: “El Doctor Livingstone, supongo”).
Desde Thomas Ulliot, el poeta homosexual que regalaba sus obras para que su amigo desagradecido, Baltasar Heart, conquistara amante tras amante (en apenas cuatro años, 26 mujeres gracias a 473 poemas de amor regalados) a la potosina Érica Loza (el único personaje boliviano), novia del racista Stanley que al final acaba con el seductor Heart. Desde los hermanos japoneses cocineros, Louis y Yogiro Ito (el novelista “aprovecha” y despliega su saber y pasión por la cocina nipona) hasta la adicción por el sexo y el trago de Emma Brewery. Desde…"
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